—Padre. —llamó Alucard, colocando la mezcla en la bandeja.
—¿Sí? —preguntó su padre, concentrado en decorar un pastel.
—No recuerdo que me haya gustado la repostería antes. —mencionó, buscando la barra de chocolate, antes de comenzar a rayar.
—Mmm, ¿el médico no dijo que te interesarías en nuevas cosas?
—Padre.
—¿Sí?
—¿Siempre me gustaron los girasoles?
—¿A quién no siempre le han gustado los girasoles? Son preciosos.
—Pero no eran mi flor favorita.
—... No, me parece que no.
—¿Por qué crees que ahora me gustan tanto?
—... ¿Nuevos intereses?
—Padre.
—¿Sí? —repitió, por tercera vez, con toda la paciencia del mundo.
Alucard se quitó la cadena, y se la puso en la mano, obligándolo a mirarlo.
—¿En serio no sabes de dónde salió esto?
Su padre miró la cadena. Ya se la había mostrado antes, pero no le había echado un segundo vistazo. Esta vez, la analizó por un momento. Una expresión de sorpresa cruzó el rostro de su padre, quien levantó las cejas al ver el dije, y luego regresó a su expresión natural.
—No lo sé. —respondió, menos convencido, devolviéndole la cadena, y siguiendo con lo suyo.
—Padre.
—¿Sí?
—¿Me estás mintiendo?
—... Sí. —admitió, y Alucard se sintió aliviado de que le dijera la verdad en eso.
—Entonces sabes de dónde viene la cadena.
—Creo saberlo. —su padre asintió.
—¿Y...?
—Creo que la conseguiste antes de tu accidente.
—¿Y no sabes si la compré o si alguien me la regaló? —su padre sacudió su cabeza.
—Cuando lo noté, ya la tenías.
—¿Y no recuerdas qué estábamos haciendo cuando ocurrió mi accidente? —preguntó, una vez más, intentando obtener respuestas del suceso que se encontraba en blanco en su mente.
—Estábamos en Dria, pero no recuerdo para qué.
—¿En serio no lo recuerdas?
—Luca, no tengo una memoria perfecta. No puedo recordar todo. Además, tu accidente ocurrió muy rápido, y ni siquiera sé con exactitud lo que pasó.
Alucard asintió, y se quedó en silencio.
—Padre.
—Dime, Alucard. —respondió su padre, divertido—. Vas a quemar mi nombre si sigues así. —Alucard se rio, y preguntó, con inocencia:
—¿Dónde está tu anillo? —su padre se congeló cuando escuchó la pregunta.
—¿Anillo? ¿De qué hablas?
—No soy estúpido. Hablo del anillo con el escudo de armas de la casa de madre, por supuesto. No he visto que uses el tuyo.
Alucard había acorralado a su padre a propósito.
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Historia de un Amor Perdido.
Romance𝜠𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒎𝒂𝒔 𝒑𝒖𝒓𝒐 𝒕𝒓𝒂𝒔𝒑𝒂𝒔𝒂 𝒇𝒓𝒐𝒏𝒕𝒆𝒓𝒂𝒔. A lo largo y ancho de todo el continente de la Unión, los rumores y los escándalos persiguen a la realeza de cada reino que prospera bajo su mandato, pero hay uno en especial que atr...