08 - EXTRAÑOS
—¿Te encuentras bien? ¿Necesitas ayuda?
Su voz era suave y resonó por todo el lugar, el miedo hizo que no pudiera articular ni una sola palabra, solo podía mirarlo. Era alto, el cabello liso y largo de color negro caía por su frente hasta la altura de sus cejas, por la poca iluminación y la lejanía entre ambos no pude distinguir las facciones de su rosto, y tampoco preste demasiada atención a su atuendo.
Pensé por unos segundos la idea de levantarme y correr, ¿pero hacia dónde? Sigo sin querer ver el rostro de Helena, aunque tal vez eso sería mejor que estar sola con un desconocido sobre un puente durante la madrugada.
Me arrepentí de no haberme levantado en el segundo que volví a levantar la mirada, él ya estaba a pocos pasos de distancia, viéndome con detenimiento.
—No sé que te pueda estar pasando, pero te aseguro que esta no es la solución —hablo con rapidez y un toque de temor.
Sus palabras me provocaron una mueca de indignación, entendí perfectamente a lo que se refería. No, no quería lanzarme del puente, eso ni siquiera provocaría mi muerte, solo muchas fracturas, no tiene la altura necesaria y sería más efectivo durante el día, mientras los autos pasan... pero eso no es por lo que estoy aquí.
—No pienso suicidarme —le aclare al chico abrazando con más fuerza mis piernas.
Él lo pensó por un instante, para luego hacer algo que no me esperaba, se sentó a mi lado.
La cercanía entre nuestros cuerpos hizo que un escalofrió viajara por toda mi espina dorsal. Acomodo el skate a su izquierda y adoptó la misma postura que yo, puso sus manos sobre sus rodillas y hecho la cabeza hacia atrás, recargándola contra la estructura que nos sostenía.
No pude evitar cuestionarlo con la mirada cuando cerro los ojos, definitivamente algo dentro de su sentido común falla, quién dentro de su sano juicio se sienta junto a una desconocida que tiene un aspecto horrible, podría ser un espectro del mal o algo parecido y, aun así, aquí esta.
Mis ojos se concentraron en sus uñas, estaban pintadas de un azul oscuro, pero lo que había llamado mi atención no era eso, sino en como el esmalte pintaba el contorno de la misma, él no era el mejor en eso.
Su presencia fue incomoda los primeros minutos, hasta que lo único que escuchaba era a mi respiración intentando volver a la normalidad, el dolor en mi pecho comenzó a disminuir y mi cuerpo dejo de temblar por la cólera.
—Dicen que desahogarse con un extraño es algo bueno —su voz rompió el silencio, sus ojos se clavaron en mi rostro de una manera que me transmitió seguridad—, si quieres podemos averiguarlo, dime que te sucede y tal vez yo pueda ayudarte.
Nunca antes había estado en una situación similar, apreté la tela bajo mis dedos con inseguridad, sí quería hablar, pero mi terapeuta de confianza se encontraba al otro lado del Atlántico. Por ahora lo único que tenia era a un chico amable con las uñas mal pintadas.
Me di cuenta que mi sentido común estaba tan dañado como el suyo cuando las palabras comenzaron a salir de mi boca sin mucho control.
—Hace poco perdí a mi padre, y me quedé sola con mi hermano, bueno, nos quedamos solos con nuestra madre —hundí el ceño al recordar a la mujer el día que la conocí—. Ella es una completa desconocida y hoy tuvo el atrevimiento de criticar una de las pocas cosas estables en mi vida, juzgo cada aspecto de su personalidad, de lo que pudo hacer mejor y lo que a su parecer no debió hacer —me tome un segundo para contener el llanto, lo que menos deseaba era seguir llorando por su culpa, no lo merecía—, hizo comentarios sobre la única persona que se hizo cargo de sus hijos, sobre nuestro padre, el único hombre que nunca me dejo sola, al menos hasta hace poco.
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Desde Cero
Teen FictionEN PAUSA Estabilidad, es la cuerda por la que he caminado difícilmente desde el comienzo, y hasta hace poco podría jurar que todo a mi alrededor me brindaba seguridad. Perdí todo lo que alguna vez pude tener, y esa cuerda por la que caminaba fue cor...