1. La Vidente

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Aire fresco, el lugar colorido, y el sol dejaba una calidez en la piel que invitaba a estar em aquel lugar, una nueva persona había llegado a el lugar, su casa pequeña, pero acogedora se encontraba casi cerca de una casa enorme y llena de colores que casi parecía un arcoiris entre las montañas que rodeaban el lugar.

Una maleta, y el olor de su vestido a hierbas medicinales y un colgante con una piedra preciosa verde, ajustó su pelo y abrió la puerta, solo quedaba limpiar y acomodar los muebles que ya venían con las casas y por supuesto, el local que estaba a punto de montar.

En unos días el pueblo ya estaba murmurando a su alrededor, algunos vecinos se presentaban, otros parecían intimidarles aquella presencia, el último día puso un cartel al lado de su casa "Vidente 12 horas, mire su futuro amor, salud y fortuna. Las cartas nunca mienten"

Y aquel día en la madrugada fue repartiendo a cada casa un panfleto con la información del local.

-Perfecto, es un pueblo pequeño y que viene de una reciente desgracia, es dinero fácil.

El incienso impregnaba el lugar con un olor a canela y vainilla con un humo que dejaba eso místico que había ahí, para su sorpresa, pasó la mañana y nadie había aparecido, así que decidió ir a comprar la comida para el almuerzo, a poder ser, al menos pan, como era nueva, iba a pasar desapercibida.

Al salir de la casa, llevo puesto un pequeño pañuelo transparente pero con toques verdes y que tenía dibujado unas lunas, soles y estrellas, no dejaba ir ese toque que siempre llevaba. Nada extraño en el camino, fue comiendo trozos de pan hasta que para su sorpresa, justamente allí se encontró una rata, levantó el ceño y con un brazo sujetó el pan y con el otro invitó a la rata a postrarse en su mano.

-Que bonita eres, no deberías estar en la calle, podrían pisarte y lastimar tu colita

Dijo con una voz suave y calmada e incluso lúgubre, acarició con sumo cuidado la cabeza de la rata, tomó un trozo de pan y se lo ofreció, acto seguido, se llevó a la rata lejos de las personas para que no se hiciera daño.

Pudo llegar a escuchar unos pasos tras ella, dándose la vuelta, pero sin llegar a ver nada, suponía que era el hambre que la hacía imaginar demasiado.

Dejó la rata en el suelo y le dió otro trozo de pan, acariciando su pelaje de la espalda.

-Toma otro trozo, seguramente lo necesites más que yo y para la próxima, no vayas a un lugar donde te puedan pisar, no voy a estar aquí para siempre.

La rata tomó el trozo de pan y se fue a un arbusto donde se podía ver una figura, pero no quería investigar, tenía que mirar si en su negocio había alguien, así que se fue para allá. Hasta que vió una papelera y justamente ahí, estaban mucho de los panfletos que había dejado.

Las personas no saben lo que se perdían, podía llegar a amenazar, pero no habría nada que hacer, la venganza no es buena si no sabes contra quien luchas.

Entró a la casa, y se preparó la comida, hasta que llamaron a la puerta.

-Por fin, pensaba que tendría que sacar mis ropas más transparentes.

Allí se encontraba una chica de pelo corto rizado, unas gafas verdes y una sonrisa dulce

-Muy buenas. ¿Qué se te ofrece?

La chica al verla se alejó un poco, pero no dejaba de tener una sonrisa

-Hola, verá he visto el cartel y su panfleto en mi casa y me gustaría que me mirara el futuro

Antes de que siguiera la mujer mayor la agarró y la llevó adentro, no sin antes escuchar como los vecinos murmuraban "Una de los Madrigal ha entrado...". Ese apellido la resonó, sería importante para el futuro.

La Carta de los Enamorados (Bruno x Reader) HIATUS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora