jimin... i like you

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Habían hecho cambios. Decidieron comprar una cama, ahora la habitación de Taehyung tenía dos camas tamaño mediano, mientras que la habitación de Jimin tenía una cama tamaño grande. Al principio la habitación del rubio era para los mayores y la otra para los niños, pero los niños habían jugado sucio logrando que terminaran los dos mayores acostados en la habitación de Jimin, juntos.

Los niños habían dicho que como ellos eran esposos debían dormir juntos, Chung-hee dijo que él quería una cama para el solo y Dong-sun dormiría con Bon-hwa. Obviamente estás solo habían sido excusas para hacerlos dormir juntos, esos niños eran de armas tomar.

Sonrió, tenía que recordar agradecer esa jugada. Ver a Jimin dormir se había convertido en su actividad favorita, estaba seguro que si existiera una competencia de admirar al pelinegro el sería el ganador y por mucho. Eran aproximadamente las tres de la madrugada, no había podido dormir, pero no le molestaba porque frente a él estaba un profundamente dormido. Sus mejillas estaban acolchadas por la cama haciéndolas ver más gorditas aún. Su cabello negro caía sobre su frente llegando hasta sus cejas, sus labios estaban ligeramente abiertos dejando escapar algunos suspiros.

¿A quién debía agradecerle la maravillosa vista que tenía? ¿A los padres de Jimin? ¿A Dios? ¿Al destino?

Por si las moscas les agradeció a los cuatro, porque en ese momento su corazón latía rápidamente como si hubiera estado corriendo una maratón, las abejas habían decidido tomar su estómago como su hogar porque últimamente no se iban nunca de ahí. Las abejas no se iban porque Jimin era su miel y el estómago de Taehyung su colmena, la pura existencia del chico las mantenía con vida, las hacía bailar, estaban felices viviendo ahí, viviendo por Jimin.

Su mano tembló ansiosa por tocar, aunque sea un poco la piel del chico dormido frente a él. Lentamente acerco su mano acariciándole la mejilla libre, sus dedos solo lo rozaron, pero ese roce bastó para que su cuerpo recibiera descargas que lo recorrieron de pies a cabeza.

Si Jimin supiera todo lo que le hacía sentir, si Jimin supiera como podía cambiar su día con tan solo existir, si Jimin supiera como su corazón latía cada vez que lo escuchaba reír. Si tan solo Jimin supiera que él era la miel de su colmena.

Suspiro. ¿Cambiaría en algo si sus sentimientos fueran revelados? ¿Jimin le correspondería? Estaba intentando hacer lo posible por conquistarlo, había dejado de molestarlo, bueno, al menos había dejado de molestar un poco.

Hacía comentarios indirectos esperando que tomarán dirección y Jimin los entendiera, pero ¿Eso era suficiente? ¿Jimin estaba entendiendo todo lo que su corazón le quería decir? Porque hasta el momento el pelinegro se comportaba igual, sin duda habían dejado de pelear como en el pasado, pero a decir verdad su relación no había avanzado mucho. Esto ponía nervioso al rubio, nunca se había interesado en alguien como lo había hecho con Jimin y aunque intentará acercarse parecía que el chico había puesto una barrera para no dejarlo entrar.

Suspiro nuevamente está vez mirando el techo, porque estaba seguro que si seguía mirando a Jimin no podría dormir jamás. Su cuerpo reaccionó y se puso de pie cuando sintió un sonido en la cocina, comenzó a caminar con cuidado pensando que podrían ser los niños, aunque los ellos siempre avisaban cuando se levantaban de noche así que descarto esa idea. ¿Podría ser un ladrón? Eso era un poco más razonable así que tomo un zapato, aunque no era muy amenazante, para defenderse.

Camino a paso firme y se dio cuenta que la luz de la cocina estaba encendida, bien no podía ser un ladrón porque eso sería muy estúpido de su parte, y hasta el momento no sabía si los fantasmas podían encender luces.

Al entrar se encontró con Chung dándole la espalda mientras colocaba un vaso en uno de los muebles.

—¿Chung-hee? ¿Qué haces despierto? —pregunto mirándolo desde el umbral de la puerta. El adolescente no se giró a mirarlo y parecía nervioso, ahí fue cuando Taehyung noto que estaba intentando contener los espasmos que su cuerpo tenía. —¿Pasa algo?

Padres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora