5. No Es De Los Nuestros.

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El sol salió, era un nuevo día y eso descontaba horas de vida para ella, pero. ¿Qué más daba? Sabía que no iba a llegar a vieja, aunque ya había creado un recuerdo bueno. Lo de anoche, al terminar de ver las estrellas, ambos fueron a sus respectivas habitaciones, aunque algo dentro de ella quería quedarse con él, su corazón había calidez, aunque no quería pensar mucho en ello.

Se levantó de la cama, todo era silencio, parecía que todo el mundo seguía durmiendo, así que, con cuidado salió de la casa y decidió dar una vuelta en el pueblo. Todo era silencio, los rayos de sol tocaban su piel, a lo lejos se podía ver el río, se le ocurrió una idea, fue a su casa, todavía estaba el cartel que había puesto desde su "pequeña mudanza" en casa de los Madrigal, ponía "Cerrado hasta nuevo aviso". Se adentró y sacó una toalla, jabón, una esponja en forma de estrella y un vestido verde.

Agarró todo, pero antes de cerrar la puerta de su casa, escuchó un pequeño sonido agudo, no, no era uno, eran varios, encontró 5 ratas, entre ellas aquella rata de lazo verde.

-Lucía. ¿Me vas a acompañar con tus compañeras? Pero en silencio, no vaya a ser que nos escuchen.

Las ratas la acompañaron, se escondieron en un arbusto, la mujer se quitó su ropa y se metió dentro del río, las ratas de mientras jugaban encima de la ropa que se había quitado, era un momento reconfortante, se puso boca arriba mirando el cielo, mientras que suspiraba. ¿Por qué nada más que veían figuras? ¿Desde cuando tenía poderes?. Su cabeza le dolía de solo pensar, era claro quien era la otra figura, pero. ¿Cómo? Se conocían de una semana, aquel momento que se suponía debía desestresarla la acabó por estresar aún más.

Las ratas entonces mojaron su esponja, en señal de que se bañara y dejará de pensar. Y eso hizo, de mientras lo hacía iba tarareando, agarró el cubo y se hecho agua por encima. Las ratas se la quedaron mirando mientras cantaba

-¿Qué miran? ¿Se creen que acaso vengo de un estudio de reacciones predecibles y cuentos de hadas?

Aunque, esa idea no le disgustaba, de joven era fan de aquellas historias que su madre la contaba antes de irse a la cama, buenos momentos, pero que estaban el pasado, al momento sonó la campana de la iglesia, indicando que el pueblo iba a despertar y los Madrigal iba a echar en falta de ella.

Así que se secó y se puso el vestido, aunque llevaba el pelo mojado, pero no era algo muy importante, dejó que las ratas se pusieran en sus hombros y bolsillos

Regresó a su casa y se puso un perfume, cepilló su cabello y con cepillo de dientes de bambú limpió la cabezita de cada una de las ratas

- No se preocupen, este no es el que uso para cepillarme los dientes.

Se miró a él espejo, algunas zonas de la cara marcadas por la edad, sus canas, amaba todo de ella en ese sentido, no tenía problema, es más, se dió cuenta que iba demasiado bonita, pero no se iba a cambiar.

Finalmente llegó a casa de los Madrigal, Mirabel ya les había despertado a todos, hasta que la vió a ella

-¡Señorita T/N!

Se asombró al verla así

-¡Se ve espléndida!

Hizo una reverencia

-Gracias Mirabel.

-Aunque su cabello... Está mojado. ¿Le pasó algo?

Fueron andando hasta la cocina donde estaba Julieta y sus otras dos hijas.

-No es nada, simplemente, me bañé.

-Pero mira tu cabello, espera, tengo un cepillo para esto

E Isabela se fue de la habitación, mientras que Julieta daba una tostada a T/N

La Carta de los Enamorados (Bruno x Reader) HIATUS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora