Capitulo 27

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Arrojando una manzana hacia arriba, la atrape en el aire y observé a Francis a traves de la cocina. El rubio estaba ya vestido con su feo uniforme de chofer, sentado frente a la mesa con su taza de Mafalda rellena de café mientras leia el diario. Se habia zambullido dentro de su habitación en cuanto llegamos al
departamento y mencione su "pequeño momento de locura", como él decidio llamarlo, con el Señor Adam.

Esta mañana ni siquiera me habia dado los buenos días, como si esperara que me olvidara de su existencia.

Por desgracia para él, tenia una excelente memoria. Dandole una mordida a mi manzana, me deje caer en la silla frente al rubio y lo miré.

—Y dime, Francis —intenté sonar casual—. Entre tu y el señor Adam, ¿que sucede?

El rubio bajo el diario unos centimetros, mirandome sobre el borde con sus oscuros ojos antes de volverlo
a colocar tapando su rostro. No dijo una palabra, ni siquiera hizo un sonido que me diera la seguridad de que me habia escuchado.

—¿Francis? —llamé suavemente.

—¿Que se te ofrece, Zabdiel? —su voz sonó chillona y nerviosa, reí entre dientes.

—¿Contestarias, por favor, lo que te pregunte?

Volvió a bajar el diario, solo lo suficiente para que viera sus ojos—. ¿Que preguntaste?

—¿Entre tu y el señor Adam...?

—Hay una relacion de empleado y jefe como cualquier otra, no hagas preguntas estupidas. No te metas en mi vida. ¡Jamas dije que nos besamos! ¿De que rayos estas hablando, De Jesús? Debes dejar el maldito café, esta afectando tu pequeño cerebro. Alucinas, realmente, no puedo creer que hayas dicho que sucedio algo entre nosotros. Realmente me ofendiste, Zabdiel, no puedo creer que no pueda tener paz en mi propia casa. ¡Me sigues pidiendome que te cuente lo que sucedio! Jamás te lo diré, nunca. —volvió a colocar el diario en su rostro cuando eleve una ceja.

—¿O sea que tu y Adam...?

—Nada, no sucedio nada.

—¿Seguro? —sonreí—. Estoy casi seguro de que mencionaste un beso.

—No, jamás dije esa palabra —arranque el diario de sus manos—. ¡No hagas eso, devuelveme mi diario!

—No, primero dime lo que sucedio —pedí—. ¿Tu no eras hetero, Francis? ¿Que rayos sucedio?

—Yo jamás dije ser hetero, tu asumiste que lo era.

Fruncí el ceño, mirandolo con total confusión. Francis habia traido varias citas al departamento en los años que lo conocia y todas habian sido mujeres, por lo que supuse que era hetero pero ahora que lo pensaba, jamás le habia preguntado a Francis si lo era. ¿Dios, habia vivido todo este tiempo con un gay reprimido?

Abrí la boca para preguntarle por ello cuando mi celular comenzo a sonar dentro de mis jeans, le hice una seña con el dedo para que esperara.

—Zabdiel De Jesús. —contesté al no reconocer el numero.

Francis se puso de pie e intento ir hacia la puerta pero lo retuve de una mano, jalandolo hasta que ambos caimos al suelo. Tenia toda la intención de averiguar que se traia antes de que salieramos hacia la casa de los Vélez.

—Señor De Jesús, habla el profesor Patrick Mason —me congele al escuchar el nombre, cosa que Francis
aprovecho para hacerme a un lado y ponerse de pie—. Lo estoy llamando por su petición para ser mi aprendiz.

Patrick Mason era uno de los mejores profesores de Literatura Inglesa que habia nacido, el hombre era como una maldita fuente de conocimiento y todos los años tomaba un aprendiz para que pudiera aprender, tanto en su clase como sus metodos de enseñanza. Era algo realmente increible ser elegido para ser su ayudante por un año pero tambien era consciente de que el hombre buscaba a los mejores
estudiantes, ya que no le gustaba perder el tiempo. El que me estuviese llamando era shockeante.

—He llamado a su Universidad y hable con varios de sus profesores, señor De Jesús, y debo decirle que estoy realmente sorprendido. Todos ellos hablaron muy bien de usted y estan dispuestos a hacer cartas de recomendación —siguió—. Se graduó como el mejor de su clase y parece tener una verdadera pasión por la literatura. Todas esas cosas lo harian un aprendiz perfecto pero hay un pequeño problema.

—¿C-cual? —tartamudee.

Francis se detuvo en el umbral de la puerta y me miró con atención.

—Usted vive en Miami. —afirmo—. ¿Estoy equivocado?

—No, no esta equivocado —negué—. Esto viviendo en Miami en este momento.

—Ese es el problema, señor de Jesús—apuntó—. Para ser mi aprendiz deberia mudarse a New York por un año completo.

—¿Que...? —me atoré—. Pero usted estaba dando clases aquí.

—Me trasladé este año —suspiró—. Sé que es un cambio drastico y por ello he estado pensando en su petición por mucho tiempo pero creame cuando le digo que estoy realmente impresionado con sus recomendaciones y me encantaria tenerlo como mi aprendiz.

—Yo... yo... —tragué—. No sé si pueda trasladarme.

Se escuchó un sonido de interferencia antes de que volviera a hablar—. Hagamos esto, señor De Jesús. Tiene tres semanas para decidirlo a partir de hoy, voy a lamentarlo pero si usted no llega para la fecha limite el lugar será ocupado por otro estudiante.

—No sé si pueda...

—Pienselo —me interrumpio—. Lo llamare en un par de semanas para ver que decidio. Aunque espero que decida venir, estaré de acuerdo con cualquier decisión que tome.

Despidendose rapidamente, la llamada se cortó y me quede mirando la pared blanca como un idiota.

Esto no podia estar sucediendome ahora, habia esperado tanto tiempo por esa llamada pero ahora no estaba ni la decima parte de contento que se suponia que estaria. No podia moverme a New York, mi vida estaba aquí. Christopher estaba aquí. Pero era una oportunidad unica y solo sería un año.

Soltando el telefono, me pasé las manos por el rostro intentando llegar a alguna respuesta.

—¿Que sucede? —Francis musito desde la puerta.

—¿Recuerdas la beca para ser aprendiz del profesor Mason?

—Si, claro, estuviste emocionado por semanas luego de que enviaste la solicitud. —rió entre dientes, esta vez no lo pude acompañar.

—Acaba de llamarme, me acepto. —susurré.

—Eso es genial, Zabdiel —saltó frente a mi—. ¿Porque rayos no estas contento? Eso es lo que querias.

—Debo mudarme a New York por un año, Francis —lo miré—. No puedo hacerlo, no puedo dejar a Christopher, él me necesita.

Francis me miró por unos minutos, mordiendose el labio, pensativo—. ¿Y que hay de lo que tu necesitas, Zabdiel? Has esperado esta oportunidad por años, ¿vas a dejarla ir así como así?

—No voy a dejar a Christopher —aseguré—. Él es lo que necesito ahora, ser aprendiz... eso ya no importa.

Levantandome del suelo, tome mi celular y me dirigi a la puerta.

—No dejes pasar esta oportunidad como si no importara —Francis me siguió—. Piensalo, Zabdiel, no tomes
una decisión apresurada.

Asintiendo a medias, baje rapidamente las escaleras escuchando a Francis cerrar la puerta detrás nuestro. Ambos llegamos al auto al mismo tiempo, el rubio se metio en el asiento del acompañante de un salto logrando que mi pobre auto se meciera sobre sus ruedas. El idiota iba a terminar rompiendolo.

—¿Asi que tu y Adam se besaron? —pregunté, encendiendo el auto y sacandolo del estacionamiento.

—Conduce y manten la boca cerrada. —gruño.

Por primera vez, en todos los años que llevaba de conocerlo, Francis no hablo en todo el camino. Su mirada estaba enfocada en la ventana y la verdad no tenia ganas de seguir fastidiandolo. Lo de New York aun estaba picando en la parte trasera de mi mente y sabia que no ser iria pronto.

Entrando por el camino de entrada de los Vélez, visualice rapidamente la forma delgada de Christopher apresurandose hacia el auto. Abriendo la puerta rapidamente, lo atrape entre mis brazos dandole un ligero apretón. Besando su cabello, respiré el suave perfume de su loción. No, no necesitaba más que esto. Christopher me necesitaba aqui, debia quedarme con él aun si eso me costaba mis sueños.

BRAVE 《Adaptación》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora