La chica a mi lado me sonríe abiertamente, como si le conté el mejor chiste del mundo y le parece extremadamente gracioso.
No la entiendo… es tan extraña.
–¡Si está bueno, qué más da! –exclama. Observo como sacude su cabello corto con puntas azules, con una emoción impresionante y casi contagiante.
Su chaqueta de cuero, y pelo ridículo, te hace imaginar cualquier mala impresión sobre ella… hasta que esos ojos celestes cielo te sonríen con amabilidad. Justamente, es lo que la identifica además de su cabello. Y que su nombre es Cielo.
–Cielo, ¡no puedo enamorarme de él! –chillo con la frente fruncida, mirándola como si la loca es ella. Cabe resaltar, que es mi única amiga.
–Oh, cariño, Lisa, amor… necesitas un poco de acción a esa cabeza loca de ahí.
–¡Ya demasiado tengo con las alucinaciones!
Hace una mueca, sin dejar de sonreír.
–Una buena follada te iría bien.
Su dedo índice y pulgar acarician su mentón, y no puedo evitar carcajear.
–¡No se puede follar con un ángel, Cielo! –dije, con las mejillas sonrosadas. Pero a ella no pareció importarle porque se encogió de hombros.
–Oh, no me jodas… tú hablas con él, y eso creo que ya no se puede, zorra.
Ninguna de las dos puede evitarlo cuando callamos unos segundos, y luego reventamos en risas.
Cielo es lo más amable, divertido y más cercano a mejor amiga que tuve en toda mi vida. Ella no apareció hace mucho tiempo, pero llegó para alegrar mi cicatrizado y adormecido corazón.
Luego de unos minutos calmándonos, ella volvió a hablar:
–Deberías darle una oportunidad… y recuerda que oí hablar al doctor Ryan, con Marie… –la interrumpo de repente.
–Y me querrán aumentar la medicación –completo con voz malhumorada.
Me dedica una mirada apenada, casi nunca común en ella.
–Deberías negarte. Tú estás actuando normal –dice cautelosa. Luego se sienta casi alado mío.
–Claro… porque puedo –ruedo los ojos –. Olvidas que estoy amenazada.
–No debiste atacar a las enfermeras –comenta con un tono de reproche. Y la que se encoge de hombros ahora soy yo.
–Casi no fui responsable… –digo y callo cuando hace un ademán con la mano.
–… mis voces lo fueron, sí, sí, ya lo tengo –se ve molesta por alguna razón que no comprendo mientras imita mi voz. –¡Te estás matando a ti misma, Lisa! –exclama horrorizada –. No puedes permitirte tratar así. Supera tus voces, de una vez por todas.
Ella puede ser imaginación, pero no comprende lo que es, lo que significan mis voces para mí. Pueden ser malignas, pero son mías y mis fieles compañeras. Se supone que uno nunca abandona a nadie importante, ¿o sí? Además, no es como si pudiera. Ya somos como uña y carne, inseparables de cuerpo y alma.
<<Es una tonta>> <<¡No la escuches!>>.
Y eso hago… tapo mis oídos para no oírla y cierro los ojos fuertemente, para tampoco verla. Una vez que pasó un poco de tiempo, abro los ojos y destapo lentamente mis orejas para observar su semblante serio.
–Algún día lo haré –digo, rompiendo el silencio.
–Algún día deberías escapar, también –y sorprendiéndome, medio sonríe sarcásticamente. Luego de observarla por unos segundos, comprendo que era ironía.
Pero… demasiado tarde. Mis voces oyeron, y asintieron con la cabeza repetidas veces y con emoción. <<¡Una idea brillante!>>.
Su sonrisa se desvanece cuando ve mi rostro serio y casi grita cuando dice:
–¡Era broma! –levanta los brazos, y también se aleja de mí como si estuviera viendo un mounstro –. Lisa, maldita sea, ¡era una broma, sarcasmo, no en serio!
Sin embargo…, mi mente funcionaba como una máquina. Mis voces y las ideas se entremezclaban con destreza. Me vi seducida por mis amigas vitoreando lo fantástico que sería, y emocionada salté de la cama para abrazarla.
–¡Muchas gracias!
<<¡Besa sus mejillas! ¡Fue una idea fantástica!>>. Y yo beso sus mejillas repetidas veces, mientras Cielo se siente incómoda y blanca como un papel.
<<Ahora… ¿dejarás que ella te diga que nosotras no somos importantes, Lisa?>> <<¿Permitirás que hable mal de tus amigas, que te aconsejamos y te acompañamos como nadie?>>. Entonces entiendo, y cuando me alejo para ver sus ojos, la miro con furia… mi rostro se desencaja de cualquier signo de felicidad, y por ello la empujo. Y no dudo en golpear su cara.
–Mis voces son mis amigas, ni se te ocurra volver a insultarlas.
Esa noche, cuando Marie entra en la habitación para la cena, yo me siento extasiada. La bandeja de acero inoxidable está en sus manos, y realiza el mismo hecho de todas las tardes con simpatía y relatos divertidos. Parece no importarle cuando, antes que me enganche las manos, yo pregunte en señas: “¿Qué hora es?”. Ella lo entiende, y sonríe amablemente.
–Las 9:40 pm, Lisa –responde.
Y yo asiento con la cabeza con inocencia. Incluso no me quejo de la sopa asquerosa que estoy obligada a comer; sólo sonrío tiernamente y agradezco con un signo de la cabeza.
La hora de dormir fue más complicada. Un calmante que incluía en mi serie de pastillas todavía no hacía efecto, y quizás por ello me sentía casi electrocutada de energía. De verdad digo, cuando mi emoción era inmensa y la idea de escapar me resultaba gratificante.
Cuando me permito cerrar los ojos, unas cuerdas de guitarra empiezan a sonar y de nuevo, experimento un volcán de emociones a punto de erupcionar. Sé que es Justin incluso cuando no abro los ojos, porque sigo sintiendo esa fuerza que emana su cuerpo al mío, y me permito escuchar con atención sus gloriosas manos musicalmente perfectas.
Esta noche, me duermo con una sonrisa cómoda, con sueños divagando en ojos mieles y manos que componen música con talento y armonía.
Cada noche antes de dormir, una voz privilegiada me canta al oído hasta que me duerma. A veces, siento su abrazo entorno a mi cintura, y su aliento chocando con mi oído. Luego, al despertar, estoy enfrente a un rubio hermoso con ojos cerrados similar a un ángel, u otros decepcionantes casos, con un vacío en mi cuerpo.
Me había acostumbrado tan malditamente a estar cada noche con él, a hablar tantas situaciones con el ojimiel, que cuando no está, hecho totalmente de menos su presencia aunque sólo son pocas horas de distancia. Mis sentimientos fluyen sin poder ocultarlos, pero no estoy segura de los suyos; puedo garantizar, que me había enamorado de su sonrisa tan asquerosamente perfecta, de su arrogante mirada y cabello despeinado. Y entiendo, que cuando uno está enamorado todo se complica…, sé que tengo una cara de imbécil cuando lo miro, y no me importa que él diga o insulte mis voces, porque lo amo.
Me emociono de sólo escuchar su voz, y siento que cada tacto de su mano con mi cuerpo me enciende como una brasa al fuego. Quiero que me ame como yo lo amo, y enloquecer juntos con locura amorosa, sin importarnos nada más.
–¡Buuuuuuenos días, reina! ¡Hoy es un nuevo día!
Su típica frase me despierta luego de exclamar en mi oído como la persona molesta que es. Lucho contra mis incontrolables ganas de sonreír, y gimo en voz baja.
–Déjame dormir, loco.
Su carcajada me eriza la piel, y permito sonreír levemente.
–Oh no, señorita –sus labios me besan la parte lateral de mi cuello y yo abro los ojos como platos cuando mi espina dorsal vibra de placer. Al parecer, él ve mi reacción, y repite el pequeño beso, no tan pequeño para mí.
–Jus… tin –tartamudeo con mi voz colgada –. Creo que… deberí… –otro maldito beso más –rí… rías par…
Sus besos se prolongan y cada vez en distintos lugares de mi cuello. El deseo corre a la velocidad de la luz por mis venas y un gemido sale de mi garganta en respuesta.
–¿Te gusta? –pregunta. Me siento estúpida cuando escucho su voz segura y la mía tan penosa.
Asiento con la cabeza, y callo a la única voz que salta en mi cabeza, diciéndome que esto no está bien.
Su lengua saborea la piel de mi cuello y lo conozco tanto, que hasta con ojos cerrados sé que esta sonriendo.
–No sé si pueda aguantar más tiempo.
Antes que me dé tiempo a analizar su oración, y preguntar qué se refiere, me gira hacia él con brusquedad, y su boca busca la mía con impaciencia.
Chillo de sorpresa y capto todo con atención. Mis labios están con los suyos, unidos como esta última semana soñé tantas veces; su lengua entra en mi boca y la mía la encuentra, entrelazándose entre ellas de todas las maneras posibles. Sus manos queman cuando las pasa por mi cintura hasta llegar a la parte baja de mi espalda, y las mete dentro del pantalón de pijama sobre mis bragas en mi trasero. No puedo dejar de sentirme como si volara en los aires, mi cuerpo y el suyo se complementan como dos piezas perfectas, y lo empujo un poco para que yo quede a horcajadas arriba suyo.
–Dios, Justin… –susurro en su oído cuando su boca vuelve a mi cuello–. No me tientes tanto.
Enloqueceré del inmenso placer que estoy sometida, y me siento plena cuando su erección toca mi entrepierna aún con ropa. Por propio impulso, muevo mis caderas para frotarme contra él.
Y escucho mi nuevo sonido preferido procedente de su boca, además que al cantar… un gemido ronco y masculino me estremece.
Empiezo a dudar sobre qué tan real es. Su cuerpo se siente físico, sus respiraciones se sienten reales, incluso lo veo como una persona normal… ¿por qué desconfío de cada cosa que veo y siento? ¿Ya estoy en un nivel de esquizofrénica tan avanzado que no puedo distinguir qué es real y qué no? De repente, y mientras lo beso con ansias, miles de preguntas cruzan como un telegrama en mi mente; una a una, todas haciéndome dudar.
<<¿Cómo puedes pensar que un chico así se enamore de ti?>> <<¿Por qué te enamoraste tan rápido de él? ¡No es real!>> <<¿Cómo estás tan segura que lo amas?>> <<¿Por qué te canta y te besa de esa forma?>> <<¿De qué voz sacaste que un chico así sería real?>> <<¿Y si él sólo te utiliza para sexo?>> <<¿Y SI JUSTIN NO ES REAL?>> <<¿Y SI JUSTIN SÍ LO ES? <<¡¿Y QUÉ PIENSAS HACER SI LO AMAS PERO ES INALCANZABLE?>>.
Con brusquedad me separo de él, y como si fuera un fantasma, me alejo de su cuerpo caliente lejos de la cama, casi temblando del deseo y del miedo. Ignoro su rostro confundido y contorsionado del dolor, luego me tiro contra la pared, para caer hasta el suelo y abrazar mis rodillas con fuerza.
–¡¿Por qué soy tan ilusa?! –grito con un fuerte nudo en la garganta –. ¡No puedo amarte, no puedo! –Llorisqueo con fuerza, con nuevas lágrimas bañando mis mejillas –¡No eres real! ¡Sólo yo puedo verte! ¡Y eres un ángel!
Quiero gritar con fuerza, pero me contengo. No entiendo por qué tengo tantas emociones entremezcladas y cada vez enloquezco más.
Él parece no entenderme y por ello se sienta en la cama con una mano acariciando su cabello con nerviosismo.
–¡No puedo amarte, no puedo! ¡No puedo amarte, no puedo!
Golpeo mi cabeza contra la pared con fuerza, y luego me contengo por el dolor.
Me lo merezco. Prefiero que el dolor físico sea más torturador que el dolor interior de poder amar a alguien que no es correspondido.
Sabía que no debía enamorarme de un ángel… y sólo hice eso. Debería hacerlo alejado de mí, y no permitir que mis voces me seduzcan para estar con él. Dios, es un ángel que no existe para nadie más que para mí… y yo estoy enamorada de él.
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Alucinación Favorita |One Shot|
Hayran KurguLisa Howard, no es más que una chica de 22 años con esquizofrenia. Sus ojos ocultan un tormento casi mortal, perteneciente a Justin Bieber, su supuesto ángel protector creado por la propia mente enferma de ella. Lo único que sabe con certeza, es que...