En la Oscuridad

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Tras descansar un poco al anochecer partieron las legiones a Barquisimeto.
La pesada humedad se hacía notar en las hojas de las primorosas palmeras que adornaban los páramos venezolanos, el calor era insoportable, y los guerreros de Heur y Pedro marchaban tras derrotar a la tropa merideña que asolaba Yaritagua.

Heurengio caminaba sobre la llanura que separaba la curia salvada y Barquisimeto, la luna era lo único que alumbraba su paso. Debido a la intensa marcha y al calor sofocante el vampiro se quedó pasmado en sus pensamientos, miró a la luna y murmuró Selene, dicha mujer era la diosa grecorromana de la luna... Selene en la mitología romana se encargaba de no dejar en la oscuridad a los hombres, velaba por ellos y todo aquél aventurero que deseé adentrarse en la oscuridad de la noche debe rezar por ella. Para Heurengio Selene le recordaba a Lour. Lourénne protegió al vampiro cómo Selene protege a los aventureros, Lour le brindó luz al vampiro en plena oscuridad.

Los pensamientos del pelinegro se difuminaron al ver las luces de los feudos de El Cercado y Vergaracha. Estaba listo para expulsar a los merideños y salvar su valerosa empresa.

- ¡A luchar hombres fuertes! ¡a defender nuestras preciadas tierras! -vociferó el vampiro, desenfundó su espada y alzó su escudo de madera-

El feudo se encontraba a costas de un arroyo con brava corriente, los guerreros se adentraron y impusieron su voz, aún no había soldados en el lugar. Heurengio quemó un pequeño árbol que se encontraba en el centro del pueblo y atrajo a toda la gente.

- ¡los invasores llegaron y tomaron nuestras tierras! ¿¡A ustedes les parece correcto esto!? ¡a mí no! ¡la tierra es de quién nace en ella! ¡no de los que la toman cómo suya! - tras pronunciar esta última palabra él hizo una pausa, era irónico lo que estaba diciendo-

Él no nació en esta tierra, el nació miles de kilómetros al sur, en un pequeño pueblo escondido entre bosques y lagos. Recordó su hogar, también recordó el motivo del porqué huyó de allí, su cara se transformó, se cubrió con valor y gritó

- ¡por eso a luchar!

Mucha gente de ese feudo tomó sus armas y se dirigieron al norte, a El Cercado. Allí se encontraba la mayoría de soldados merideños.

Heurengio portaba su rústico escudo y azotaba con su espada todo aquél que le quería hacer frente, luego de exterminar a todo enemigo en el feudo se dirigió al sur, hacia las murallas de Barquisimeto.

Pero mientras más se acercaba a las murallas los soldados enemigos eran cada vez más y la calle en la que se concentraba el campo de batalla se iba achicando, Heur ordenó sus guerreros, los posicionó en una formación rectangular ante la defensa de los invasores merideños. Sí bien la formación rectangular no es la más eficaz es una táctica que sirve en estos casos.

La batalla estaba siendo dura, infantería contra infantería, el ambiente húmedo complicaba las cosas y el grito de la gente hacía todo un poco más caótico.

El vampiro intentaba avistar las murallas de piedra en el medio del caos pero se le hacía imposible mientras estaba luchando, los escudos colisionaban y las espadas relámpageaban, Heurengio vio aparecer a Don Pedro, los refuerzos estaban aquí.

- ¡llegaste! -gritó Heurengio en medio de la batalla-

-¡dividí mí legión en 2! Una parte te vino a apoyar aquí al frente y otra la ordené a debilitar la formación merideña desde el interior -suspiró el moreno-

- ¡bien hecho! -respondió el vampiro-

- sólo seguí mis instintos -espetó Pedro.

- los instintos de un ser son primordial Pedro, de ellos depende la supervivencia del mismo. -exclamó el vampiro.

Con la llegada de Pedro el vampiro pudo ganar ventaja ante la defensa merideña. Las legiones Prima y Secunda acorralaron lentamente a la infantería enemiga. Estaban a casi 50 metros de la gran puerta de las murallas, todavía les quedaban un par de soldados por matar, sin embargo se escuchó rechinar un gran trozo de madera, Pedro levantó la mirada, estaban cerrando las murallas. No habían llegado a tiempo, hecho una bola de furia lanzó su espada en medio del portón, la espada se clavó en la madera y Pedro dio un fuerte grito que hizo ahuyentar a los buitres que estaban rodeando la ciudad.

Los merideños por fuera de la muralla se quedaron absortos tras el cierre de estas, los han abandonado, ahora estaban entre la espada y la pared.

Entre la confusión de los soldados abandonados con furia los legionarios aliados destrozaron la infantería invasora. ¡Mierda! Gritó Heurengio, no pudo tomar la imponente ciudad... el amanecer cubría los páramos y la tropa mercenaria de Heurengio había recibido la noticia de que el ejercito Real se avecinaba, debían acampar hasta la tarde y esperarlos, luego estos los reemplazarián. Por eso es que las legiones se quedaron acampando y por fin durante la tarde pudieron ir cada uno a su hogar.

Tras llegar a la hacienda Heure y los chicos se quedaron a beber y festejar, ya cuando caía el sol el vampiro decidió que era hora de regresar a su casa.

En mitad del viaje avistó un suceso extraño, un zombie... de por sí hace 5 siglos el mundo está acostumbrado a estos muertos vivientes, cómo en la novela de Espada Del Sur abundan y nacieron por la mutación de la peste negra, sin embargo ya hace tiempo no se veían zombies. El pelinegro agarró su espada y acercó su quilmesaurus al zombie, el muerto vivo arañó al dinosaurio sin causarle demasiadas heridas, y el reptil se puso tenso. Pero Heurengio finiquitó las manos del zombie, este lanzó un mordisco al muslo del reptil, pero la piel escamosa del dinosaurio lo protegió, el jinete se enfureció y decapitó a la peste viviente, fin del problema ¿o no?

Llegó a Valencia y con calma recorrió las empedradas calzadas, con mirada cansada observaba el atardecer del martes, cabalgó hasta la casa de Lourénne y tocó la puerta, abrió la mismísima morena, Heurengio observó su lacio pelo negro, su sedosa piel color café y sus tiernos ojos... Lourénne le preguntó porque estaba tan lastimado y el vampiro sólo cayó y se desmayó.

Por suerte la dama había guardado un poco de sangre para darle al vampiro y tras hacérsela beber este despertó

- ¿qué pasó? -preguntó con curiosidad la dama-

- Gracias... -dijo entre mareos el ser sobrenatural.

- ¿qué hice? - preguntó la morena confundida-

- me salvaste... -espetó el vampiro sentado en la silla de madera.

- sólo te sané y te cuidé, porque eres un gran chico, tú también me salvaste de aquél extraño vampiro -explicó la chica-

- pero tú no sólo salvaste mí cuerpo, salvaste mí alma, desde que te conozco las pesadillas no abundan más en mí, las asesinaste con el brillo de tus ojos -respondió el pelinegro-

- no creí que fuera tan importante para ti...

- Eres cómo la luna, protectora y guía... alumbras las penumbras de mi corazón, eres mí Selene, chica.

Idilio LóbregoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora