Imperio |ɴɪᴇʟᴀɴ|

7. Lo siento, solo una oportunidad

Xichen tuvo que regresar a sus comidas en la corte, agradeció a las cocineras que dejaron porciones especiales para él y su dieta, se dio cuenta que al menos su pequeño pedazo de mesa tenia las cosas habitualmente comía, le preguntaría a Huaisang pero este se encontraba fuera por viajes en los que Mingjue lo había encomendado y en los que claramente solo él podría ir, pregunto a sus propios sirvientes que también negaron haber dejado instrucciones especiales, con esto vagando en su mente decidió ir por su propia mano hasta las cocinas, además estaba aburrido de comer a nadie que le hiciera compañía, guio el camino a prueba y error entre los pasillos sin atreverse a preguntar a alguien que corriera a contarle a Mingjue sobre lo que quería hacer

Cuando por fin llego a las partes de los sirvientes, nego a las inclinaciones de noventa° que recibía. –¿Quién es el encargado de mis comidas?– se sentó con ellos, cuando un señor de edad avanzada se abrió paso entre ellos, inclinándose Xichen tomo sus antebrazos antes de que se arrodillara contra el suelo –No... No es algo malo, solo quería agradecerle, de no ser por usted habría caído enfermo hace mucho. Muchas gracias– se inclinó un poco en señal de gracia sacando un pequeño jadeo de los presentes

–¿Puedo saber de dónde sabe las comidas tradicionales de los Lan?– el señor asintió –Mi esposa era una Lan, aprendí a cocinar para ella. Cuando escuche que vendrías... recordé lo difícil que fue para ella acostumbrarse a mis comidas naturales, la intoxique muchas veces y preferí aprender lo que a ella le gustaba para que pudiera comer en paz– Xichen le dio una ligera sonrisa llena de nostalgia, le dio un ligero gracias y un apretón de manos, con eso dejo en claro que el la persona tenia al menos el favor del emperador.

Desvió su mirar a los niños que jugueteaban en el patio, les calculaba al menos unos seis años en adelante, la edad perfecta para empezar a estudiar, ahora mismo los Lan estaban en sus lecturas de la tarde. Las madres o tías de los niños llamaban a los niños a trabajar con ellas... sus cejas se fruncieron
–¿No estudian?– preguntar así podría ser delicado, no todos contaban con los medios lo sabía, pero en su imperio todos los niños desde la edad adecuada iban a las lecturas sin que tuvieran que dar algo a cambio, enviaban diferentes eruditos a las ciudades a dar clases gratuitas a quien lo necesitara, sobrevivían de pequeños impuestos y a su vez los eruditos que salían de los territorios de Lan generalmente traían consigo regalos que ayudaban a su economía dado por otros emperadores o regidores de ciudades.

Las mujeres negaron con una mueca –Solo hay una escuela, esta un poco mas lejos de la capital, es imposible llevarlos ahí y regresar a nuestros puestos, intentamos organizarlos para que solo uno lo llevara pero son muchos, temimos que se perdiera uno en el camino y nadie nos ayudaría– Xichen frunció sus cejas de la misma forma en la que Qiren lo haría, se puso de pie disculpándose, fue a la biblioteca con prisa. Tomo los libros de la historia Nie y comenzó a leer de forma apresurada, sacando notas, haciendo un itinerario de las cosas que debía mostrarle a los muchachos

Consumió su tarde en esto, tanto que tuvo que ser llevado por sus sirvientes para no perder la comida con los allegados, todos notaron la forma en la que Xichen brillaba, solo viendo su plato con una ensoñación muda, como un gato que encuentra algún ratoncillo nuevo para jugar. Xichen incluso les sonrió a los allegados antes de retirarse por su trabajo diario y regresar a la biblioteca, necesitaba hacer ambas cosas o seria regañado por el emperador, vibro en su asiento escribiendo con rapidez y precisión