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Stiles

El agarre sobre mi cuello se intensificó, mientras mi padre soltaba una carcajada y negaba para sí mismo, como si mis palabras fueran un simple juego para él. Me niego, me niego a creer que él se convirtió en esto. Una imagen perdida de un hombre al que conocía desde siempre, a quien sostuvo mi mano y creció a mi lado. El padre que conocía estaba allí, quiero creer que estaba oculto en algún lugar, como en algún momento lo estuve yo.

Rogaba que fuera un simple control sobre su cuerpo, que no fuera real, y que la única familia que aun tenía, no desapareciera. 

—No eres real —le dije con dificultad, colocando mis manos sobre su antebrazo, forzándolo a soltarme—. Eres mi padre, y te ayudaré.

—¿Ayudar? ¿Me quieres ayudar, ahora? Mieczyslaw no eres el indicado para eso.

-Soy algo obstinado, lo aprendí de ti. 

-Lo aprendiste de Noah, no de mí... -respondió rápidamente-... o tal vez sí seas mío, quizás ese instinto asesino con él que atacaste en el pasado si sea heredado por mí, muchacho. 

Soltó mi cuello, y me dejó caer sobre el suelo, sin embargo, no había posibilidad de poder levantar mientras tosía y arrastraba mi cuerpo para alejarme de él, pero no me da tiempo. Mi padre pateó mi costado, haciéndome rodar, hasta chocar con el viejo vagón. Su carcajada crece, mientras los gruñidos hacían eco en el lugar. Alzó la mirada, algo borrosa por el dolor, y puedo identificar las miradas amarillas, además del rojo vibran en conjunto, mientras el Nogitsune lucha con los seres que parecía controlar en sus manos.

—¿A qué... qué quieres llegar con esto, papá?

—Esto es fácil, Stiles, ¡quiero la venganza que no pude tener! —gritó, y pisó mi tobillo. Por lo que no pude reprimir una maldición, mientras trataba de alejarme de él. Papá se acuclilló a mi altura, y tomó mi cabello, obligándome a caer en su mirada carmesí llena de odio—. Quiero acabar con la maldita descendencia de ella. Como Claudia me engañó, también lo hice, Mieczyslaw, también caíste en el encanto de una familia, como ella lo hizo.

—Mamá...

—Sí, tu madre, fue ella la que me obligó a hacer esto —continuó, jaloneando mi cabello— ¡Observa, Stiles, observa como ella me engañó!

Caigo bajo su mirada, y siento mi cuerpo debilitarse mientras imágenes se cuelan por mi mente. El agarre en mi cabeza continua cuando la imagen de mi madre observando desde lejos como su padre atacaba a alguien. Una pobre alma con la que se alimentaba.

—La vez, es ella, tan hermosa y peligrosa con sus malditos ojos que heredaste, pensé que era débil, como todos ustedes los mortales —gruño en mi oído, sin soltarme—, observa como ella es.

Mi madre caminó sin apuro hacia el callejón donde se hallaban, se tomó su tiempo, y parecía reflexionar de sus propias acciones. Una linda chica de tamaño promedio, cabello largo castaño y unos hermosos ojos claros, fue la vista que recibió mi padre, mientras dejaba caer el ajeno cuerpo.

¿Era esto lo que me quería mostrar? ¿El encuentro de ambos?

Ni siquiera podía entender en donde lo estaba engañando, mientras se presentaba con una sonrisa suave de parte de mi madre, mientras que mi padre, dejaba expuesto sus dientes con sangre. Quizás, el hecho de que a mamá no le hubiera importado esa apariencia tan asquerosa, era lo que más sorprendía. 

—Pensé que gritaría, o correría como sería lo común al ver algo fuera de lo normal, pero no fue así. Mira como Claudia se acerca, y con esa falsa inocencia busca conocerme, Stiles.

Detrás de la verdad, SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora