Capítulo 26: 11 pasos

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Narrador en tercera persona

La chica del cabello largo escondió la cara en el hombro de su compañera cuando le atajaron el penal a la Anto. Con pánico y la respiración agitada, asumió que la Fran se había equivocado y que sí iba a tener que dar la cara ante los 11 pasos.

Joaquín Montecinos nunca llegó a cumplir su promesa de enseñarle a patear penales, supongo que nadie se imaginó que la situación iba a terminar así. Como si fuera un animal salvaje al que acaban de apuntar con una linterna, la Rapu se quedó congelada.

Catalina, arquera de las Vikingas apodada "la Gata", la tomó del brazo para apartarla del grupo mientras era turno de la Maga. Fue gol, pero todavía les faltaba un lanzamiento para quedarse con el campeonato.

Los comentaristas leyeron su nombre en voz alta:

- Bastante curiosa la elección de las jugadoras que llegaron a esta instancia. Recordemos que la Rapu no es especialista en penales.

- No sé si podemos decir que no es especialista - agregó la otra - más bien, me da la impresión de que nunca lo ha hecho.

- La portera de las Vikingas está manteniendo una conversación en privado con la número 10, seguramente le está dando consejos a la inexperta delantera que va a patear el quinto penal.

Ellos no pudieron escuchar la conversación completa, pero nosotros sí:

- Yo no sé hacer esto - se apresuró en decir la Rapu, su mente iba a mil por hora y las palabras le salían atropelladas - yo... yo nunca he hecho esta wea, el Joaco nunca me enseñó, la Fran dijo que no me iba a tocar...

La portera la tomó por los hombros para que dejara de hablar.

- Rapu, escúchame - le habló despacio - no es tan difícil. No te compliques con hacer trucos y confundir a la arquera, eso no sirve. Quiero que des un golpe fuerte, derecho y esquinado. Busca una esquina de arriba, como el gol que metiste cuando pasamos a semis, un disparo fuerte, arriba y a la izquierda, que aunque la arquera se estire no lo pueda alcanzar.

El cuerpo de la delantera temblaba, su compañera se dio cuenta de que la estaba agarrando muy fuerte y la soltó. Ser dura con ella en este momento no iba a funcionar, entonces habló con la sabiduría propia de ser la mano derecha de la capitana, la segunda en antigüedad, la segunda al mando todos estos años.

- La Fran está orgullosa de ti - a la Rapu se le iluminaron los ojos - ella nunca te lo dijo de frente, no es su estilo, pero cuando estaba conmigo siempre lo decía, me hablaba de lo mucho que habías progresado, de lo precisa que eres con los remates al arco... Me imagino que en este momento le gustaría que lo supieras.

La Rapu no supo qué responder. La Gata la tomó del brazo nuevamente, pero esta vez con suavidad, y le dio un beso en la frente antes de encaminarse al arco para el último penal de las Leonas, decidida a impedir que entrara.

A medio camino se giró y la Rapu leyó sus labios:

- Fuerte y esquinado - decían - arriba.

Sabía que eso no era fácil de lograr. Si la pelota no toma la altura suficiente le quedará justo en las manos de la arquera y la sacará sin esfuerzo. Si la pateaba muy arriba corría el riesgo de que ni siquiera entrara al arco. El margen era estrecho y la precisión necesaria era absoluta.

Con el rostro inexpresivo pero las intenciones claras, la Rapu caminó hasta los 11 pasos. Colocó la pelota en el suelo frente a sus pies, con cuidado, y se levantó despacio. Se alisó la camiseta recorriendo los destellos con sus manos, entonces miró al cielo buscando las estrellas, una pareció brillar más fuerte para ella. Las luces flotantes en medio de la oscuridad estaban ahí para darle calma.

...

En el otro lado de Santiago el panorama no era muy distinto. La Selección Chilena había logrado empatar a 0 con Argentina, y después del alargue tocaba definir este partido de eliminatorias yéndose a penales. Una historia conocida en la memoria de la hinchada, y que ya había tenido un final feliz las 2 veces anteriores.

Claudio Bravo, el capitán América, reunió a los 5 futbolistas de los que dependía el triunfo de La Roja: Arturo Vidal, Eduardo Vargas, Charles Aránguiz, Erick Pulgar y Joaquín Montecinos, que había entrado en el último tiempo por Alexis Sánchez.

Tarzán se mantenía confiado mientras esperaba su turno. Él mismo se había definido como "más un asistidor que un goleador", pero sabía que tenía el nivel para dejar los colores de su selección en alto. Aplaudió con entusiasmo los lanzamientos de los compañeros que vinieron antes, con la misma emoción que era característica de su personalidad. Después de un partido tan sufrido, Chile por fin parecía tenerla fácil, solo faltaba que Montecinos convirtiera el penal para que nuestro país pudiera asegurar los pasajes a Qatar. El estadio se mantuvo en silencio, con expectación, cuando caminó hasta los 11 pasos.

La sonrisa se borró de su rostro por la seriedad del momento. Se despejó el pelo de la cara y se subió las calcetas mientras pensaba hacia dónde iba a disparar. Se alzó frente al arco y decantó por un remate esquinado, bien arriba. Miró hacia el cielo y se encontró con las estrellas, su respiración se volvió pesada y profunda cuando se descubrió pensando en ella: ¿En qué estarás, Rapu?

Al mismo tiempo pero en estadios distintos, cada árbitro dio la señal para que se llevara a cabo el último penal de la jornada.

Rapunzel y Tarzán se aproximaron con cautela a la pelota y buscaron dar ese remate fuerte y esquinado. Los dos le pegaron con la pierna derecha y la misma técnica que habían compartido.

Dos equipos peleando por el triunfo de hoy: uno luchaba por coronarse campeón y el otro por no ser eliminado del Mundial.

Dos futbolistas defendiendo con el corazón su camiseta.

Dos apasionados del fútbol pensando en el amor del otro.

Dos exhalaciones forzadas cuando le pegaron a la pelota buscando esa trayectoria precisa.

Dos disparos al arco en el penal decisivo.

Uno fue palo.

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Ya, ¿quién fue?

Nota: Este es el único partido de la Selección que no está inspirado en la vida real. Ojalá que cuando jueguen la otra semana sea más fácil.

Juega conmigo (Joaquín Montecinos y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora