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Detuvo el auto al llegar a su desolado hogar, sin siquiera bajarse. Dejó que su cabeza se recostara sobre el volante, teniendo especial cuidado en no hacer ruido para alertar a sus queridos vecinos. Evitar que su ahora nuevo perseguidor fuera en busca de él, y hiciera lo que tuviera en su mente. Stiles no quería saber que tan creativo podría ser con él.

No estaba en sus planes.

Ni como decirles a sus amigos sobre lo que estaba ocurriendo, con las desapariciones en el otro pueblo, los ataques que iban en aumento y la grieta debilitada. Agravaba las cosas, y una amenaza contra su vida, se sumaba en la lista.

—Bien hecho Stiles, a saber, a quién hiciste enojar —se dijo.

Las posibilidades de quedarse solo en su propio hogar, no era posible. Sería blanco fácil, incluso con la protección que había colocado. No podía identificar a su victimario y tampoco tenia la mente para salvarse de un ataque.

Levantó la cabeza, y miró a lo lejos de la calle. ¿Cuál era la probabilidad de que muriera en los últimos dos días en los que los demás no estaban? Su móvil sonó, y sin siquiera verlo, contestó.

—¿Qué?

¿Dónde estás? escuchó desde la otra línea.

—¿Dónde estaría, Scott, en mi casa? Mientras tu debes estar en la tuya.

Peter no regresará, fue lo único que menciono.

—¿Qué? ¿Entonces, cuantos nos quedaremos dentro del pueblo? —preguntó exaltado.

Solo dos.

Necesito acónito, necesito acónito, pensó con rapidez, mientras que, desde el otro lado de la línea, Scott trataba de calmarlo.

—¿Estoy entre ellos? ¿Verdad?

Sí, tú y Derek. Y antes de que me regañes, sé lo que ocurre entre los dos, no me lo debes recordar. Derek esta al tanto, lo único que deben de hacer, es vigilar.

—Eres un maldito alfa, bien, nos vemos en dos días. —cerró la llamada, sin esperar una despedida, y tiró el móvil sobre el asiento de copiloto y arrancó hacia el Loft.

¿Tenía problemas con Derek? La realidad era que simple, dentro de la manada, la única tensión era entre ellos dos. Ya ni siquiera podía colocar un nombre a los sentimientos encontrados, que terminaban fluyendo cuando ambos estaban juntos.

Todos los sabían, ambos lo sabían, pero no actúan como querían esa era lo real. Eras dos idiotas esperando que la bomba que sostenían sobre sus manos, explotara. Stiles esperaba que no fuera pronto. Muchos menos ahora.

Cuando doble en una esquina, y se detuvo frente al edificio, por instinto volteó a su lado derecho. Fue allí cuando notó la fija mirada que mantenía un hombre desconocido, el cual frunció el ceño y el cambio de sus ojos oscuros a un brillo dorado reptil, lo mantuvo en alerta, sin apartar la mirada. No demostraría miedo con tanta facilidad, no con todo lo que había tenido que pelear en el pasado.

Cuando el hombre se dio por vencido, Stiles bajó del auto, colocó en su hombro la manija de su maletín y camino hacia el viejo y metálico ascensor. Se aseguró de que aquella arrugada nota aun se mantuviera en el bolsillo de su sudadera, mientras subía. Sería una convivencia corta, y trataría de que Derek no sucumbiera a los deseos de tomar su garganta como recompensa de soportarlo.

Ya no son como en el pasado, pensó con diversión, al momento en el que el sonido metálico, lo recibe, y frente a él, el maduro alfa que había sido el que marcó esa aventura por sus alocada familia. Stiles sonrió con un cabeceo de saludo, mientras pasaba a su lado. No hubo respuesta, solo un suspiro contenido.

Detrás de la verdad, SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora