GRITITOS DE PLACER

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Pasión era lo que abundaba en la habitación en la que estaban, esta era algo oscura pero gracias a la luz que entraba por la dañada puerta se podia ver el rostro contrario con facilidad. Toni dio otro fogoso beso en los labios húmedos del hombre quien metió como intruso su lengua para jugar y enredarse en la contraria.

Con agilidad hizo que la espalda del chico golpeara la mullida, sus piernas recogidas y sus brazos a los costados de su rostro rojito. Era una hermosa vista para el hombre quien embelesado por la belleza que resplandecía ante sus oscuros ojos dio un tierno besito en la punta de la nariz del chico, este como respuesta soltó una tierna risita debido al pequeño cosquilleo que ese pequeño y tierno acto le habia causado. —Te voy a hacel sentil bien Poni —Dijo en un susurro al oído del chico

Levantó la cadera del italiano y colocó las blancas piernas en sus hombros. Metió y retorció su lengua en el aro carnoso haciendo que el chico soltara gemidos sin cesar, con el paso de los segundos y la gran habilidad del musculó sin hueso hacía que esos gemidos comenzarán a subir de tono haciendo que llegaran a ser desesperados gritos de placer. El chico se retorcía mientras que sus piernas inquietas se cruzaban y estiraban, sus brazos cruzaban por su rostro rojo intentando sin logro alguno bajar la vergüenza que recorría todo su cuerpo. El asiático sentía el sabor dulce del chico, el cuerpo inquieto del menor que pedía sin palabras por más y el pecho del chico subir y bajar con la respiración totalmente agitada.

—¡Hai! Por fa... Te necesi... Ahh⁓⁓ —Suplico

El hombre soltó al menor haciendo que volvería a caer en la mullida con fuerza, su rostro tenía un bonito rubor de oreja a oreja, unas pequeñas lagrimas que salían de la orilla del ojo e hilos de saliva que se resbalaban por la lengua del chico la cual se encontraba fuera de su boca debido a los gemidos incesantes que salían de la garganta del menor, haciendo que combinarán perfectamente con la musica de fondo que sonaba animando toda la pista de baile.

El pene erecto del asiático palpitaba, toda la sangre que su corazón podia latir llegaba al largo falo que casi pegado a su vientre dolía casi rogando desesperado por atención. El chico abrió las piernas de par en par, la cara del asiático era una muy dulce, como si le hubieran dado el regalo más preciado del mundo. Acercó la punta hasta la entrada jugando unos segundos con ella, metió una vez más la extensión sin cuidado alguno pues sabía que no dolería, desde la punta hasta la base sin detenerse en ningún momento, tocó rápidamente aquel punto de gusto para el italiano.

—Ahh⁓⁓ —Soltó al sentir el placer recorrer toda su columna

—Cleo que ya lo enclonte, eso fue fácil' —Dijo con un poquito de risita, dando cortas embestidas comenzó a darle placer al rubio

—Más, hazlo más rapido —Ordenó. Algo que destacaba del chico era que le encantaba mandar sobre cualquier persona, no le importaba si era un presidente o como en este caso un gran jefe de una mafia. Cabe aclarar que en este caso no importa, pues tenia a ese asiático mafioso a sus pies.

El mayor sacaba y metía por completo el largo falo, subiendo cada vez más la velocidad haciendo que el sonido al chocar sus piel se hiciera mas y mas constante. El chapoteo de sus pieles hacían una perfecta combinación con los gemidos del chico y los suspiros del hombre. Hai pegó su pecho contra el de su pareja para poder morder el ya no tan pálido cuello, siguió dejando marcas rojas esta vez más grandes que las anteriores, sus manos recorrían la figura del chico y acariciaban los botones rosados del chico que iban tomando el tono rojo que siempre le habia gustado.

Ergio su espalda y coloco sus manos en cada uno de los pezones del chico, masajeaba y apretaba causando que el placer del chico subiera sin frenos. El choque que creaban sus pieles hacían que el cuerpo del chico subiera y bajara rápidamente, el cabello rubio caía por un lado del rostro y acompañaba las gotas de sudor que se combinaban con las lágrimas de placer que salina de los ojitos azulinos del menor.

MI MANO DERECHA - CARLONIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora