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María Concepción partió de este mundo dejando a su amada hija a manos de su madre María Imelda, quien poco a poco rasgo el alma y pasión de la joven hasta convertirla en una sobra de la jovial, testaruda y vivaracha chiquilla que fue antaño cuando su madre aun vivía...algunos agradecieron que la calma y prudencia ahora fueran características de la pecosa castaña, propias de una dama de su posición. Mientras que algunos extrañaban un poco aquella esencia pues les recordaba a la difunta matriarca; todos admiraban como tristemente poco a poco la luz de Francisca Imelda se opacaba...

Una tarde en la plaza de algún pueblo de Hidalgo, una bella castaña con rosas en los brazos permanecía sentada en un banca del atrio de la iglesia esperando que su abuela se desocupara para llevarla a la casa, hace mucho que dejo de intentar divertirse escribiendo o jugando, o platicando con los niños y jóvenes que transcurrían cerca de aquel lugar, pues no era propio de alguien como ella, fue la voz cantante de un desconocido provoco que Francisca se moviera curiosa hacia la reja para ver como un tumulto se centraba al rededor del kiosco; ignorando que su abuela la regañaría, llego al centro de aquel grupo de personas y observo a un joven quien despreocupado cantaba, haciendo que muchas señoritas suspiraran y rieran nerviosas cuando algún verso de la canción era acompañado de una mirada ámbar y una sonrisa coqueta del joven, incluso un par de parejas se animaron a danzar son del conjunto que acompañaba al muchacho.

Aparentemente no le puso mucha atención a la canción pues prontamente el joven se detuvo para posteriormente acercarse a uno de los músicos que se encontraba cerca. Francisca los miro discutir un momento y al ver que la multitud se disipaba hizo ademan de retirarse cuando las notas de cuerdas surgieron y acorde a ellas la voz, profunda e hipnotizante del dueño de una mirada ambarina.

Qué bonitos ojos tienes
Debajo de esas dos cejas
Debajo de esas dos cejas
Qué bonitos ojos tienes

Ellos me quieren mirar
Pero si tú no los dejas
Pero si tú no los dejas
Ni siquiera parpadear

Malagueña salerosa

Se detuvo al escuchar la bella canción y mientras esta avanzaba ella volvía su ubicación anterior cerca del grupo de hombres frente al pequeño edificio.

Besar tus labios quisiera
Besar tus labios quisiera
Malagueña salerosa

Y decirte niña hermosa
Que eres linda y hechicera
Que eres linda y hechicera
Como el candor de una rosa
Malagueña salerosa

Mientras la voz del joven le endulzaba el oído podía sentir como los profundos y oscuros citrinos fijos sobre si; sintió como poco a poco su rostro se calentaba tornando rojizas sus mejillas, y pudo admirar la galante sonrisa del rizado; quedo pasmada y fue fácil para el jovial cobrizo raptar a la castaña para que poco a poco lo siguiera quedando justo al centro del reformado grupo, aquella exhibición dejaba en claro una declaración... poco apropiada para una dama como la castaña, a quien poco le importo, sintió como poco a poco regresaba una parte de ella que pensó marchita. Sintió el leve movimiento del joven invitándole a seguir con él son de la música.

Si por pobre me despreciasYo te concedo razónYo te concedo razónSi por pobre me desprecias
Yo no te ofrezco riquezasTe ofrezco mi corazónTe ofrezco mi corazónA cambio de mi pobreza

Por un instante volvió a ser la niña alegre y vivaracha, en brazos de aquel joven se divertía y su corazón revoloteaba como un colibrí haciéndole por primera vez en años sentir... sentir algo mas allá del pesar, la tristeza, la culpa y la responsabilidad. La alegría nuevamente lucia en los enormes espejos castaños de la joven.

Bajo las miradas de la multitud ambos danzaban como si lo hicieran hace años. Habían diferentes sentimientos ocultas tras los muchos pares de ojos que admiraban los airosos movimientos de los jóvenes, que iban desde la ternura, la envidia y molestia... el desdén, este ultimo era el caso de anciana Diosdado que miraba como su trabajo de años se derrumbaba ante sus ojos. También entre la multitud se encontraba William Shelley hijo mayor de Concepción , quien se había preocupado de la demora de su hermana y abuela, ahora miraba feliz como su hermana recuperaba un poco de su esencia ferviente y vibrante; gusto que no le duro mucho pues vio como la anciana jalaba a su hermana y la llevaba a su lado y luego tiraba de ambos camino a la casona de la familia...






No merezco perdón pero espero que les guste este pequeño corto....

Headcanon FrankeldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora