🌷 Capítulo cuatro.

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Soobin bajo la hacha en su mano con agilidad, precisión y una fuerza sorprendente contra el tronco de un árbol, para sacar rajas de leña.

La tarea era algo fácil para su constitución grande y fuerte, pero eso no quería decir que no se agitara y no sudara por el calor.

Su cuerpo yacía cubierto con una capa de sudor, cada músculo de su espalda y brazos fleccionandoce con cada embestida de la hacha con el tranco de madera. Su pecho desnudo facilito un poco la tarea de refrescar su agitado cuerpo, gracias al aire fresco que se agitaba en su campo.

Cortar leña siempre le había agradado, ya que en el acto podía maniobrar el hacha a su gusto con toda su fuerza y rabia contenida. Despojar la espina que tenía ensartada y le molestaba, fue una de las razones que motivo ver a ese tronco de árbol en su patio como un enemigo, como una amenaza, como un rival, como una puta peste que necesitaba ser eliminada de raíz.

Así como necesitaba arrancar de raíz toda emoción influenciada en su cuerpo por cierto hombre de ojos azules, piel sueve y bonita, labios hermosos y exquisitos.

Maldito infierno.

Soobin dejo caer con fuerza el hacha contra el tronco, partiendo en la mitad en un golpe certero el tronco.

Gruñó agitado. Limpio con su brazo su frente sudorosa, llegandole a su sistema la necesidad de hidratarse con el líquido vital para la vida humana: agua.

Dejo ensartada el hacha en otro tronco, entonces camino los pocos pasos que lo separaba de la vacíja de agua. La cogio con una mano y la elevó hacía su boca, bebiendo con codicia la mayoría del líquido, con un suspiro satisfecho dejo la vacija en su lugar y volvió a su lugar anterior, con la fuerza del viento alborotando su cabello azabache y refrescado su rostro y pecho.

Su pecho vibro en un gruñido, sintiendo una agitación extraña. Entonces alguien estaba llamando a su puerta principal, con la frente fruncida se giró y observó la puerta con una mueca degustada.

¿Quién podía ser? ¿sus padres esperaban a alguien? Por que él, no.

No levantó el hacha, así que se giró por completo y camino hacia la puerta de madera. Sus instintos se agudizaron y en alerta, entonces abrió la puerta y miró alfrente.

Sus malditas feromonas salieron disparadas, agitadas y potentes. Su olor a Alfa los rodeó y tan malditamente mal Soobin le gruño.

Su rey solo elevó una de sus pobladas cejas, interrogativo ante su comportamiento mal educado.

Entonces el escrutinio que le hizo su rey con sus bonitos ojos azules, encendió un fuego arrazador en su cuerpo, logrado que incómodo se agitara y dejara salir más de sus feromonas. 

No había visto al rey Kim desde hace una semana, donde fue hasta su trono a exigir por derecho algo que le fue impuesto como responsabilidad, fue tan malditamente territorial que le había importado una mierda haberle faltado el respeto su majestad enfrente de un grupo de fuertes alfas.

El reclamó, dominó y controlo lo suyo.

Tan malditamente mal.

Fue estúpido, Soobin fue consiste de eso, una vez se vio en el alfombrado del trono de su majestad y con la afilada espada de su rey en el cuello. Yeonjun se veía enputado, y a Soobin le había valido una mierda, sus instintos agresivos por la amenaza de perder su responsabilidad.

Su rey era su responsabilidad. Y no estaba dispuesto a aceptar lo contrario.

Soobin era obstinado. Tan estúpido.

Y se avergonzó tanto, cuando Yeonjun le había explicado su imprudente acto. Ese día su rey estaba alfrente de un grupo de alfas que formarían parte del ejército de Corea, no era para escoger al candidato que reemplazaría a Soobin, no.

Rey Omega | ˢᵒᵒʲᵘⁿ ᵃᵈᵃᵖDonde viven las historias. Descúbrelo ahora