Capítulo 9: ¿Te gusta Saw?

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- ¿Qué quieres hacer?

Su tono seductor no me intimidó, yo estaba decidida. Me paré de puntitas hasta rozar mi nariz con la suya y respondí:

- Quiero jugar.

Entonces soltó una carcajada que lo separó de mí y comencé a reirme yo también cuando intenté hacerlo callar. Teníamos que hablar bajito para que los cabros afuera no nos escucharan, de más que alguno estaba pegado a la puerta sapeando.

- ¿Segura? - susurró y yo asentí, me tomó por los hombros - ya, pero tenemos poco tiempo, ¿qué se te ocurre?

- ¿Te gustan las películas de Saw? - le pregunté y me guiñó un ojo, entonces nos pusimos a trabajar.

Miró a su alrededor inspeccionando qué podría servir mientras yo escribía con lápiz labial en el espejo del baño la mítica frase de "quiero jugar un juego". Sacamos una toalla grande del vanitorio y empezamos a juntar las cosas que íbamos a usar para después atar las esquinas a modo de morral, había que ponerse creativos. Nos llevamos un par de rollos de confort, la jabonera, un par de toallas, la espuma de afeitar del Alexis... weas así. Me sobresalté cuando escuché la voz del Edu al otro lado de la puerta:

- ¡Apúrenla cabros! ¡dos minutos!

Me sobresalté y se me cayó la jabonera de las manos. Obvio que todos escucharon cuando se rompió.

- ¡Cálmate, Tarzán! - se sumó el Huaso - no seai tan bestia con la Rapu.

- ¿Nos pueden dar un rato más? - dijo agitado el Joaco - es que 7 minutos es muy poco po.

Montecinos me tapó la boca para que no me riera tan fuerte y seguimos en lo nuestro. En verdad sí, 7 minutos para preparar una broma era muy poco. Abrí la ventana del baño y me percaté de que era una altura no menor, pero el Joaco ya estaba con el saco al hombro tipo Viejito Pascuero y no se iba a echar para atrás.

- Bajo yo primero y de ahí saltai tú - me pasó el bolso y de un impulso se tiró - pásame las cosas.

Me asomé, quedando con la guata apoyada en el marco de la ventana y la mitad del cuerpo afuera e intenté acortar lo más posible la distancia antes de tirarle el saco.

- Ahora tú - extendió los brazos listo para atraparme. Me acomodé para quedar sentada en el marco con las piernas colgando. Tomé aire, y en un segundo sus manos me estaban sujetando firme por la cintura.

- Lo hicimos - le sonreí, con los pies todavía en el aire.

- Lo hicimos - repitió él, dejándose llevar por la emoción del momento.

- ¿Me bajas? - tuve que decirle para que se avispara.

- Sí, sí, sorry - sin soltarme, bajó despacito hasta que volví a apoyarme en el suelo - nos tenemos que esconder, ven.

Se colgó el morral al hombro y me dio la mano con la que le quedaba libre. Corrí detrás de él, agachadita, hasta llegar a la mesa de ping pong que estaba en la parte de atrás de la casa. Nos sentamos en el piso y él sacó su celular para enviar un audio al grupo de whatsapp que tenía con los cabros. Se aclaró la garganta en un intento por imitar la voz de JigSaw.

Hola cabros, ustedes no me conocen pero yo sí los conozco. Bueno, sí me conocen, pero ignoremos eso.

Queremos jugar un juego. Esto es lo que pasa si pierden: Con la Rapu hemos secuestrado todo el copete que hay en el maletero del Alexis, si no consiguen juntar todos los objetos que escondimos, lo tiramos por el water, ¿entendido?

Para encontrarlos hay pistas por toda la casa y también en el patio, tienen que formar parejas e intentar seguirlas. Les damos una hora.

Contando desde... ¡ya!

Me miró con una gran sonrisa, yo no podía creer la locura que estábamos haciendo pero él me había aganchado altiro.

- Oye - le di un golpecito en el hombro para que se acercara - pero no sacamos el copete del auto.

- Es mentira lo del copete, los weones se lo tomaron hace rato - me impresionó lo ingenioso que era - están tan curados que no se van a dar cuenta, ahora vamos, tenemos que poner las pistas.

Extendió la toalla en el pasto y me alumbró con el celular para que yo pudiera escribir en las hojas del confort. Le saqué una foto a la primera pista con el teléfono del Joaco pero sin enviarla por ahora, todavía nos faltaba colgar las demás en las ramas de algunos árboles.

En el fondo de la foto podías distinguir la mesa de ping pong, así que lo más lógico era cambiar nuestro escondite porque sería el primer lugar al que vendrían. Nos dimos la vuelta por el otro lado de la casa y nos quedamos detrás del auto del Huaso, justo frente a la entrada. Apreté enviar.

Los observamos salir despacio, medios inseguros pero cagados de la risa igual. Dejaron la puerta entreabierta y se dispersaron en busca de esa ordinaria tira de confort.

- Vamos a hacer la hora a mi auto, tienen para rato acá - me guió y abrió el maletero de su jeep.

Se apoyó contra él con las manos en la cintura, entonces dijo:

- Aprovechemos que estamos solos po.

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Media propuesta indecente de Montecinos jajaja ¿cómo quedaron?

Juega conmigo (Joaquín Montecinos y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora