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—Cuando te traje aquí, aún respirabas, tu pulso seguía débil pero había esperanza. Aunque debo de admitir que me asusté cuando empezaste a convulsionar, fue un alivio que ya estabas aquí y tenía al alcance mis utensilios... —metió otro trozo de fruta en la boca del chico que gustoso la tomó, aunque su garganta aún resentía la intromisión—. Pude detener los sangrados y establecerte luego de un arduo esfuerzo, pero sinceramente creí que no resistirías. Debe haber algo muy importante aún reteniéndote en este mundo.

El alfa no había dicho nada, esperando que la anciana terminara su relato, pero con lo último dicho vino a su mente aquel lobo de pelaje dorado. No sabía por qué pero algo le decía que ese lobo tenía mucho que ver con que aún se siguiera aferrando a vivir.

La anciana alfa siguió relatando los cuidados que tuvo durante los primeros días, pues sacarle la rama incrustada fue todo un reto, fue un milagro que no perforara algo vital y sólo rompió tejido de su piel, eso sí, la sangre era el problema y lo que ella estimaba que no lo dejaría sobrevivir. Es por eso que no sabía cómo es que el chico sigue vivo. 

La madre Luna en verdad debía de apreciarlo.

—¿Cuánto... cuánto tiempo llevo inconsciente? —preguntó un tanto con temor y voz ronca.

—Tienes un poco más de 3 meses, muchacho... por un momento creí que no ibas a despertar.

Y es que la anciana perdía las esperanzas con cada día, pero eso no la hacían desistir con su labor de mantenerlo vivo. Ella lo intentaría hasta que la madre Luna decidiera lo contrario.

Fue difícil el estarle introduciendo casi a la fuerza alimento, luego estaba el limpiar su cuerpo. Los momentos que lo dejaba solo eran tan desesperantes, pero debía hacer dinero el cual servía para el alimento. Esos lapsos era donde más rezaba para que el chico no convulsionara. 

—¿Convulsionaba?

—Lo hacías cada cierto tiempo,  no sé pero creo que era algo que te inquietaba y te llevaba a convulsionar. Estabilizarte era un reto, más al ver el sufrimiento en tu rostro. Llorabas mientras buscabas aire, créeme, no fue grato de presenciar. Justo ahora que despertaste, estabas hirviendo y empezaste a convulsionar, fue más fuerte que en otras veces que creí por un momento no la librerías. Tuve que darte primeros auxilios.

Fue entonces que atando cabos, supo que los... ¿sueños? que tuvo con el lobo lo alteraban al punto de convulsionar. Eso sólo afirmaba que el lobo era alguien importante en su vida, sólo que no sabía a quién pertenecía esa forma lobuna.

—Ahora sólo debemos esperar que la herida de acá —tocó suavemente el costado izquierdo, bajo su costilla—, termine de sanar, y para eso falta poco. Luego tenemos la del pie, vendé hasta tu muslo porque había piel desgarrado por mordeduras, al igual que en tu pecho. Eso ya había sanado, pero como te movías mucho dormido, las lastimabas y se volvían a abrir, por eso aún no sanan por completo.

—Entiendo... muchas gracias, señora ChaNi. Por todo, por salvarme y seguir cuidando de mí.

—No tienes que agradecer, muchacho. Sólo sigue recuperándote y ser lo que eras antes, no fuerces tu mente, todo se arreglará en su momento, no desesperes y mientras, come, que el alfa frente a mí es muy flaco.

Y dicho eso, empezó a darle más fruta. JungKook la terminó y agradeció. Luego de eso le pasó un vaso con hiervas medicinales, limpió sus heridas y se enfrascaron en una vaga charla.

La mujer le hizo saber que al día siguiente debía ir al cruce de manadas a vender y le alegraba que ya estuviera despierto porque así no estaría con la angustia.

Imperfectly Perfect |KookV| (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora