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 Derek se estacionó fuera de la antigua estación de tren, corriendo hacia dentro del lugar. Deteniéndose al ver la manada gruñendo al enemigo potencial de ellos.

―¡Bienvenidos, Manada McCall! Pónganse cómodos, les doy la libertad.

―Nogitsune...

―Me sorprenden que hayan dado conmigo tan fácil ―ladeo su vendada cabeza, mientras miraba como la manada observa a lo que era su nueva víctima, la cual se halla inconsciente―. ¿Ella? Da igual, esta mujer ya se estaba convirtiendo en algo aburrido.

―¿Por qué lo hiciste? ―interrumpe la madre de Kira, mientras daba un paso hacia delante a conjunto con los Onís.

―¡Pero, sí es mi querida Noshiko! ¿Cuánto tiempo habrá pasado querida? Extrañaba ver tus ojos.

―¿Por qué heriste a mi hija?

―Eso no lo puedo decir, querida, sería una falta a mi moral ―El Nogitsune se levanta mientras limpia el poco polvo que se halla en sus manos― ¿Qué tanto observan? —exclama, al observa a la manada preparándose para su cambio animal—. ¿A que le trae recuerdos? —Scott gruño—...quizás algunas de las muertes que pasaron por mis manos. Aclaro, no fue mi culpa, ellos fueron débiles de voluntad, por eso perecieron.

Los gruñidos de la manada, al igual que su fuerte respiración, termino siendo acallado por el aullido del alfa verdadero, dando la orden que tanto necesitaron.

—Me siento halagado de recuerden nuestros momentos felices, pero, eso no ayudara a que esas almas encuentren paz, lo dudo mucho ―mientras retrocedía, dejo que algunas de las bestias que vivían en el pueblo fuesen sus peones―. De hecho, debo buscar a mi chico, no me lo tomen a mal, pero Stiles me pertenece.

Y con ello, una ola de seres sobrenaturales corrió al encuentro de la manada.

Sabían que el Nogitsune no era tonto, el zorro era astuto teniendo como protección a tres Onís. La pelea no sería fácil, pero tampoco dejarían que se salieran con la suya, ya tenían mucho que todo lo que se había alargado aquellos acontecimientos. El Nogitsune desapareció de aquel lugar.

Una batalla cuerpo a cuerpo se forzó, entre los seres sobrenaturales, deseosos de tener como premios las cabezas de la manada, los cuales ellos habían estado por tanto tiempo reprimidos.

Entre gruñidos, algunas quimeras les hicieron frente a Scott, quien, por segunda vez, de lo que él recordaba plantaba confianza en su lobo, dándole el completo mando de la situación. Dejando que el lobo que vive en él disfrute un poco la sangre de sus enemigos.

Un aullido se escuchó en el lugar, aquella era una advertencia, dada por el alfa. Algunos seres dudaron, otros continuaron atacando, pero su destino fue programado, perdiendo la cabeza.

Como los fríos y blancos cuerpos de los wendigos, caían debido a los ataque de la kitsune de la manada. Al igual que los hombres jaguares eran desmembrados por la ira de beta y pareja del alfa verdadero.

Entonces el ambiente cambió, un frío se acumuló en el lugar, haciendo que los seres sobrenaturales retrocedieran, en ese momento se escuchó el grito de la Banshee, el cual aturdió a muchos del lugar, incluyendo a la manada. Aunque este acto fue aprovechado por el lobo de Scott para arremeter contra los enemigos.

Entonces, al verse en desventaja, muchos de ellos escaparon, queriendo evitar el destino de los demás.

El aullido de Scott fue la segunda advertencia para los seres sobrenaturales, fuesen conscientes con quienes se estaban enfrentando.

―Chicos ―jadeo Scott al regresar a su cuerpo humano―. Derek se fue detrás del zorro.

Cuando llegaron a la parte de afuera de la estación de tren, fueron los espectadores de como los Onís herían al Nogitsune, mientras Derek les ayudaba.

El zorro oscuro se había confiado.

Al último momento, Derek tomo del cuello a un mal herido hombre y no dudo en morderlo. El grito del Nogitsune y el crujir de su cuello fue escuchado.

—Maldi-ita sea —exclamo con dificultad el espíritu maligno mientras de sus labios sangre negra salía―. Esto... no me... puede... estar... pasando...

―Lastimosamente volverás a morir, y esta vez, de la manera correcta.

Derek presionó un poco más, desprendiendo la cabeza del cuerpo.

—Busquemos a Stiles.

El olor a sangre recorría el pequeño pueblo. Los seres sobrenaturales que habitaban en el, se encontraban hipnotizado por el poder de aquel demonio.

Nyfed no dejaba de sonreír. Por fin iba a tener su anhelada venganza contra ese pueblo, contra Claudia. La sangre del heredero Stilinski se hallaba en sus labios. Había disfrutado beber de ella.

Dulce, espesa y exquisita. Sabor a la victoria.

"Yo gane, Claudia. Ahora nada podrá destruir a tu hijo" pensó mientras observaba a los seres bajo su mando, esperaba a que llegara la manada.

─¡Oh! Pero si es la manada McCall ─dijo el demonio observando como la manada se hallaba herida por su reciente pelea con los seres del pueblo.

Zorro estúpido.

Nyfed sabia el poder que escondía el zorro maldito, pero, era demasiado hablador y lo que él más odiaba era sus acertijos. Además, el cuerpo de su primer contenedor era débil...

Cuando Scott iba a hablar, una mano lo detuvo. Se trataba de Stiles, quien se hallaba tirada en el suelo de la cancha, luego de haber tratado de golpear al demonio y haber salido herido en el proceso.

―Scott... hermano ―Stiles se levantó el suelo, mientras arrancaba parte de su chaqueta y la amarraba en la herida que se encontraba en el brazo―. Necesito toda la atención en él...

Nyfed rió al escuchar al chico, el cual tuvo su oportunidad antes contra él. Terminando herido por él.

No quería perder el tiempo. Por mucho que aquel muchacho se empeñara a llamarlo padre.

―Si quieres adelantar tu muerte, bien por mí ―sonrió―. No tendré piedad, es una promesa que le tengo a tu madre.

Stiles asintió mientras levantaba él tuvo de metal entre sus manos. Entonces, en un parpadeo ya no lo noto frente a él, había desaparecido.

―Debes de centrarte en tu enemigo ―escucho detrás de él, sin poder reaccionar, sintió como era pateado hasta la otra esquina de las gradas en la cancha.

Gritó de dolor al notar como su brazo se había dislocado. Stiles se levanta sobre sus rodillas y golpea tres veces su brazo contra las gradas, logrando que el hueso se volvería a su posición original.

―¿Te duele, hijo? ―se burló el demonio.

La manada estalló, mientras la tres luchaban contra los monstruos sobrenaturales, los otros empezaron a luchar contra Nyfed. El cual le daba la lucha a par.

El sonido de la carne siendo golpeada, los gruñidos de enojo de parte de los hombres lobo, al igual que la sádica risa del demonio, deseoso de sangre.

Sin embargo, Noah se cansó del juego. Él quería jugar mucho más con el hijo de su parte humana, así que, proporcionó un golpe a los betas, dejándolos inconsciente, quedando: Stiles, Derek, el lobo de Scott, quienes jadeaban del cansancio.

Entonces los dos lobos atacaron al demonio, quien esquivaba sus golpes, como si los pudiera predecir.

El humano se esconde detrás de un enorme camión, que había sido lanzado anteriormente en la cancha, y mientras observaba, sin pensarlo dos veces, Stiles, saca un poco de ceniza de serbal de su abrigo y lo rodea en el tubo de metal, por segunda vez, deseando no fallar.

Observando la situación, empezó a contar cada uno de los ataques de los integrantes de su manada, al igual que analizaba los movimientos de Noah, hasta que logra captarlo.

En ese momento, en su mente una cuenta regresiva empezó. Desde el cinco hasta el uno...


Detrás de la verdad, SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora