Es una mierda mantener en silencio lo que los pensamientos gritan.Quiero mentalizarme de que no es mi culpa, que yo no hice nada, pero quizá ese era el error: no haber hecho nada.
Mariano apareció muerto a la mañana siguiente de ser nombrado alfa de White Wolf, no la habían matado los cazadores, habían sido obra de otros lobos. Queríamos creer que no de nuestra manada sino de la otra que lideraba la zona, la manada a la que mi mate pertenecía.
En el amor y en la guerra se vale todo, ¿no?
—Tiene que tener una explicación —intentó decir ella.
—Celeste, tú lo viste al igual que yo, han matado a uno de los nuestros, a nuestro alfa, ¿no es motivo suficiente para iniciar una guerra? —pregunto irritado.
—¿Quieres ir contra los míos?
—¿Contra los tuyos? No, ellos no son los tuyos, lo dejaron muy claro.
—Como digas que soy tuya te juro que...
—Eres mía —gruño sin poder evitarlo. Mi Lobo interior pedía a gritos decir las dos míticas palabras que enloquecerían a cualquier loba... Excepto a la mía—. Eres mi mate, azulita, no te puedes librar del destino.
—El destino eligió que fuésemos rivales —señala con evidencia—. Así que no hablamos de destino.
—Joder, eres tan sexy cuando te enfadas e impones autoridad, te juro que ahora mismo te empotraría contra la pared.
—¡No puedes insinuarte sexualmente cuando estamos discutiendo algo serio!
—¡Que le jodan a lo serio! ¡Que le jodan al puto destino! —niego con la cabeza y me acerco a ella para poder tomar su rostro con mis manos—. Si tiene que haber sangre, habrá sangre. Pero tú y yo vamos a terminar juntos.
—¿Vamos a ir contra todos?
—Vamos a ir contra todos —afirmo, sabiendo que es prácticamente imposible sobrevivir al ataque de dos manadas.
Ella también lo sabe, pero creo que aparentar una realidad distinta le ayuda a no pensar demasiado en ello y por ende a no preocuparse. Que esté bien es lo básico, al menos para mi, algo bueno tenia que sacar yo de todo esto.
Sus brazos se enredan tras mi cuello y sus labios buscan los míos mientras mis manos se anclan a sus caderas. Cuando nuestras lenguas empiezan a bailar entre sí, la puerta de mi habitación se abre de manera abrupta, haciéndome soltar un gruñido.
¿Es que acaso la gente no sabe tocar a la puerta? ¿Pedir permiso antes de entrar?
Se llama educación, joder.
Pongámonos en el caso de que abriera cinco minutos más tarde, mis manos ya habrían estado recorriendo el desnudo cuerpo de mi novia y quien quiera que haya entrado la habría visto de esa manera.
Me rehuso.
—Lo siento... No, en verdad no lo siento, ha muerto alguien importante en la manada y vosotros estáis aquí besándoos como si nada hubiese pasado —mi hermano mayor no parece contento, de hecho se le forma una arruga en la frente que me indica que está muy cabreado—. Sé que Mariano no era santo de tu devoción, pero era alguien apreciado y muy querido, como alfa debemos de brindarle el respeto que se merece. Van a enterrarlo por la tarde y más os vale aparecer, no queremos más sospechas...
—¿Más sospechas?
—Joel, ayer te fuiste con ella de la fiesta y hoy aparece muerto, nadie te quiere culpar a ti... Pero a Celeste si, lo siento, ella es de la manada contraria y sabemos que han tenido algo que ver.
—Pudieron ser lobos solitarios —trató de defenderse por segunda vez en el día—, o quizá ese híbrido que tanto presume de serlo.
—Los solitarios no tienen tanta fuerza como para destrozar a un alfa —indicó mi hermano alzando sus cejas, claramente molesto por su ataque a la defensiva— y Erick no sería capaz ni aunque quisiera.
—Eso no lo sabes, su parte de vampiro puede jugar en su contra y quizá también en la vuestra, ¿cómo puedes estar tan seguro?
—Se mantiene neutro, no quiere estar en ninguna manada ni tampoco quiere formar parte del todo de los vampiros. Se lleva bien con las dos especies sin necesidad de presumir de una o de la otra. Él no ha sido —aclaro yo.
Era cierto. Erick sería incapaz de matar, al menos por el simple placer de matar. ¿Había matado antes? Si, pero por cuestiones de caza que después terminaban pesándole en la espalda. Era demasiado bueno como para ser híbrido, la naturaleza era una mierda, si saliera humano habría tenido una vida mucho más feliz, aunque esta fuese más corta.
—¿Y por qué habrían de querer matar a vuestro alfa los lobos de mi manada?
—Por verse superiores, por querer hacerse ver... Una manada sin alfa es una manada débil —gruñó mi hermano mirándome—. ¿Sabes quien es el siguiente en la línea?
Me mantengo en silencio, sé la razón por la que me mira así, me siento cohibido.
Celeste escucha atenta, esperando una respuesta que nunca llega, de sus labios no sale nada y de los míos mucho menos.
Yo.
Yo era el siguiente en la línea pero dudaba que todas mis habilidades estuvieran ya desarrolladas para ser un buen líder. Recuerdo cuando Richard me vio transformado por primera vez, el orgullo era algo que se notaba con claridad en su semblante. Era regla general que los alfas de una manada se odiasen por obtener el poder, eso no pasó en la nuestra. Él se encargó de ayudarme con los cambios, me enseñó a controlarme, a calmarme, a hacer absolutamente todo para ser bueno en mi especie... Pero desde que se había ido ya nada había vuelto a ser igual.