Capítulo 10

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Una vez llegaba a la puerta miraba por la mirilla y al verla y sin previo aviso, su corazón comenzaba a acelerarse.

Con una mano en la puerta y la cabeza gacha, esperaba con el corazón acelerado a que todavía estuviese en casa.

A: Natalia- abría la puerta.

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N: Alba- sin poder esperar más se abalanzaba hacia ella, cogiendo su rostro con sus dos manos y uniendo sus labios con los de ella.

Así, la hacía retroceder, mientras se besaban como si llevasen días deseándolo y por fin, pudieran hacerlo.

A: La puerta- conseguía decir tras chocar contra el mueble recibidor.

N: Si- la cerraba de una patada y tras ello, la despojaba de la toalla.

Ya desnudada, le ayudaba para quedar sentada en el mueble recibidor, sin importar los objetos que caían al suelo y sin tregua posible se pegaba todo lo que podía a ella, mientras sus desnudas piernas ya la rodeaban. Cuando el aire aspirado por la nariz no era suficiente, rompía el beso separándose y sus ojos, ávidos de ella, recorrían su cuerpo.

Cuando la veía contemplarla, algo en su cabeza hacia chic, y aun sabiendo lo mucho que le costaría retener su propio deseo, se sacrificaba para conseguir que el deseo, placer y entrega fuese mutua. Por eso cuando volvía a ella y comenzaba a besar su cuello con extrema pasión...

A: Espera... espera- la separaba de si ayudándose con sus dos manos.

N: Alba- protestaba encendida.

A: ¿Confías en mi?- preguntaba mientras desabrochaba su camisa- di... ¿confías?

N: Si- aun sin entenderla afirmaba, desabrochándose la falda y ayudando a terminar de desvestirse, todo lo rápido que podía. Una vez desnuda, volvía a ella y a su cuello.

Mientras Alba, sonreía al captar que no la entendía y sacaba fuerzas de donde no las tenía para no dejarse llevar por el volcán en el que se convertía Natalia. Por eso, cuando sus manos la acariciaban las detenía con las suyas entrelazando sus dedos.

N: Alba- protestaba otra vez, apoyando su frente en la de ella, mirándola a los ojos- es... ¿es por el enano?

A: No...- la besaba suspirando sin soltar sus manos- ya está con sus padres.

N: Entonces no lo entiendo... me muero por tocarte- le decía contra sus labios.

A: Primero me vas a llevar a la cama y después- besaba sus labios entreabiertos por la pasión- y después, me vas a besar hasta que no podamos más.

N: Ya no puedo más- volvía apoyar su frente con la de ella.

A: Si que puedes. Ahora llévame- soltaba sus manos para agarrarse de su cuello.

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I: Por eso te canto... te digo a la cara, que me tienes loca, que estoy enamorada- cantaba pasando la aspiradora con los auriculares puestos, mientras bailaba rumbosa como podía- que te quiero mucho y es inexplicable... decir con palabras... un amor tan grande... larala laralar larlarla.

Y de tal guisa la encontraba Natalia, nada más entrar en el piso, quedándose de piedra ante el meneo exagerado de sus caderas y el griterío que salía de su garganta.

Por eso, solo atinaba a dejar caer el maletín en el suelo, sonriendo por el giro que ahora daba, que le hacía engancharse con el cable de la aspiradora.

I: Ay que me enredao- inventaba la letra al ritmo de la rumba- me he hecho la pichica un lio... pero ya me desenreo... que dios me maldiga- retomaba la canción y cuando lo hacia veía a Natalia, mirando las máquinas de gimnasio recientemente colocadas en la terraza- si te hago daño- dejaba la aspiradora y se dirigía bailando hacia ella- si te hago sufrir... si yo a ti te engaño

La SexólogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora