Corazones

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Víctor miraba a Acenix desde la lejanía, tenía ya algunos días inquieto, no porque hiciera desastres sino todo lo contrario, permanecía en diferentes lugares de la casa solo pensando; conocía esa mirada profunda y distante, eran ocasiones donde discutía consigo mismo, el movimiento de su cola delatando cuando estaba enojado o frustrado...era una de esas ocasiones.

El androide era lo que ocupaba los pensamientos del minino, lo extrañaba mucho y recordar el día que sin querer lo hizo enojar solo empeoraba las cosas, era difícil que Mayo se enojara de verdad, el que hubiera usado esa oscura y afilada espada le dejaba claro que había tocado algo sensible pero...¿Qué había sido?

Necesitaba quitar esa duda de su mente y reconciliarse con él, además ya comenzaba a aceptar que posiblemente le gustaba, si arreglaba las cosas y lo convencía de regresar a casa con Víctor y con él todo sería perfecto, ¿no?

Se hizo bolita en el césped del jardín, hundido en la tibieza de las altas plantas se sentía más seguro. Inhaló profundo para tomar fuerzas y tras gritar que saldría simplemente dejó la casa rumbo a la ciudad, enviando mensajes al mayor para que le mandara su ubicación o acordaran un punto para verse. Víctor ni siquiera pudo despedirse o decirle que se cuidara, desapareció en el horizonte demasiado rápido, sea lo que fuese que iba a hacer tenía muchas ganas de hacerlo o se había olvidado un compromiso e iba tarde, solo le deseaba suerte.

En tanto Acenix recorría la ciudad buscándolo o esperando recibir una respuesta, Víctor arreglaba un poco la casa. Todo tranquilo hasta que llegó a la habitación y vio la cama morada, extendió un poco las cobijas ya que el michi había vuelto a dormir ahí y dejó el hueco justo al medio, cuando Mayo volviera debía encontrarla perfecta... Cuando regresara... O mejor dicho, si regresaba.

Quería pensar positivo ya que después de ese beso se había sentido muy alegre, pero al día siguiente no recibió noticias de Mayo, ni un solo mensaje. En un principio no quería presionar pero ahora tenía un sentimiento extraño en el pecho cuando pensaba en ello, quizá sí lo había perdido. Esponjó la almohada y en ese momento una foto cayó del interior de la funda, una donde estaban los compas y algunos más; Fran, Ram, Mondongo, Silvio, incluso Flex y el hacker...el hacker... Aún no se sentía del todo cómodo con él rondando libremente, no tenía problema en admitir que sentía celos por lo bien que se llevaba con Mayo, porque aunque no eran cercanos se les daba fácil hablar una vez entraban en confianza, con una naturalidad que él no podía igualar hace ya un tiempo...

Rasgó la foto para eliminarlo aprovechando que estaba justo en un borde, aunque luego recordó que esa foto no era suya, ni siquiera sabía si Mayo tenía una copia o había arruinado uno de sus recuerdos únicos. No se le ocurrió algo mejor que ocultar la foto quedándosela él, simplemente la guardó en el interior de su armadura, en un compartimento secreto de la pechera. Luego de eso siguió arreglando y al terminar hizo su rutina de ejercicios con normalidad, otro día averiguaría si podía reparar aquella foto o reemplazarla.

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Tras dejar las cosas en casa de Mayo aún les quedaba bastante tiempo, había sido más fácil elegir estando los 3 juntos, tenían un gusto similar pero Hacker era un buen mediador cuando Rius y Mayo tenían sus diferencias. Estaban entrando en el centro de la plaza cuando por casualidad se encontraron a cierto gato que se acercó apenas los vio, al menos hasta que reconoció al hacker y avanzó más lento.

A. Chicos...¿Qué hacen con él? - vió mal al de máscara, Hacker desvío la mirada

M. No pongas esa cara Acenix.

R. Hacker es un buen amigo, no seas grosero.

A. Bueno como sea. Mayo, te he estado buscando. ¿Podemos hablar?...S-solo los dos...

Con amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora