3. No Más Guardaespaldas

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El día fue estresante, las clases se basaron en decirnos como iban a evaluar, presentarnos, cuando serían los exámenes, los cuadernos que íbamos a ocupar y muchos más criterios que se necesitaban.

Dorothea jamás ponía exámenes, decía que no tenía sentido, era solo memorizar todo lo visto, nosotros solo reprasábamos los temas y veo que tiene razón ahora, qué sentido tiene hacer un examen, puedo no poner atención, memorizar todo al final y listo, un diez.

En casa no hacía esto, las clases eran pocas ya que solo me ponían atención a mí, aquí es clase tras clase, son tres clases seguidas, después el receso y al regresar tres clases más, me dijo Jason que si me iba con ellos al receso y yo solo regresé al cuarto a dormir antes de seguir.

Pero lo peor no son las clases, lo peor es que hay un guardaespaldas en cada rincón de la escuela, mirando cada movimiento que hacen los de mi al rededor, hay dos siguiéndome a todas partes y no pasan desapercibidos, porque son unos hombres muy grandes para ser reales.

Al finalizar la última clase del día solo quería dormir de nuevo, pedí un sándwich en la cafetería, un jugo, llegué a la habitación, tire mi mochila a una esquina y me acosté, estaba por llegar a ese punto donde quedas por fin dormido y alguien abrió la puerta de golpe que hizo que saltara del susto.

—¿Qué haces Pete? Si puedo llamarte así ¿Verdad? —Jason preguntó mientras cerraba la puerta con una mano y con la otra desabrochaba su corbata, puse mi cara contra la almohada.

—Estoy tratando de dormir y si puedes llamarme así —dije, apenas se entendía por hablar contra la almohada.

—¿Dormir? Oh no, nos vamos a la fiesta —dijo y tiró la mochila a su cama, levanté la mirada y ya no traía camisa y estaba de espaldas a mí, su espalda se remarcaba con cada movimiento que hacía y retiré rápido la mirada y me metí en la almohada de nuevo, me dio pena estar mirando, sentí como la sangre llegaba a mi cara, basta, basta.

—Estoy muerto, me rindo, tuve la genial idea de entrar a prepa, ahora me parece tonta, me regreso a mi casa.

—Vamos —tomó mi hombro y me giro con un movimiento ágil ¿Cómo pudo moverme con tan facilidad?, al girar ya tenía el, pantalón desabrochado, esto no me pone nada nervioso, son cosas normales —te acostumbraras, ahora levanta tu trasero, me daré una ducha, tu busca que ponerte y luego te lavas esa cara de aburrido —se giró, tomó diferentes prendas y se metió al baño.

Gruñí y me levanté, aún no había desempacado así que en lo que buscaba que ponerme iba colgando lo que descartaba, me decidí por algo simple y sutil, pantalones negros, camisa blanca de tirantes y otra de botones arriba café desabrochada, listo.

La puerta del baño se abrió dejando salir todo el vapor y a Jason solo con una toalla enrollada en su cintura y la otra en la mano secando su cabello, caminó hacía mí, mucha confianza, mamá ya me quiero ir.

—Esos son muchos trajes —dijo asomándose al closet, tiene razón, tengo trajes azules y negros, como tres de cada color.

—Me obligaron a traerlos —claro que no hicieron eso, yo los traje porque estoy lleno de trajes en mi cuarto, tomé como cinco de los miles que tengo —me voy —tomé todo que usaría y me metí al baño.

El baño, nunca pensé que diría esto, fue de lo mejor, sentí como cada gota caliente recorría mi espalda, pude dormir ahí, parado no me importaba, pero tenía que ir a la fiesta, me siento un aguafiestas.

Salí de bañarme y me sequé en el baño, me cambié en el baño, no quepo aquí, siempre salgo a cambiarme en el cuarto, pero nunca me he vestido frente a alguien y menos lo haré frente a alguien que conocí hoy.

Protegiendo La CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora