Harry ya había cumplido 4 años. Gemma y Louis cuidaban de el como si fuera un tesoro, que de hecho, lo era. Los pequeños se la pasaban constantemente jugando a la tripulación, Louis era el capitán del barco, Gemma la princesa y Harry el príncipe.
Juntos se aventuraban en un viaje desconocido en medio de un torrentoso mar lleno de criaturas extrañas y peligrosas que amenazaban con devorarlos evitando que lograran encontrar aquel tesoro que anhelaban. Louis tenía que esquivar todos los obstáculos que se le presentaban como las elevaciones de pequeñas islas o los icebergs que aparecían mágicamente, los hermanos Styles luchaban con sus espadas de juguete contra los monstruos que se asomaban en ambos lados de aquel barco en el que navegaban.
—¿A dónde vamos mi capitán?—. Decía Harry mientras imaginaba que peleaba con una criatura enorme con tentáculos y cabeza de piraña.
—Yo te guío, mi príncipe—. Decía Louis mientras giraba la rueda hecha de cartón imaginando que esquivaba icebergs enormes que se atravesaban en el camino.
Cuando por fin llegaban a la isla donde encontrarían su tesoro, el rizado tomaba el ancla y simulaba hacer un gran esfuerzo al levantarla a pesar de que, al igual que el barco, era de cartón. El castaño tomaba la cuerda que sostenía al ancla y la amarraba en la base del mástil central de su barco.
Al bajar se dirigían al jardín de la casa imaginando que se encontraban en una misteriosa isla llena de flora extraña y hermosa que no podían tocar ya que podrían ser plantas venenosas, en el lugar habitaban criaturas mágicas como dragones, hadas y duendes. Caminaban con cuidado tratando de encontrar la equis que se marcaba en el mapa que ellos mismos habían dibujado con la ayuda de sus crayones.
—Dos pasos más y... ¡Llegamos! —. Gemma saltaba emocionada indicando que habían llegado a su destino.
Los tres pequeños se arrodillaban para desenterrar la cajita donde sus juguetes favoritos estaban guardados. Jugaban un rato con ellos hasta que se aburrían y así, los volvían a enterrar en un lugar diferente para jugar el siguiente día.
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Los tres iban constantemente al parque y se sentaban bajo el "Gran Roble" como solían llamarlo. Ese día el cielo estaba despejado y aprovecharon para salir a jugar, todo iba bien hasta que vieron una pequeña cabeza rubia asomándose detrás del tronco.
—¡Hey! ¿Quieres jugar?—. Preguntó Gemma mientras se acercaba al pequeño que aparentaba tener la misma edad de Harry.
Niall era un niño bastante tímido, casi no salía y no le gustaba compartir con las personas, mucho menos cuando comía. Con esfuerzo podría compartir el espacio con alguien más pero ¿Su comida? No, jamás.
Se quedó inmóvil viendo cómo Gemma se acercaba, a pesar de sus 5 años el pequeño era muy perspicaz y sabía actuar muy bien. Le hizo señas a la pequeña niña de que no escuchaba ni podía hablar tocándose la boca y las orejas con el dedo índice mientras negaba con la cabeza.
Gemma lo entendió y le dijo en señas que si quería patear el balón simulando uno imaginario con sus manos y pateándolo en el aire. Niall río y se alejó dedicándole una sonrisa.
—Aprenderemos lenguaje de señas.
—¿Qué?
—¿Qué?—. Harry repitió la pregunta que había hecho Louis.
—¿Ven a ese niño de allá?—. Dijo mientras señalaba la cabecita rubia que ahora se encontraba sentado en el césped junto a un pequeño cachorro que seguramente era suyo.
El castaño y el rizado asintieron con la cabeza.
—Bien, no puede hablar ni escuchar, las personas que tienen ese tipo de discapacidad deben comunicarse por señas, así que aprenderemos lenguaje de señas—. Dijo ante la atónita mirada de los pequeños.
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Conversión
Fanfiction¿Cómo le dices a dos chicos enamorados que no pueden amarse? Una sociedad que piensa que la homosexualidad es una enfermedad y que puede ser "curada" a través de terapias de conversión. Un sacrificio y un corazón puesto en libertad que en reali...