EXTRA 2

2.9K 150 22
                                    

Dereck.

Volvía a casa del trabajo no sin antes haber comprado aquellos dulces de chocolate que a Cath le encantaban, y que además, se habían terminado hace poco.

Al llegar a casa estaciono el auto frente a ella, y tomo los dulces junto con mis pertenencias.

Estoy por meter la llave en la cerradura cuando la puerta se abre.

—Que bueno que llegaste—dice Cath, y cierra la puerta tras de mí cuando entro.

Dejo a un lado mis cosas a excepción de la bolsa con los dulces.

—¿Y eso?—su mirada cae en la bolsa que sostengo.

—Tus dulces favoritos—sonríe— Y,¿Dónde está?—le pregunto antes de aproximarme a ella y plantarle un beso en los labios.

—En su habitación, no he logrado calmarla del todo—responde al separarnos.

—Quizá uno de los dulces ayude—asiente—Iré con ella.

—De acuerdo.

Subo las escaleras y camino por el pasillo hasta llegar a la habitación de Callie.
Cuando entro la encuentro sentada en el suelo, con un juguete del que no es dueña.

—Callie—le llamo.

Una pequeña de cabello negro, gira su rostro en mi dirección con lágrimas en las mejillas.

—Papi—camina en mi dirección y levanta sus brazos hacia mí, logrando así que la tomé en mis brazos.

—¿Que pasá, princesa?—limpio con mis dedos sus lágrimas.

—Quiero ir con Adler—sonrío—Y mami dijo que no se puede.

Me conmovía en demasía la razón por la cual Callie no dejaba de llorar.

—Mami tiene razón, mira afuera—señalo la ventana y Callie sigue mi dedo—Es de noche y Adler debe dormir al igual que tú.

Permanece entre mis brazos aún entristecida y con el juguete de Adler en sus pequeñas manos.

—Si duermes ahora cuando despiertes iremos con Adler, ¿De acuerdo?—me mira con sus ojos aún húmedos.

Definitivamente mi hija me causaba muchísima ternura, además, saber que su mayor problema era simplemente el no poder estar con el hijo de Landon y jugar con él, la hacía aún más adorable.

Limpia con el dorso de su mano sus ojos.

—¿Podemos jugar antes de dormir?—pregunta mirándome.

—Solo un rato—asiente.

La dejo en el suelo nuevamente y corre a traer los juguetes con los que quiere que juguemos.

La hago reír con una que otra tontería que me invento para que la pasé bien y disfruto del momento con mi hija.

—Es hora de dormir, princesa—le dije, cuando un rato había pasado.

La tomo en brazos y esquivando los juguetes, la dejo su cama.

—¿Iremos con Adler cuando despierte?

Me siento sobre su cama junto a ella.

—Sí—sonríe.

—Entonces debo dormir—asentí.

—Sí, tú y Adler deben dormir para tener energía y jugar mucho.

—¿Y podemos llevarle dulces de chocolate a Adler?—sonrío.

Intercambio Académico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora