12. Ya no, ya no más

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Xichen mira aturdido el revuelo que se causa en su habitación, más especifico en sus puertas, Mingjue salió antes que él y al parecer no tuvo la sensibilidad de avisarle, apenas tiene el mínimo tiempo para arrancar sus manos de la seda y de poners...

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Xichen mira aturdido el revuelo que se causa en su habitación, más especifico en sus puertas, Mingjue salió antes que él y al parecer no tuvo la sensibilidad de avisarle, apenas tiene el mínimo tiempo para arrancar sus manos de la seda y de ponerse de pie a ponerse algo con más decoro que su túnica interior

Apenas tiene el tiempo de sostener su cabello tras sus orejas cuando irrumpen con fuerza, abriendo sus puertas de par en par, frunce sus cejas al par de concubinas que le ven con molestia, traen tras él un par de sirvientes y soldados. Busca en alguien que le de respuestas cuando Mingjue entra –Dicen que robaste sus adornos porque no te he dado ninguno—por un momento se queda en blanco pero lo único que puede hacer negar --¿Por qué necesitaría sus joyas?—cuando las mías pertenecen a un emperador se abstiene de decir –Porque no tienes nada que tenga el favor del emperador—el que reconoce como Guangyao habla y Xichen le frunce aún más sus cejas antes de que pueda hablar o replicar

Mingjue le da un ligero asentimiento a las personas, tanto los soldados como los eunucos se mueven a sus cosas, rebuscando con movimientos bruscos entre sus estas puede ver las prendas salir volando, sus cajones trastabillar contra el mismo piso de madera, Xichen se acerca para que se detengan pero Mingjue lo sostiene desde su nuca antes de que pueda moverse como si fuera un animal, voltea a verlo ofendido cuando escucha el singular sonido que hacen las cosas cuando se rompen… su mirada cae al suelo donde está la ficha de jade que su tío le dio, sus ojos se abren y por un momento su respiración se corta, es sostenido en su lugar hasta que los eunucos muestran sus pocas pero valiosas joyas

Ve a Guangyao que sostiene la horquilla que era de su madre. –Eso es mío—no recuerda la última vez que su voz salió tan monótona, --Yo lo quiero—Guangyao le sonríe a Mingjue como si el no estuviera ahí, como si fuera un puesto de horquillas y estuviera escogiendo su nueva adquisición –Bixia…-- voltea verlo esperando que recuerde, lo que esa horquilla significa para él, se lo explico está seguro de eso… o al menos Huaisang pudo habérselo dicho, alguien. Xichen hace el ademan de acercarse a Guangyao, él no puede tocar cosas que no le pertenecen, no las cosas que son valiosas.

Mingjue resopla arrancando la horquilla de las manos del otro la examina un poco --¿Qué hay de bueno en esta tontería?— les da una última mirada a los dos antes de partirla por la mitad, lo único que se escucha es el jadeo ahogado que sale de Xichen a su lado, como si le hubieran dado un golpe en su seco en su estómago drenándolo de todo el aire que tenía disponible en sus pulmones, su mirada desolada mientras mira a Mingjue darle a cada uno una parte

–Eso es justo.—el ruido que se hace de las personas en el fondo se hace un murmullo cuando Guangyao deja caer la parte que le toca “así no me sirve” puede leer en sus labios y Xichen se agacha de forma apresurada a recogerlo, antes de que puedan tocar la cinta de su padre la arranca de las manos del eunuco… no sabe cómo se ve pero las otras dos concubinas le dan una vaga mirada a su demás tocados mientras niegan, casi con desprecio. Guangyao toma otras dos horquillas de las que sostienen que realmente no le importan, apenas es consciente del estado de la habitación, sus cosas están regadas en el piso, es igual de rápido de recoger las piezas que hacen la ficha de jade antes de que la pise, que le hagan más daño.

Imperio |ɴɪᴇʟᴀɴ|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora