Capitulo 28

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Cuatro días. Cuatro días desde que Verónica entró en un trance tonto y asustadizo. Ella estaba enamorada, no tiene idea de cómo sucedió. Aún así, tenía miedo de que alguien se diera cuenta, esa fue la razón por la que comenzó a evitar a Lucy. (Mas idiota y muere) La latina creía que al llegar a abrazarla o estar frente a ella nuevamente, sus sentimientos saldrían a flote sin que lograra detenerlos, hasta que ya fuera muy tarde. Prefería prepararse, volver a recordar cómo se debía enfriar el corazón, para parecer tranquila. Ella ya había olvidado cómo era una Verónica Iglesias que no estaba enamorada.

Descuida, todo está bien. Nadie lo sabe, nadie nunca lo sabrá. Tuvo que recordarse continuamente, esos días. Y Lucy, mierda. Podía sentir los ojos cafés clavados en ella, cada vez que compartían una clase, o durante el almuerzo. Lucy no se acercaba, puede que la latina la tuviera confundida, ella no sabía qué hacer. El único lado positivo era que ya no encontró días molestia o tanto dolor, como antes, en la mirada de su chica, puede que el sincero abrazo de hace unos ayudara. Verónica no podía evitarlo. Sonreía como idiota al pensar en el cuerpo de la castaña pegado al suyo, el calor reconfortante que emitía, su rostro enterrado en su cuello y sus notables celos. Las mariposas en el vientre ya eran una constante en su vida, desde que en ella apareció Lucy Vives. Después se reprendía a sí misma y se obligaba a borrar la sonrisa, apretando los labios y formando una fina línea. Cualquiera podría sospechar de su estado idiota, por el rostro que mostraba al pensar en los ojos café. Hoy había llegado temprano a casa, prefiriendo no ir con los chicos a la pizzería. Camila siguió su ejemplo, objetando que iría a comer un gran almuerzo en su casa y después tomaría una larga siesta. (Sé cómo Camila, se inteligente)

Ayer duró hasta tarde leyendo, y quería recuperar horas de sueño. La latina sonrió. Le había visto últimamente feliz, a su mejor amiga, debería darle las gracias a la rarita. Aún recordaba la alegre charla de Camila, después de llevar a Jauregui a su casa, al día siguiente. Fue insoportablemente empalagoso, en plan:

-¡Debiste verla, Vero! Sofi ¿entiendes? Nuestra Sofi, quedó encantada con Lauren-contaba, con el típico brillo en los ojos cuando se trataba de la ojiverde.

Verónica frunció el ceño, con una pizca de celos, ya que la pequeña Cabello siempre le había querido a ella.

-¿Sofi? ¿Mi Sofi? -Preguntó, también un poco sorprendida, la niña no acostumbraba a socializar con cualquiera y más si acababa de conocerlo.

(Solo Lauren Jauregui, damas y caballeros)

-Es nuestra no tuya solamente, así que quita esa cara-rodó los ojos con una pícara sonrisa, después sonrió bobamente, mirando a la nada-. Lauren es tan linda y atenta con Sofi, un amor de persona. Se veían tan tiernas-suspiró.

Verónica sufrió un exceso de azúcar en la sangre, al ver a su amiga así de enamorada. Y ahora aquí estaba. Ella, completamente sola y con la cabeza vuelta un lío, por una persona: Lucy Vives. Lucy. Lucy. el nombre de la castaña se escuchaba tan bonito, logrando hacerla sentirse mejor. Se golpeó la cabeza. ¿Por qué ella ahora debe actuar tan melosa y no pensaba con claridad? Por supuesto, los malditos efectos secundarios del amor. Que bien. (Peor que el jarabe de la tos) Dirigió sus pensamientos a la cámara fotográfica, que reposaba en su escritorio, llevaba varios días sin usarla. Hoy era una linda tarde para ir a tomar fotos. Se acercó, tomando el aparato entre sus manos. Sus ojos se fueron a la ventana, preguntándose qué estaría haciendo la hermosa chica de ojos café. ¡Para ya! Bastaaaa, vuelve. No puedo perderte. Se decía a sí misma, ya que temía haber perdido la cabeza y en cambio tenía una nuez. (No, recuerda que ahora era un páncreas)

Rivales (Vercy)Where stories live. Discover now