No Eres Tan Grinch.

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No había señales de Meg en toda la clase de francés. Suspiré con aburrimiento mientras la maestra cerraba el libro.

—Hasta mañana, chicos —dijo mientras salía.

Me arrastré hacia la cafetería con flojera, buscando a mi único amigo, Laech.

—¿Vamos a fumar? —preguntó, rodeando su brazo sobre mi cuello de forma despreocupada.

—Claro —respondí con una sonrisa.

Nos dirigimos al baño de hombres, un refugio secreto para nuestras escapadas. Subimos al techo, me tiré boca arriba mirando al cielo.

—Toma —me pasó el cigarrillo.

Después de unos minutos, estábamos riéndonos como si todo el universo fuese una broma.

—No quiero que esto se acabe —dije en medio de una risa entrecortada.

—¿Qué cosa? —preguntó Laech.

—Esto, que estés aquí. No quiero que me abandones. —Mi risa se fue apagando.

Laech me miró serio. Colocó mi cabeza sobre su pecho y comenzó a acariciar mi cabello. No sé por qué, pero empecé a llorar.

—Issy, nunca te dejaré —dijo con suavidad.

Las lágrimas caían, pero una sonrisa seguía en mi rostro. Fumé otra vez, riendo y llorando al mismo tiempo.

—Te quiero, Laech.

Mi teléfono comenzó a sonar. Lo miré, era Dylan.

—Contesta —dijo Laech, sin quitar la vista del cielo.

—No es nadie importante.

Seguimos riendo, llorando, alternando entre emociones como si fuéramos bipolares. La vida era absurda, pero en ese momento, no importaba.

—Vamos —ordenó Laech.

Agarré mi bolso y bajamos. Esta vez había alguien más en el baño, un chico del equipo de fútbol americano de Dylan. Lo miré por un segundo, y después salí con Laech, despreocupada.

—Voy por un jugo, ¿vienes? —preguntó Laech riendo.

—Tráeme una pizza —respondí.

Laech se fue, y yo seguí caminando. A lo lejos vi a Dylan, hablando con Megan y Kat. Los tres parecían absortos en la conversación.

—¿Estás bien? —me preguntó alguien que se parecía mucho a un pitufo. Solté una carcajada.

—¡Hola, señor pitufo!

Vi a Dylan acercarse, luciendo preocupado.

—Issy, ¿estás drogada? —me preguntó con esa mirada de "estoy aquí para salvarte".

—¿Te importa?

—Claro que me importa —respondió con seriedad, mirando alrededor como si fuera a encontrar una solución mágica.

Kat y Meg también se acercaron, y Kat me lanzó una mirada dura.

—Issy, aléjate de ese chico —dijo, refiriéndose claramente a Laech.

—No lo haré —respondí, molesta. La broma ya no me parecía graciosa.

Empecé a buscar a Laech con la mirada. Todo parecía un torbellino de colores.

—Mira cómo estás por culpa de él —insistió Dylan, cruzando los brazos.

No tenía derecho a hablar. Él me dejó cuando más lo necesitaba, y ahora se atrevía a culpar a Laech.

El Fuck Boy (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora