Capítulo XI - Infierno I

159 32 46
                                    

A Zayn le había costado mucho asimilar lo que había pasado. Sintió unas manos empujándolo y luego simplemente se vio en el suelo con un rizado bastante afligido, escuchando como la puerta se cerraba de inmediato. 

—¡LIAM!—. Empezó a gritar y a ponerse de pie tratando de abrir la puerta que no cedió ante sus intentos. —¡¡MIERDA NO!! LIAM—. Sentía que podía desmayarse del dolor en cualquier momento pero al sentir la hierva mojada bajo sus calcetines reaccionó y recordó que tenía una promesa que cumplir. Cuidar a Harry.

—Ven, tenemos que irnos—. Dijo mientras trataba de que el rizado se levantara. 

—Vamos a cargarlo y lo llevaremos, no podemos quedarnos por más tiempo aquí, nos van a descubrir y vendrán por nosotros—. Ni Carlos ni Merly se habían ido aún, no se iban a ir sin ellos. 

Cargaron a aquel cuerpo que yacía con la mitad de su alma porque la otra mitad se había quedado en ese infierno. 

Corrieron hacia el bosque que tenían en frente con un poco de dificultad por el peso de Harry. Carlos y Merly lo habían tomado de ambas piernas mientras Zayn lo sostenía de la espalda para que no se cayera. 

Al llegar a la entrada del bosque se escondieron tras los arbustos que habían, la oscuridad de la noche los ayudó a camuflarse bien en el momento en que dos señores habían pasado por ahí conversando. Trataron de no hacer ruido, el rizado ya ni si quiera sollozaba, a penas y respiraba. 

—¿Dónde mierda estamos?—. Carlos había empezado a observar el lugar y no podía reconocer nada, ni si quiera había una carretera cerca como para salir y pedir ayuda. —¿A dónde iremos? No podemos entrar en el bosque, es peligroso.

—Creo que no tenemos alternativa, ¿Ves eso?—. A lo lejos se podían visualizar rejas que encerraban al lugar, milagrosamente habían escogido bien la puerta ya que era la única que daba total libertad a quien saliera por ahí. 

—Bien, estaremos bien. Debemos apresurarnos antes de que se haga más de noche—. Zayn y Carlos apoyaron los brazos de Harry en sus hombros tratando de ayudarle a caminar porque el pequeño no tenía fuerzas. Merly se encargó de ir al frente guiándolos por un camino lleno de plantas pequeñas que los rozaban al caminar. 

—Será inútil que caminemos sin rumbo, debo saber que tan largo es el bosque—. Dicho esto Merly trepó uno de los árboles haciéndolo con bastante facilidad. De pequeño había sido enviado a un campamento en el que sus padres lo habían metido obligadamente ya que, igual que la clínica, era de conversión. Ahí aprendió algunas cosas sobre la naturaleza y claro, aprendió a trepar.

—¡Veo la carretera! —. Escogió un buen árbol ya que, al llegar un poco más allá de la mitad, pudo visualizar todo el bosque y a menos de 1 kilómetro de distancia  se encontraba una carretera.  

Los dirigió hasta la salida del lugar con un poco de dificultad y con mucho dolor. Iban descalzos por lo que muchas piedras y plantas se clavaban en las plantas de sus adoloridos pies. Carlos y Zayn llegaron casi sin aliento al tener que cargar al rizado quien, a la mitad de camino, recién empezó a caminar por su propia cuenta saliendo un poco del colapso que estaba viviendo. 

Los chicos comenzaron a caminar por la carretera a pesar del frío que sentían. Tenían que alejarse de ahí en caso de que alguien los viera, no podían correr el riesgo de quedarse. Afortunadamente un auto paso por ahí y Merly corrió de inmediato a la mitad de la carretera para hacer que pare, fue peligroso, si, pero la desesperación y angustia de salir de ahí era más.

—¿Se encuentran bien?—. Había preguntado la señora que iba de copiloto.

—¿Podrían llevarnos al parque central por favor? Estamos perdidos. 

ConversiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora