Turbulencias.
Se escuchaba el traqueteo de los dedos de la señora sentada al otro lado del pasillo sobre el apoyabrazos. No había nadie hablando. Supongo que a nadie le gustaban las turbulencias, o al menos no todos las llevábamos tan bien como las azafatas, que charlaban al fondo del avión, sentadas en sus asientos, y Lorena, que ojeaba la revista del avión con aburrimiento. Ali a su lado se estaba despertando de los pequeños botes que daba el avión. Nerea y yo, por otra parte, estábamos las dos agarradas a los apoyabrazos con una mano y con la otra nos agarrábamos la una a la otra. No podía ver mi cara, pero estaba segura de que estaba mucho más blanca que la de Nerea. Lola, sentada detrás de nosotros escuchaba música mirando por la ventana, aunque parecía mas calmada también se aferraba con las manos al asiento.
⁃ Mirar la tormenta –comentó Lola dando golpes en nuestros asientos.
⁃ ¿Tú crees que me apetece mirar ahora mismo por la venta? –se quejó Nerea que miraba a su regazo.
⁃ Dios, no soporto las turbulencias –solloce apretando la mano de Nerea.
La cabeza de Lorena apareció entre los asientos y sonrió.
⁃ Las he visto peores.
⁃ Sí, pero no nos han tocado a nosotras –mascullé mirando por la ventana.
Las nubes negras que rodeaban el avión me hicieron volver a mirar a Lorena, que sonrió con malicia antes de girarse. No nos faltaba mucho para aterrizar. Según habían comunicado la tripulación, había una pequeña tormenta en la isla, lo cual no supondría ningún problema a la hora de aterrizar, pero si algunas "pequeñas" turbulencias.
Abrí los ojos cuando tocamos tierra. Gracias a dios. Lorena se quitó el cinturón de seguridad y se subió en el asiento para mirarnos a todas a ver si a alguna le había dado un yuyu de tanto bote. Todo el mundo se levantó corriendo y se pusieron a coger las maletas, y ni siquiera habían abierto las puertas del avión, así que el pasillo estaba atascado. Decidimos que lo mejor era quedarnos sentadas hasta que los impacientes salieran, de todas formas teníamos que esperar las maletas, e iban a tardar en subirlas.
⁃ ¿Alguna vio por internet el tiempo que iba a hacer? –preguntó Ali, que se colocaba el pelo y las gafas después del sueñecito que se había echado.
⁃ Decía que iba a estar hoy algo nublado, pero al parecer ha acabado en lluvia -contestó Lorena.
Nerea hizo un mohín con la boca y miró por la venta.
⁃ Venimos a la playa a ver llover. Genial. -masculló.
Lola la revolvió con una mano el pelo y se inclinó sobre nosotras.
⁃ Tranquila pichurra, que el hotel tiene de todo para que no nos aburramos durante al menos dos días –Lola miró por la venta y luego el móvil-. Según el tiempo de mi móvil esto mañana se ha acabado.
⁃ Pues menos mal –Lorena se estiró como pudo y observó el pasillo atestado de gente-. Ahora esperemos a que salgan, no quiero que me den con las maletas.
Cuando la mayoría de la gente ya había salido, buscamos nuestras maletas de mano y salimos del avión despidiéndonos de las azafatas. Ahora tocaba esperar los maletones, que con la lluvia lo más seguro es que tardaran más de lo normal en llevarlos a la terminal. Así que cuando llegamos a las cintas, aun la de nuestro vuelo no estaba en marcha, por lo que nos sentamos en la zona metálica de la cinta contigua. Un guardia de seguridad nos observaba por sentarnos, pero nos dio igual, las turbulencias nos habían agotado y necesitábamos descansar.
Pasados quince minutos, Ali nos avisó de que la cinta empezaba a moverse, así que nos acercamos a esperar nuestras maletas. Sobra decir que salieron de las últimas para nuestro disgusto y que encima las tuvimos que coger entre dos de lo que pesaban.
Al menos no tardamos mucho en salir del aeropuerto. Íbamos haciendo planes de las cosas que podíamos hacer esa tarde en el hotel mientras esperábamos que la lluvia acabara. La opción más votada era la piscina interior y luego ir al spa. Relajación para empezar bien.
Las puertas de cristal se abrieron y salimos a la calle. El ambiente era húmedo a más no poder, pero no hacia ni remotamente el frio que estaba haciendo en Madrid. Había un montón de taxis esperando aunque también había un montón de personas esperando para cogerlos.
⁃ ¿Qué hacemos? –pregunté mirando a las chicas-. No cogemos todas en un taxi de esos con tantas maletas.
⁃ Quizás deberíamos de alquilar dos, así vamos más cómodas –propuso Ali que ya estaba en busca de dos taxis libres que estuvieran cerca.
⁃ Pero tendremos que pagar el doble –dijo Nerea- y no iremos juntas.
Ahora que lo pensaba, no había caído en cuanto dinero metálico había cogido. Estaba tan acostumbrada a pagar con el móvil, que no había caído en la posibilidad de que el taxi no tuviera un datáfono.
⁃ Creo que tengo la solución a nuestros problemas –Lola señaló a un mega taxi que estaba haciendo entrada en la zona de aparcamientos.
⁃ Sí, pero ahí hay un grupo de chicos que se acercan ya a el –dije señalando a los guiris rubitos.
Lorena nos miró a toda con una sonrisa y agarró bien sus maletas.
⁃ No se vosotras, pero yo paso de pagar más...
Nos miramos entre todas y sujetamos bien los bolsos y las maletas. Solo esperaba que ninguna se resbalara por el suelo húmedo y algo embarrado.
⁃ ¡Correr! –grité, y todas salimos siguiendo a Lorena todo lo rápido que podíamos.
Pasamos al lado de los rubitos, que se quedaron flipando al vernos correr como locas gritando hacia el taxi. Hubo palabrotas, quejas y algún tropezón, pero llegamos las primeras y sin ninguna caída. Todas soltamos las maletas y tomamos un poco de aire. Lola, con su don de gentes, se acercó al taxista para preguntarle cuanto nos cobraría por las cinco hasta el hotel.
⁃ Hey.
Todas nos giramos hacia los guiris. El chaval que nos había venido hablar era alto, con el pelo rubio, una gorra negra dada la vuelta y un piercing en el labio. No tarde ni dos segundos en babear mentalmente, y en que Nerea me diera un pellizco disimulado en el brazo. La mire de reojo y sonrió diciendo con la mirada "tienes las bragas en el suelo, recogelas".
⁃ Teníamos pensado coger ese taxi –nos dijo el chico en inglés.
⁃ Hemos llegado antes –contestó Lorena encogiéndose de hombros.
⁃ ¿Es que era una carrera? –preguntó otro del cuarteto, que parecía algo más mayor que el otro chico, bastante bueno también.
⁃ Si, y habéis perdido –dijo Ali.
⁃ Pero no os preocupéis por eso, ya ganareis otra vez –añadí con una sonrisa mirando al del piercing, que me miraba flipando.
Antes de que pudiera replicarme, apareció Lola en escena y nos dijo que ya podíamos subir, que el tío nos ayudaba a meter las maletas.
Todas nos giramos dejando a los cuatro chicos ahí, y nos acercamos al maletero, donde el taxista nos ayudó con una sonrisa (algo bastante forzada) a subir las maletas. Me fijé en que los rubitos seguían ahí parados, observándonos y hablando entre ellos en inglés mientras cargábamos el equipaje. Y daba la impresión de que no era nada bueno lo que comentaban por las miradas que nos dirigían.
Una a una fuimos subiendo y les dijimos adiós con las manos, recibiendo miradas asesinas. Cuando cerré la puerta tras de mí, baje la ventanilla y mire al guapito de la gorra.
⁃ Hasta la próxima.
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Incondicional (Luke Hemmings)
Fanfic-¿Por qué? ¿Por qué tiene que ser así? -pregunté desesperada. Él apretó los puños y miró al suelo. -Porque jamás pudo ser de otra forma.