Capitulo 12

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Acariciando el cabello de Christopher con suavidad, enrede las oscuras hebras de seda antes de dejarlas
caer nuevamente. Los ojos del castaño revoloteaban intentando permanecer abiertos pero podía ver como el cansancio estaba ganando la partida. Acunandolo contra mi pecho, me meci suavemente hacia los lados sonriendo cuando el niño se rindio ante Morfeo, hundiendose en un tranquilo sueño.

—Lo que daría por borrar toda tu tristeza. —susurré mientras me inclinaba rozando mis labios en su mejilla.

Con un suspiro derrotado, me puse de pie con cuidado reteniendo mi preciosa carga contra mi pecho en un intento de no despertarlo mientras lo hacia. Entrando a su habitación, lo coloque suavemente sobre la cama preguntandome si era acertado dejarlo solo. No tenía ni idea de como iba a reaccionar el niño.

Las largas pestañas de Christopher revolotearon, abriendose apenas unos centimetros para mirarme directamente.

—Vuelve a dormir, ojos bonitos. —dije suavemente mientras lo cubria con una manta—. Iré a hablar con tu tío.

—Esta bien. —su voz se mezclo con un suspiro antes de que se enroscara sobre si mismo.

Sonreí con ternura. El chico era realmente precioso. Poniendome de pie, fui hasta la ventana y arroje
las cortinas cerrandolas para evitar que la luz del sol molestara a Christopher. No quería que nada lo alterara, tenía
la impresión de que el chico estaba colgando de un hilo y cuanto menos se estresara mejor. Una vez que me aseguré de que la habitación estaba oscura me dirigí a la puerta y salí al pasillo, pasando por el baño para recojer mi camiseta.

La oficina del señor Adam quedaba en la planta baja, al fondo de un largo pasillo lleno de pinturas que podia apostar lo que fuera eran muy caras. La puerta estaba hecha de madera de cerezo, gracias a la tienda de muebles de mis padres podía distinguir perfectamente unas de otras. Tambien sabía que una puerta así de maciza costaba una buena cantidad. Golpeando mis nudillos sobre la misma esperé la
invitación para poder entrar.

—Oh Zabdiel, eres tu. —Adam recogio las carpetas de su escritorio rapidamente antes de hacerme un
gesto para que me sentara en la silla frente a él—. Toma asiento, por favor.

—Gracias. —hice lo que me pidio antes de cruzar las manos sobre mis piernas y mirarlo directamente—. ¿De que quería hablarme?

Adam se sentó en la silla detrás del escritorio mientras soltaba un suspiro largo. Su cabello castaño, al igual que el de Christopher, permanecia desordenado por la pelea y podía ver el cansancio adueñarse del verde de sus ojos mientras me miraba.

—Yo... —se mordio el labio sacudiendo la cabeza y mirando a todas partes antes de volver a mi—. No sé como lo hiciste.

—¿Hacer que? —incline la cabeza con curiosidad.

—Lograr que Christopher te acepte. —apreto los labios juntos por un momento antes de volver a hablar—.
Hubieron varios guardaespaldas antes que tu, Zabdiel, pero eres el unico que Christopher dejo entrar —sacudio una
mano, abarcando todo—. Él hasta parece necesitarte.

—No hice nada en particular, señor Adam, simplemente... confie en él.

—¿Y que piensas hacer ahora? —pregunto, mirandome con una ceja alzada.

—¿De que habla?

—Con Christopher —aclaró—. Él confia en ti ahora pero, ¿eres su amigo o simplemente mi empleado?

Fruncí el ceño, pensando en sus palabras e intentando entenderlas. Podia ver su punto pero tampoco
sabia la respuesta a esa pregunta. Sabia que si Christopher se daba cuenta de que seguía siendo su guardaespaldas y podía realmente pensar que solo estaba a su lado por el dinero. Eso destruiria la poca confianza que el chico habia encontrado. El niño era fragil e inocente en algun punto, y tenía la impresion de que estaba muy cerca de su punto de ruptura. Si lo arruinaba, Christopher se perderia. Estaba demasiado consciente de ello.

BRAVE 《Adaptación》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora