Capitulo 3.

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—lo siento, lo siento, perdón, perdón de verdad — Empezó a disculparse Bruno. Y ahora no era una falsa disculpas de las que solía dar. De veras que nunca le paso nada parecido.

Genial, había quedado como un pervertido contigo.

—¿Porqué viste eso?— Dijiste molesta pensando que te faltaba al respeto a propósito.

—No es mi culpa, no se lo que voy ha ver de verdad perdóname — El se percato de la tablilla verde que descansaba en sus manos. La cual ni había mirado.

—Esta bien, lo entiendo, tú no tienes la culpa, entiendo que es aleatorio, te perdono— Le sonreíste levemente. Ya más tranquilo llevo su vista a la tablilla. Abrió los ojos de golpe ruborizándole hasta las orejas y toda la cara. La ocultó rápidamente de ti.

Si veías eso seguro que no se lo perdonarías.

—¿L-lo... lo entiendes?— te vio de reojo.

—Si, esas cosas no las provocas tú jajajaja— Reíste por lo obvio que era.

—Cierto, ¡No las provocó yo! ¿no es obvio?— Se le veía muy feliz, realmente feliz. Pero se acordó de algo. —Estooo... ¡ahora vuelto!—Salió corriendo del cuarto con algo verde entre las manos. Y a los pocos segundos volvió sin ella.

—¿Qué era eso?— Preguntaste curiosa.

—¡Nada! Es decir... si es algo, pero no es importante jeje...— Te sonrió esperando que no le tomarás importancia.

—¿ok...? En fin, quería darle las gracias por la ayuda, su don es realmente impresionante —Aunque su visión te causo más preguntas que respuestas.

—N-no hay de que— Se rasco la nuca alagado.

—Debería irme...

—¡No!— Lo miraste—Digo, *carraspea* s-si quieres puedes quedarte un poco más—Ofreció.

Que pillo es en realidad...

•••

Pasaste un rato agradable hablando de cosas triviales con Bruno, hasta que se te hizo un poco tarde. Tenias que volver ha casa ya.

—Debo irme, fue lindo hablar contiguo Bruno— Te despediste de el.

—¿Ya? Ah, esta bien, m-me gusto hablar contigo _____— Te acompaño a la puerta. Lo notaste algo desanimado.

Así que antes de salir de su cuarto te le acercaste, poniéndolo nervioso, Bruno retrocedió pero pásate ambas manos detrás de su cuello. Haciéndolo llegar a temblar por tu cercanía.

Lo acercaste lentamente a ti hasta que...

Le diste un fuerte beso en la mejilla y otro en la nariz, no alcanzabas a darle uno en la frente, así que en el otro cachete.

Bruno no se inmutaba, parecía gelatina tus manos, se dejaba moldear a tu antojo para llenarle la cara de besos.

—ay~—Musito sintiendo cosquillas en su estomago.

—Muchas gracias por hoy Bruno, me distrajiste de mi aburrida vida, si quieres lo repetimos mañana, si estas libre, claro— Le sonreíste viendo su roja cara con una sonrisa nuevamente torpe.

—¡SI! ¡D-digo no!, quiero decir si, pero no así...—Balbuceaba cosas sin sentido, solo pudiste reír y darle un último beso en el cachete.

—¿Donde puedo encontrarte?

—¡en el río! ¿Te gusta el río?

—¡si!

—¡Pues en el río!

—¡Genial!

•••

Al llegar a tu casa no había nadie, aun estaban trabajando.

Aprovechaste para sacar el dinero que tenias ahorrado. Ibas a darlo como dinero del jarrón.
¡EL JARRÓN! se te olvidó decirle a Bruno lo del jarrón.

Bueno lo verías mañana ¿no?

-B R U N O-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora