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Era un seis de diciembre y Ni-ki se encontraba en medio del pasillo que daba a la entrada cerrada de la biblioteca.

Al parecer ese día estaría ocupado gracias a una de las lecciones que se les impartían a los pretendientes del príncipe.

El rubio no encontraba qué hacer ya que sus planes se habían estropeado.

Justo cuando había decidido volver a su torre en el piso más alto del castillo, un energético pelinegro le saludó.

- ¡Príncipe!- exclamó al abrazarle.- Años de no verle, ¿Cómo se encuentra?

- Perfectamente, Jay, ¿Cómo está?- respondió colocándose al lado del chico para conversar de manera más cómoda.

- Muy bien, aunque los entrenamientos de la guardia se han estado poniendo algo dificultuosos.- Ni-ki ante aquello solo asintió.

- ¡Jay!- gritó un hombre a sus espaldas.- ¡Te he dicho miles de veces que no te retiras del jardín hasta que lo ordene, es el proto...!

El hombre calló al observar aquel rostro con piel de marfil que desde hace ya tres años no observaba.

El príncipe había madurado como las uvas en verano, había florecido como una preciosa dalia en el más hermoso jardín del paraíso...

Aquel pequeño niño ruidoso que siempre tenía las mejillas sonrojadas, se había convertido en un bello joven de buen ver.

Un hermoso ángel.

- ¿C-Cuándo volvió?- cuestionó el mayor, sorprendiendo a Jay con su temblorosa voz, por lo regular el pelinegro solía ser recto y serio, jamás lo hacía.

- Hace un día, no había podido saludar a nadie por ciertos pendientes...

Un silencio se implantó en aquel pasillo, nadie se movía ni decía nada, había demasiadas cosas por decir.

El silencio duró algunos minutos hasta que una pelirroja mortificada apareció en la escena.

- U-Uhm, disculpen, ¿De casualidad no sabrán si los sirvientes pueden entrar a las lecciones mientras son impartidas? No me informaron nada sobre ello y necesito entregarle su abrigo al señorito Sunghoon, últimamente estornuda demasiado...- la pelirroja al notar que había hablado demasiado, calló por completo.- ¡Oh, lo siento mucho! A veces hablo mucho...- exclamó avergonzada y con las mejillas rojas.

- Tranquila señorita, es bello verle hablar...- soltó Jay, sonrojando aún más a la chica y confundiendo a los otros dos muchachos que lo acompañaban.

- Es permitido que entres Chaeryeong, hazlo.- dijo Ni-ki, alentando a la pelirroja a que entrara lo más rápido posible.

Aquella chica hizo una reverencia como despedida y procedió a abrir las puertas de la biblioteca para entrar.

- ¿Qué fue aquello?- cuestionó el pelinegro al haber analizado a Jay.

- Nada, solo... Ella me parece hermosa, sólo eso.

- Déjame informarte que eres muy malo mintiendo.- soltó Ni-ki con gracia mientras se ponía en medio de aquellos dos hombres.- A alguien le interesa cierta pelirroja nerviosa, ¿eh?

Ante aquello Jay solo se limitó a sonreír.

- No es correcto, va en contra del protocolo.- declamó el general con un rostro serio.

- Bueno, me retiraré a hacer unos pendientes...- Jay decidió ignorar las palabras de su superior que por otra parte, también era su amigo.

Al retirarse aquel muchacho, Ni-ki se quedó sólo con su tan añorado mentor.

HOUSE OF CARDS ‖ SunsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora