SOBRE LA OBRA

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Bartolomé Mitre, gran historiador del siglo XIX, señaló que la noticia más antigua de Ollantay es que fue representada en 1780, ante los ojos de Túpac Amaru II, y que fue dirigida por el padre Antonio Valdéz. Después de la muerte de este en 1816, un sobrino suyo encontró una copia de puño y letra de su tío, y dio a conocer la existencia de este valioso documento. Años después algunos fragmentos fueron publicados; sin embargo, en 1853 la publicación se realizó de manera íntegra, a cargo del sabio Johan Jacob Von Tschudi, a manera de apéndice en su libro Die Kechua Sprache, con la versión quechua y su respectiva traducción alemana. Entretanto, la primera traducción completa al castellano fue publicada en Lima, por José Sebastián Barranca, en 1868, y desde entonces han surgido varias traducciones.

En lo que respecta a su origen, la crítica literaria ha dado cuenta de tres posibles teorías: la tesis incaica, la tesis hispanista y la tesis ecléctica. Sin embargo, en los últimos años se ha ido llegado al consenso de que se trata de una obra de teatro de carácter mestizo, que formaría parte de un conjunto de piezas dramáticas escritas a partir del siglo XVII. Esta muestra de teatro colonial ha sido muy valorada por su gran inspiración poética, por los elementos de tragedia y comedia bien amalgamados, y por ciertas escenas en las cuales destacan los yaravíes, tan propios de la tradición quechua. Además, a lo largo de la obra, se desarrollan el inicio, el nudo y el desenlace, todo ello acompañado de diálogos ágiles y escenarios del periodo prehispánico.

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