Guerreros De La Muerte

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Cuando Picudo demostró cierta mejoría Heure y Lourénne se encaminaron a Valencia.
el sol estaba saliendo por las montañas costeras, el crepúsculo teñía a las nubes de un tono arrebol, estaba amaneciendo, se respiraba cierta tranquilidad.

Heurengio llegó a la casa de Lourénne, ató al dinosaurio en una valla cerca de la puerta y entró con ella al cálido hogar de la morena.

— ¿quieres un té? —preguntó la morena—

— mejor vayamos a dormir y saltemos el desayuno ¿te parece? —expuso el vampiro—

— Uhm bueno, de todos modos a la tarde almorzaremos —exclamó Lour.

— iré a la habitación de invitados, estoy destrozado —espetó el vampiro.

— ¿habitación de invitados? Que buen chiste, duerme conmigo vampirito —contestó riéndose la morena—

Heurengio se quedó pasmado, hace tiempo que no dormía con una chica, hace siglos más bien dicho... pero esto le hizo recordar algo deprimente, hubo una chica antes de Lourénne que logró conquistar el corazón del vampiro, una chica llamada Miroslava. Miroslava tenía el cabello rubio, y tez blanca, era una humana y la había conocido cuando él era armero de Laorenzo.

La chica rubia logró enamorar perdidamente al vampiro, cuando el vampiro dejó el litoral y marchó hasta Perú la chica lo acompañó, pero algo trágico sucedió, en la región del Paraguay Miroslava se enfermó con Fiebre Quebrantahuesos, una mortal enfermedad denominada cómo dengue. Heurengio vio cómo su chica se desvanecía por culpa de esta enfermedad y presenció el fallecimiento de la dama de cabellos dorados, al fin y al cabo ¿de que sirve vivir 6 siglos sí todo lo que amaste falleció ya hace tiempo?
El alma del vampiro estaba condenada a ver cómo cada uno de sus seres queridos se esfumaba cómo si fueran de arena, los humanos somos como una estrella fugaz.

El vampiro temía que le suceda con Lour lo mismo que le sucedió anteriormente, la depresión volvió a apoderarse de su ser

— ¿o no quieres dormir conmigo? —preguntó la morena al ver que Heure no contestaba—

— Emh, sí quiero, por supuesto —espetó el muchacho.

Ambos jóvenes fueron a acostarse, Lourénne quería que el vampiro la abrace, y se pegó al cuerpo del hombre, pero el vampiro estaba suficientemente incómodo cómo para reaccionar, por eso es que la muchacha le apoyó el trasero en la entrepierna, sin embargo el vampiro sólo se dio vuelta.

— ¿que diablos te pasa? Si no quieres dormir conmigo entonces ve al cuarto de invitados, eres increíblemente raro. —expresó la mujer—

Heurengio no se pudo contener el llanto, empezó a sollozar mientras sus ojos se enrojecían

— perdón por ser así —espetó entre llantos.

— ¿que sucede blanquito? —dijo impactada y desentendida la dama.

— tengo miedo de que te suceda algo... tú no lo entiendes, pero tú a lo sumo puedes llegar a vivir 60 años, y yo puedo vivir 6 siglos ¿comprendes? —confesó el vampiro—

— no me sucederá nada amor mío, tú mismo me lo dijiste aquella noche en la que un vampiro enemigo tuyo casi me mata, me dijiste que nunca me lastimarán —espetó Lour abrazando al muchacho.

— ¿pero y sí un día te enfermas?

— moriré sabiendo que fui féliz... pero hay que vivir Heurengio, pasamos toda la vida evitando la muerte y nos olvidamos de vivir  —afirmó la dama—

Los jóvenes se derritieron en un apasionado beso y comenzaron a quitarse la ropa, Heurengio se quitó la camisa dejando ver relucientes abdominales. Lourénne, comenzaba a desvestirse, observando el escultural y atlético cuerpo del muchacho, desabrochó su brasier con sus ojos puestos en el vampiro, tras esto el vampiro se acercó súbitamente a su cuerpo y comenzó a acariciarla.

— gracias por calmar mis males —pronunció Heurengio—

— siempre lo haré, porque tus males son mis males —exclamó la muchacha.

Fueron pasando las horas, el sol empezó a penetrar más y más la ventana del cuarto, al sentir el cegador sol en su rostro ambos despertaron, Heurengio tenía 29 días para conseguir 100 soldados, por eso es que cenó y enseguida fue a su mazmorra, iba a pasar el mes en su hacienda.

Antes de irse, por supuesto habló con Lourénne, Lour al principio estuvo en desacuerdo pero luego aceptó, ella se iba a encargar de distribuir los chocolates en ausencia del vampiro.

Días y días pasaron hasta que logró formar un buen ejército de 100 hombres, esto iba a ser cómo en la toma de Yaritagua, Don Pedro iba a liderar el ejercito junto a Heure.

El ejército marchó hasta Valencia para recoger el armamento, el rey les había dado una cota de malla a cada soldado, playeras y pantalones de cuero, una espada de hierro y un escudo de madera, no era mucho, pero servía.

El ejército estaba formado por campesinos, la mayoría era gente que propiamente luchó en Yaritagua y Barquisimeto, no tenían demasiado entrenamiento, pero de entrenarlos se iba a encargar Heure.

Luego de días marchando la compañía llegó al pueblo, al ver el escenario Heurengio se quedó inmaculado, eran muchos más zombies que antes.

— ¡¿preparados muchachos?! ¡los vamos a exterminar! —gritó Heurengio—

Todos gritaron al unísono, si pudieron contra los merideños podrán contra los zombies.

— Don Pedro, rodearemos el pueblo, para ejercer presión —exclamó el hombre pálido.

— muy bien Heurengio, esa es una excelente táctica —espetó Pedro.

Los soldados de Pedro le dieron vuelta al pueblo y empezaron a atacar desde allí, mientras tanto Heurengio batía su espada contra los muertos vivientes.

La podredumbre era agobiante, mientras más zombies eran cercenados más oloroso se tornaba el lugar, y por lo tanto más agobiante era el aire que se respiraba.

Los hombres no se rendían, debían acabar con la pestilencia del lugar, debían proteger la zona.

La lucha se empezó a tornar férvida, los guerreros batían sus blancas espadas degollando a los invasores del averno pero lo más complicado era que tanto mal olor provocaba nauseas y mareos.

Estos mareos hacían que de repente los soldados caigan y sean devorados por los hombres de la peste, esto se empezó a complicar, no era tan fácil cómo parecía ser.

Pero aún así Heurengio no se rendía, debía vencer a los guerreros de la muerte.

Idilio LóbregoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora