Capítulo 25: Vámonos a penales

334 24 69
                                    

Nota: En este capítulo hay una parte donde la Rapu se acuerda de una canción. Sería muy bacán si cuando lleguen a esa parte la pudieran poner de fondo antes de seguir leyendo, porque la escribí pensando en esa emoción. Se llama "Poemas al Fútbol" y es de PlaF, les dejo el link también. 

⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆

- Ya – suspiré, todavía en este personaje de capitana - ¿ahora qué hacemos para tapar el cagazo de la Fran?

Hasta ahí nomás me llegó la inspiración parece.

- Vámonos a penales – dijo la Gringa tomándome por el hombro.

No entendí de qué hablaba.

- Vámonos a penales – insistió – con un gol empatamos a 1 y nos van a mandar al alargue, 15 minutos por lado, pero nosotras sólo preocupémonos de mantener el empate. Tenemos una menos en cancha, así que vamos a tener que elegir entre atacar o defender, porque no podemos hacer las 2.

Me hizo sentido lo que dijo. Yo aportaba con el discurso motivacional nomás, pero la Gringa era la que sabía realmente de táctica y estrategia de juego. No alcancé a decir nada más porque nos llamaron para volver a la cancha.

Me quedé con ganas de preguntarle "¿y podemos ganar si nos vamos a penales?", pero no fue necesario. Por una falta en el área para evitar que nos metieran el segundo gol le dieron penal a las Leonas y la Gata lo atrapó sin dificultad.

- Te dije – habló la Gringa orgullosa y se vino a parar a mi lado mientras las Leonas retrocedían para el saque de arco – ya, ordenemos esto – llamó a la Anto – Anto, ponte donde estaba la Fran, armemos un 4-3-2. Rapu, ponte por la banda derecha, no vayas de media punta, quiero que juegues de puntero.

- ¿Me estás pidiendo que juegue como el Joaco? – dije de repente, mitad indignada, mitad herida.

- No – se mantuvo firme – te estoy pidiendo que juegues como tú lo sabes hacer. Te conozco, eres rápida y sé cuánto puedes correr. Vamos a tener una ventana corta, la Anto va a desarmar la defensa por un segundo para tirarme la pelota a mí, tú vas a mantenerte en línea conmigo hasta que yo te de el pase, ahí quiero que te mandes el pique de tu vida, ¿me escuchaste, Rapu? Olvídate de Montecinos – me dio una sonrisa – ahora estás jugando conmigo.

Y se dio. La Anto recuperó una pelota, pero no la movió por el medio campo sino que dejó un espacio en la defensa buscando darle un pase a la Gringa. Supe que era nuestra jugada, había llegado el momento. La Gringa se tomó unos segundos para controlarla y esperar a que se abrieran los espacios entre las Leonas. Apenas la pelota tocó mis pies eché a correr como nunca lo había hecho antes. El viento hizo que la camiseta se me pegara al cuerpo por lo rápido que iba, una zaguera me pisaba los talones pero ya tenía el arco despejado y frente a mí, entonces me incliné hacia un lado para aprovechar el impulso, como cuando derrapas un auto en el "Need For Speed", y cuando sentí que iba a llegar al límite del equilibrio, disparé.

De repente todo se puso en cámara lenta. Mi cuerpo derrapó hasta caer de costado y de forma inconsciente apoyé una mano para amortiguar el golpe, mientras mi mirada seguía la pelota que describió una parábola antes de entrar al arco. Los dedos de la portera apenas alcanzaron a rozarla. Gol.

Yo creo que fue el gol más gritado del campeonato. Lo siguiente que recuerdo es que la Gringa me estaba tomando por el brazo para levantarme, pero yo seguía con mi atención fija en la pelota, que ya golpeaba la malla del arco. De un solo tirón me puso de pie, pero la estabilidad no me duró mucho porque vinieron todas las chiquillas a abrazarme, hasta la Gata salió del arco para sumarse a los festejos. Me pegaban en la espalda, me tomaban por los hombros para sacudirme y volverme a abrazar. Habíamos conseguido el empate, las Vikingas se ponían en competencia otra vez.

Juega conmigo (Joaquín Montecinos y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora