Capítulo 7 ✔️

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Kay.

-Te traje flores.

Deje el ramo en un extremo de la cama y me mantuve a una distancia prudente. El cabello rubio le caía libre por la espalda. Se lo habían cortado de nuevo.

Tuvo otro ataque.

-También traje un regalo para ti -tomó un respiro y dejo el libro junto a la flores-. Es poesía. Poe. Tiene algunos de mis favoritos.

No hubo respuesta alguna y tampoco es como si la esperara. Ella no podía decir nada de todos modos.

Me gire para irme, dándole una última mirada y saber que pronto vendría a verla nuevamente me estaba consumiendo por dentro.

Ella me hirió y aun así no puedo odiarla.

Camine con la cabeza en recuerdos retorcidos y gritos desgarradores que comenzaban a cegarme. Verla es una dosis de la realidad a la que pertezco, de donde yo provengo y que enfatiza lo que soy.

Un monstruo.

El rugido de mi moto resuena mientras aceleró y salgo de ese lugar. Ella no merece nada de lo que le doy... pero no puedo dejarla.

Termino en una gasolinera de la carretera, luego de haber pasado la mayor parte del día recorriendo el camino de regreso a Los Ángeles.

Mi teléfono corta el hilo de pensamientos.

-Será mejor que estés aquí en 30 minutos, ¿oyes? -ordena antes de colgar.

Me monto de nuevo en la moto y me dirijo al lugar de encuentro que acordamos la última vez. No le he visto desde que fui hace unos años.

Llego al muelle, exhausto del día de mierda que tuve así que gruño;

-¿Qué?

-Creí que teníamos un trato -me mira molesto.

-El trato era que me marchara y lo hice.

-Pero estas aquí de nuevo.

-Tú no dijiste por cuanto tiempo debía irme -enfatizó irónico.

-No me jodas, Kayden. Sabes que debes avisar para tener un plan de contingencia.

-¿Plan de contingencia? No es la maldita guerra, así que relájate.

-Tú eres daño colateral, a donde sea que vayas siempre haces y dejas destrozos -zanja-. ¿Es qué no lo entiendes?

Me cabreo, no porque tenga razón, sino porque me está regañando como si fuese un maldito crío.

-No te pases. Todavía puedo meterte un tiro entre ceja y ceja -enfatizo.

-Tú no te pases, idiota. Estoy haciendo esta para evitar que propagues más problemas de los que no podré sacarte.

-Nadie te pidió una mierda.

-Esta en mi ciudad también y lo último que quiero es tener que ir en contra de ti...

-Hazlo si tienes que hacerlo -harto, digo regresando por donde llegue-. Nada puede matar a quien ya esta muerto.

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La veo salir del recinto y se me olvida la horrible noche que tuve porque ella me distrae inmediatamente, luciendo... jodidamente horrible...

Un par de ojos, tan azules y profundos, me miraron desde su pitufa estatura. Es tan pequeña que tengo que inclinarme para poder verla mejor. Vestida con una camiseta negra, enorme, y unos pantalones sueltos gastados en las rodillas.

Volátil [#1] CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora