Capítulo 5: Sinceridad

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REGINA

La chimenea estaba encendida, Henry acababa de poner una película sobre una chica que salvaba a un caballo y se acostó sobre un montón de almohadas en la alfombra. David le entregó un tazón con palomitas de maíz, se sentó a mi lado acomodándose debajo de la cobija que yo había puesto sobre mis piernas para abrigarme, su brazo me rodeó, subió los pies sobre la mesita de centro, asentó nuestro tazón de palomitas en su regazo y besó mi frente.

—Listo. Ahora si podemos ver la película.

—Es todo un proceso contigo —me quejé con un suspiro después de haber tenido que esperarlo quince minutos.

—¿No te gusta que te consienta? —Besó mi mejilla.

—Te consientes a ti mismo.

—Paren con todo el romance o buscaré nuevos compañeros de cine.

Los dos detuvimos nuestra pequeña discusión, nos acurrucamos en el sofá y comenzamos a ver la película al fin.

Toda la semana había sido igual, una absoluta calma y calidez en nuestra familia, con cenas improvisadas hechas por David, que para mi sorpresa había demostrado ser muy bueno en la cocina, él llevaba a Henry en la mañana a la escuela y asistía a trabajar a la estación, era el único tiempo que parecía tener solo para mí, pero las pesadillas constantes habían comenzado a mantenerme un poco cansada por las mañanas; cocinar no había sido suficiente para alejar los extraños pensamientos pero no quise volver a mezclarme entre la gente, era demasiado pronto y no necesitaba convertirme en un blanco fácil de su odio. Recogí a Henry de la escuela todas las tardes y David se unió a nosotros para comer, haciendo de nuestra rutina algo extremadamente familiar.

—¿No te estás durmiendo o sí?

Negué con la cabeza y él besó mi mejilla. Me acomodé contra su pecho y él no dudó en acariciar mi cabello, sus labios besaron mi frente suavemente y me incliné hacia él para que besara mis labios.

La película terminó y acompañamos a Henry a la cama, lavó sus dientes sin siquiera pedírselo y corrió a meterse debajo de las cobijas.

—¿Tengo que ir el domingo con Emma?

—¿No quieres ir?

—Me gusta estar todo el tiempo aquí.

—Vas a divertirte, procura no comer muchas golosinas y hacer tu tarea.

—Haremos algo divertido el próximo fin de semana —prometió David.

Emma recogió a Henry el domingo, ni siquiera se bajó del auto, tocó la bocina y Henry tuvo que correr con su mochila hacia ella. Salí de inmediato después que se fueron, David estaba en la estación trabajando y sabía que era el único momento en que podría ir a la tienda de Gold. Revolví el lugar lo más rápido que pude buscando los ingredientes que necesitaba y cuando los obtuve los llevé directo a mi cripta, preparé la poción y no dudé en beberla. No recuperé ningún recuerdo que podía haber sido borrado, no hubo ningún cambio en mí, nada que indicara que mis pesadillas tuvieran algo de verdad, aun así la duda persistió. Si David era el nuevo oscuro podía haber puesto algún tipo de maldición en todos y solo un beso de...

—¡Maldición!

Emma rompió la maldición besando a Henry, y cuando lo besé rompimos la siguiente maldición.

—No hay ninguna maldición. David no es el oscuro, no elegiría estar conmigo si lo fuera. No tiene ningún sentido... Soy una idiota.

La frustración que sentí conmigo misma me hizo caminar por la cripta hasta lograr calmarme. Fui a la estación a buscarlo, aunque no había compartido mis temores con él, me sentía extremadamente culpable.

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