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Cinco meses y medio habían pasado desde la separación de Phuwin y Neo

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Cinco meses y medio habían pasado desde la separación de Phuwin y Neo.

Aparentemente, las cosas estaban mejorando para el omega, sin embargo, aún habían momentos donde la tristeza lo invadía, provocandole un dolor agudo en lo más profundo de su corazón.

Haciendole sentir la necesidad de ser abrazado con fuerzas, de ser sanado.

Eran esos momentos donde el pelinegro encontraba un pequeño refugio en los brazos del alfa, o en la ropa de este al hacer rápidos y desordenados nidos, ver esas escenas, vivirlas, hacían que Pond sintiera una enorme tristeza que le carcomía el alma, pero también, de cierta forma, el alfa se sentía verdaderamente útil cuando eso pasaba.

Aunque también sentía impotencia al no poder darle a Phuwin el cobijo que realmente necesitaba.

Al no ser de completa ayuda.

Todo por ser un alfa incompleto.

Uno inservible.

¿De qué le servía a Phuwin tener un alfa cerca sí cuando más lo necesitaba, este no podía ser capaz de tranquilizarlo con sus feromonas?

Él solo era un refugio, más no un catalizador.

Y cada vez que pensaba en eso, su pecho dolía como sí un millón de agujas hirviendo se clavaran en él.

Él solo era una decepción, incluso un beta podría ser mejor compañero que él.

—¿En qué piensas?— pregunta la suave voz adormilada de Phuwin.

Recién había tenido una recaída, y cada que lo hacía, rápidamente se refugiaba en los brazos del alfa y se obligaba a dormir, ya que, según sus palabras, cuando dormía dolía menos.

Pond mira con cariño desbordante al omega, quién por un momento logro dejar en segundo plano sus pensamientos pesimistas.

—¿Estás despierto?— desvía el tema rápidamente recibiendo un perezoso asentimiento del menor —¿Se te antoja comer algo?

—No, solo quiero quedarme de esta forma un poco más.

Las manos del menor rodean el cuerpo del alfa, sosteniendolo en un suave abrazo que hace que el corazón del castaño se desborde de felicidad.

Momentos como ese hacen que el egoísmo de Pond crezca, queriendo hacer suyo por completo al omega que sostiene en brazos.

Le hacen querer tenerlo solo para él, para así poder adorarlo tanto como desea.

Deseando hacerlo suyo con un fervor inigualable para poder atesorarlo por el resto de su vida.

—Entonces...— nuevamente, la voz de Phuwin lo saca de sus pensamientos —¿Me dirás qué te tenía tan tenso hace un momento?

Está vez, el más bajito suena mucho más consciente que antes, dejando presente el claro tono melancólico que aún conserva su voz.

—Pensaba en lo lindo y calientito que eres— responde de inmediato el alfa, dejando un pequeño y rápido besito sobre la cabeza de Phuwin.

too close ; pondphuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora