Capítulo 14 ✔️

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Kay.

Juego con el encendedor en mi mano. Tan solo observando el destello que se enciende y apaga de él. El grabado en forma de calavera es algo característico de Vikko. Ese viejo hijo de puta que me crío. O bueno, al menos lo intento.

Yo fui muy problemático.

No es que ahora sea diferente.

Llevo dos días sin dormir. Otra puta pesadilla. Otro puto recuerdo de mierda. Si tan solo pudiese borrar aquella mierda de mi cabeza.

Si tan solo dejase de sentir.

—De-defo-forme —deletrea Henry, luciendo jodidamente frustrado al sostener el libro en sus manos—. ¿Qué es? —me mira.

—¿Qué es qué?

—E-esa palabra.

—Tu cara cuando te levantas por las mañanas —me burlo.

Me gusta molestarlo de ves en cuando. Ahora que esta tan decidido a dejar de ser un ignorante, no puedo hacer otra cosa más que observarlo.

Saque a Doble H de las calles porque el hijo de puta tiene un buen gancho derecho, pero porque en el futuro, me será útil alguien como él. Con sus habilidades y sentido de la lealtad.

No encuentras a personas así por cualquier lado.

Servirá para lo que planeo hacer.

Aunque nadie es indispensable en mi vida, odiaría perder a este cabron pelirrojo. Hemos pasado muchas cosas juntos y ciertamente prefiero que sigamos como estamos.

Sin embargo, nada dura para siempre conmigo.

—Lo digo en se-serio —tarmaduea.

Cuando él me contó como fue que quedó así; solo pude pensar en que había otro ser igual de roto que yo frente a mí. Pero a pesar de todo el daño, aún mantenía la pureza y esperanza de que algo mejor vendría.

Somos tan diferentes y a la vez tan iguales.

—Es... —me corto al ver a la mujer que entra al taller como dueña del lugar.

Su melena va sujeta en un moño alto. Lleva un conjunto a juego que combina con su cabello, destacando las curvas voluptuosas que posee.

—Hola, muchachos —deja su pequeño bolso sobre el escritorio donde Henry tiene sus cosas de estudio y luego eleva una bolsa de compras—. ¿Tienen hambre?

Mi amigo me mira dándome una pregunta silenciosa. Yo, por otro lado, solo puedo mirarla con el ceño fruncido.

—¿Quién coño te dijo que vinieras? —inquiero sin nada de tacto.

Ridley sabe que esto es algo que no hacemos. Ella NO puede venir aquí como si nada y aparentar algo que claramente no somos.

—Alguien anda de mal humor —rueda los ojos, restandole importancia a mí estado catártico—. Henry, cariño, puedes quitar los libros para poner los sandwiches que prepare.

El pelirrojo lo hace porque él sí es educado. Mientras guarda sus cosas, Ridley aprovecha a desenvolver la comida y el olor a especias y carne toca mi nariz.

—¿K-Kay?

No puedo culpar a Henry por estar confundido sin saber que hacer.

Me pongo de pie de un salto y tomo a la pelirroja por el brazo, jalandola sin nada de sutileza hacia afuera de la oficina.

—Oye... auch... espera —forcejea, pero no cedo.

Cierro la puerta y la empujó contra la pared.

—¿Qué crees que haces?

Volátil [#1] CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora