La puerta de la casa de campo de Pond era tocada de una manera insistentemente molesta.
Naravit estaba tomando una ducha, así que, en algún momento comenzó a molestarse al grado de salir de su agradable bañera.
Porque, ¿Quién podría ir a su casa de campo en esas fechas?
Vamos, eran vacaciones, incluso las pocas personas que vivían cerca de ahí preferían ir a la cuidad a pasar un buen rato.
Quiso solo enredarse una toalla en la cintura para ir a ver de quién se trataba, sin embargo, solo se puso un par de shorts algo viejos y con incontables manchas de pintura, pero muy cómodos.
¿Y playera? ¿Quién necesita eso cuando se vive solo?
—¡Voy!— grito mientras bajaba las escaleras con el ceño fruncido.
Tomo un gran respiro antes de abrir la puerta, no quería ser poco modesto con la visita.
Agarró sus llaves y abrió la puerta, encontrándose frente a él la peor imagen que jamás hubiese podido imaginar, o siquiera esperar.
Vió frente a él un escenario tan triste que su corazón comenzó a doler.
Se sentía como sí estuvieran quemadolo por dentro.
Parado bajo el techo del pequeño corredor de la casa, estaba Phuwin, quien se encontraba llorando con tanto ímpetu y con melancolía en demasía, que el alfa no dudo un segundo en atraerlo hacia él y abrazarle fuertemente.
Sintiendo como poco a poco las temblorosas manos de Phuwin se aferraban a su espalda y su cuerpo entero se estremecía ante sus constantes espasmos.
En cualquier otra ocasión sería divertido ver cómo el omega debía parase de puntitas para alcanzarle, pero ahora, solo le lastimaba ver cómo este hacia lo que fuera por aferrarse a él.
Incluso Phuwin se había refugiado en el cuello del mayor, se había hecho un espacio en esa zona, tratando de respirar, aunque fuera un poco, o por un efímero momento, las feromonas que no poseía el alfa.
Tenía vagos recuerdos de el aroma de Pond tranquilizandole cuando ambos eran pequeños, así que de alguna forma lo anhelaba.
Ahí estuvieron el tiempo suficiente como para que Phuwin se calmara, aunque fuera solo un poco.
—Phu, ¿Me dejas cerrar la puerta?— preguntó el alfa en voz baja cuando sintió que el menor estaba relativamente más tranquilo, el mencionado asintió, separándose lentamente del mayor.
Pond fue y cerró la puerta, cerró también los ojos con rapidez tratando de asimilar la situación, aunque realmente no entendía casi nada.
Se sentía tan estúpido al no comprender nada.
¿Era así como se sentía saber que la confianza que algún día le había tenido el menor ahora era nada más que un vago recuerdo?
Sin pensar más en ello sacudió la cabeza y se giró hacia Phuwin, quien lo recibió con lágrimas en los ojos.
—¿Puedes abrazarme de nuevo? Realmente lo necesito.
Más que una petición, era una orden. El alfa podía adivinar, aún sin percibir las feromonas del otro, lo triste y amargo de estás.
Y aún si la pregunta no hubiese sido expresada, Naravit sabía perfectamente lo que tenía que hacer.
Sabía qué, cuando en las últimas y escasas veces dónde el omega había llegado a visitarle, había sido únicamente para encontrar el consuelo necesario que el alfa podría brindarle.
Porque últimamente sólo iba a eso.
Y aunque a veces Pond no podía evitar sentirse usado, tampoco podía rehuir del sentimiento de felicidad que le albergaba al tener a Tangsakyuen visitandole.
Aunque tampoco era agradable saber que solo le visitaba en sus momentos de debilidad.
Así que ahí estaban, en absoluto silencio, parados en medio del living, fundidos en un cálido y reconfortante abrazo.
No hacían falta las palabras, o siquiera explicaciones.
Porque Pond sabía que era mejor esperar a que Phuwin se tranquilizara para que él, por su cuenta, dijera que era todo aquello que le tenía tan triste.
Siempre era así.
Esa era su función como su mejor amigo, sí es que lo seguía siendo.
El alfa espero y esperó. Esperó hasta que los espasmos se detuvieran, hasta que los sollozos se perdieran en el silencio.
Incluso podía sentir como su pecho estaba completamente húmedo debido a las lágrimas del omega.
Entonces el silencio reinó, solo siendo opacado momentáneamente por los pequeños vestigios del anterior llanto.
—¿Más tranquilo?— se atrevió a preguntar el mayor, con voz suave y dando pequeños masajes a Phuwin en su cabellito.
El omega solo asintió, aún con silenciosas lágrimas recorriendo su sonrojado rostro, y limpiando las mismas con las mangas de su suéter azul.
—¿Quieres hablar sobre eso?— sugiere con precaución.
Phuwin no responde, solo se limita a abrazar aún más fuerte a Naravit, refugiándose más en su cuello y buscando, en vano, la tranquilidad que quiere.
Buscando inconscientemente impregnar en su cuerpo las inexistentes feromonas del mayor como acto reflejo.
Y vaya, justo en momentos como ese, Phuwin de verdad deseaba poder percibir aquel aroma a café que estaba presente exclusivamente en su memoria.
—Neo...— dijo, en apenas un murmullo —Neo, me pidió el divorcio.
Finalmente, aquello había sonado tan lastimero que Pond sintió como su mundo se venía abajo, pues de alguna forma el dolor del omega era su propio dolor.
Él realmente estaba sintiendo el mismo dolor que el omega expresaba con su llanto.
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too close ; pondphuwin
Fanfiction¡omegaverse! Donde Pond es un alfa defectuoso y Phuwin un omega divorciado. ᯅ̈♥︎'- pond + phuwin