Capítulo 19: El sueño

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Muchas gracias por haber llegado al final de esta historia, fue divertida de escribir y espero que haya sido divertida de leer para ustedes.

CAPÍTULO 19

REGINA

Era una mañana no tan fría como las habituales en la ciudad, el sol iluminaba la habitación temprano y el viento entrando por la ventana movía las cortinas, despertar era una sensación gloriosa, me sentía como pisando nubes mientras me movía por la casa, recogiendo juguetes en el camino y preparando loncheras para todos, incluso Henry con su habitual mal humor adolescente no podía resistirse a al menos llevar uno de mis sándwich, David en cambio se llevaba algunas provisiones para picar durante toda la mañana, y mi pequeño rayo de sol era la más exigente pidiendo sus bocadillos en forma de estrellas, aunque ya estaba en su primer año de escuela, ante mis ojos seguía siendo esa hermosa bebé de ojos azules, era como ver los ojos de David con mi cabello oscuro, perfectamente peinada con dos coletas.

David se encargaba de llevarlos a la escuela y yo me quedaba en casa con la pequeña revoltosa que acababa de cumplir dos años, Emma decía que había fabricado mi propio pequeño clon, una niña más a la lista, algo con lo que molestaban los enanos a David y que a él no le importaba en lo más mínimo, adoraba tener hijas mujeres, por fortuna no vivíamos más en el Bosque Encantado porque hubiese supuesto un verdadero problema.

Para mí, habíamos llegado al límite exacto de hijos que debíamos tener, pero en el fondo sabía que él quería más, no lo habíamos discutido últimamente porque estábamos muy ocupados y yo había puesto sobre la mesa la idea de postularme a la alcaldía, hacer eso daba por sentado que tener otro hijo estaba por fuera de las posibilidades. Sus palabras de apoyo me gustaban, sin embargo, sentía que él no estaba compartiendo conmigo todos sus deseos.

Era maravilloso quedarme en casa siendo mamá y esposa a tiempo completo, todo parecía funcionar a la perfección, ni siquiera recordaba algún tipo de discusión o discrepancia, no sé quién de los dos terminaba cediendo, pero nuestra vida se había vuelto rutinariamente perfecta, hasta podía imaginarnos como esas familias de portadas de revistas.

Me quedé pensando en mitad del pasillo del supermercado con un frasco de mayonesa casera en las manos, podía hacerla yo misma en lugar de comprar, y entonces algo llamó mi atención, mi pequeña no sostenía más mi mano, volteé a buscarla y la vi en brazos de Mary Margaret; no me agradaba verla alrededor de mis hijos, podíamos llevar una relación cordial, pero sentía que ella seguía esperando que mi matrimonio fracasara para recuperar a David y quedarse también con mis niñas.

Abrazó con fuerza a mi pequeña, como si aspirara su aroma, y la soltó dejándola regresar a mí.

—Está hermosa —dijo con una sonrisa que no llegó a sus ojos—. ¿No sientes que el tiempo ha pasado demasiado rápido? Un día estábamos en el límite de la ciudad recogiendo el cadáver de Sidney, y al minuto siguiente estamos las dos aquí en medio del pasillo del supermercado.

—El tiempo ya no está congelado, ya no estamos en una maldición.

—Yo siento que seguimos en una. Antes me llevabas a una sala de hospital a ver un hombre en coma y ahora ese hombre es tu esposo y padre de unas niñas que podrían haber sido mis hijas. No se siente real para mí, es una pesadilla de la que no puedo despertar.

Dos caras de una misma moneda, eso éramos. Tomé a mi hija y me fui, no quería enfrentarla ni decirle lo loca que parecía cada vez que me decía cosas así, teníamos buenos tiempos, aunque seguramente una relación fingida ya que de cierta forma retorcida seguíamos siendo familia; algo en ella me molestaba y asustaba por igual, nunca volvió a intentar nada en mi contra, incluso llevaba regalos hermosos en los cumpleaños y navidades para mis hijas, pero cuando me decía ese tipo de cosas mi cabeza se enredaba con sus palabras y terminaba por hacerme dudar.

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