Prólogo

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*Nota de autora*  

¡Hey!

Pingu-chan reportándose...Primero que nada, cambie mi nombre a PinguLoca por una mera razón estética; sigo siendo la misma loca fan del MakoHaru de siempre :D

En fín; debido a varios problemas que surgieron con la secuela de mi primer fic (conocida como "Mis días contigo") ha sido temporalmente suspendida. Ando en estudios y hoy tengo día libre, así que de paso, les dejo con este nuevo fic, basado en un AU de la serie Tokyo Ghoul. He empezado a leer el manga y me tiene pegadísima, así que espero que no me den spoilers o los mato :3

Ahora sí, que disfruten este fic (Viene narrado desde la perspectiva de Makoto)

El celular empezó a sonar, dando paso a una estridente musiquita. Me removí en mi cama, mientras buscaba a tientas el dichoso aparato. Lo encontré a uno de los lados de la cama y lo apagué, a la par de que me sentaba en la cama y me rascaba la cabeza. Dí un sonoro bostezo y me levanté, estiré los agarrotados músculos de mi cuerpo y me encaminé al bañó de mi departamento

Me paré frente al espejo y abrí mis ojos, mostrandosé como son: Completamente negros, con un iris rojizo brillante. Me arrojé agua a la cara mientras me repetía mi mantra:  

"Solo un par de horas más...ya podrás comer..."  

Eso bastó para que mis ojos volvieran a su tonalidad verde bosque habitual; suspiré, mientras pensaba en la abominación que soy, en el monstruo escondido tras esta apariencia enantadora

EN EL SER DE PESADILLA QUE SOLO SE SACÍA COMIENDO CARNE  

Entré a la ducha y me dí un baño rápido; ya no valía lamentarse por lo que soy; nací y moriré así y no hay forma de revertirlo

Al salir del baño, fui a mi habitación y me vestí con una camiseta negre, jeans deslavados y las zapatillas. Mi cabello castaño verdoso no tenía caso de arreglo, así que no le dí demasiadas vueltas. Agarré mis lentes de lectura d emarco negro y los acomodé sobre mi rostro. Tenía el morral listo para irme a la universidad, pero primero me fuí a la cocina, para servirme una taza de café negro cargado. El brebaje se deslizó por mi garganta sin producirme las arcadas que me producen otros alimentos, producto de mi condición. Ya listo, dejé la taza en el fregadero, agarré mis cosas y salí de mi departamento, con rumbo a empezar otro día en la facultad de Literatura de la universidad de Tokyo

-¡Llegas tarde Mako-chan!-me saluda mi amigo Kisumi Shigino, un chico de cabello rosado, ojos púrpura y otra abominación como yo. Sus brazos estaban cruzados y me miraba en ademán de regañarme. Bajé las últimas escaleras, con el aliento algo ido

-Lamento el retraso-le respondí rascándome la nuca, mientras me acercaba al pelirrosado, que me esperaba en el andén del metro

Kisumi era un compañero de la facultad; siempre andábamos juntos y muchos de nuestros compañeros rumoraban que eramos pareja, pero el pelirrosa y yo solo somos dos amigos que comparten el mismo espantoso placer

-Descuida-el pelirrosa mueve su mano, restándole importancia al asunto-Tienes suerte de que no me haya ido en otro tren; solo por ser mi amigo y ser muy guapo te lo perdono

Sonreí levemente mientras el pelirrosa me agarra de un brazo y esperamos pacientes el tren

-Hoy es el día-me murmura Kisumi, cerca de mi oreja-¿Llevas mucho tiempo aguantando?

-No mucho, creo que mes y medio-le respondo-¿Qué hay de tí?

-Lo mismo-el ojipúrpura me dedica una mirada y yo asiento con la cabeza-A medianoche, en el lugar de siempre-moví la boca y el pelirrosado entendió rápidamente el gesto. Un tren se detuvo frente a nosotros, abrió sus puertas y nos subimos. Miré como el pelirrosado se pegaba más contra mi cuerpo, mientras una sonrisa algo triste volvía a nacer en mis labios

...Esto lo tenemos que hacer para poder subsistir...De haber otra forma, ya la habríamos puesto en práctica... 

Era hora de receso en la facultad; Kisumi no pudo ir conmigo ya que se quedó hasta tarde en una tutoría, así que me senté en una mesa, con un amigo común

-¿No va a comer nada senpai?-me pregunta Rei Ryugazaki, un chico de primer año de Ingeniería y un amigo mió muy cercano

-No te preocupes Rei, no tengo hambre-sonreí, disfrazando aquella mentira como si fuera sencillo; es bastante común que me pregunte que si acaso me estoy alimentando bien, ya que lo único que consumo es café y agua embotellada

-Bueno...si usted dice...-el chico peliazul toma una última pieza de sushi y se la lleva a los labios

Me llevé el vaso de papel a la boca, con el contenido hirviendo haciendo estragos en mi organismo. Para aplacar la espera, me llevé una novela que he estado leyendo en el último tiempo llamada "El hombre en busca de sentido", de Viktor E. Frankl

"Un psicólogo en un campo de concentración". No se trata, por lo tanto, de un relato de hechos y sucesos, sino de experiencias que millones de seres humanos han sufrido una y otra vez. Es la historia íntima de un campo de concentración contada por uno de sus supervivientes. No se ocupa de los grandes horrores que ya han sido suficiente y prolijamente descritos (aunque no siempre y no todos los hayan creído), sino que cuenta esa otra multitud de pequeños tormentos..."  

Me perdí en aquellas primeras líneas; mi vida ahora tenía cierta similitud al parrafo que leí: Era un superviviente, en una vida de pequeños tormentos, que me obligaba a ocultar mi verdadero ser, porque no quería terminar siendo un genocida, matando gente inocente solamente para saciarme

La lluvia azotó fuertemente mi cabeza; saqué el celular y miré la hora, casi medianoche. La calle cerrada seguía estando vacía, con un hedor a sangre y a humedad denso que se pegaba a la ropa. En aquella callezuela realizaba aquel acto que me removía el estómago de mero placer y que tambien odiaba con cada fibra de mi persona. Acomodé la chaqueta contra mi rostro, puesto que un viento helado empezaba a atacar

-¡Mako-chan!-sentí la voz de Kisumi, quien venía algo empapado y cargando un bolso deportivo muy maltratado. Se acercó a mi lado y me extendió el bolso, lo acomodé en el suelo y lo abrí, revelando el contenido

Partes humanas...brazos y piernas...miembros cercenados con sangre fresca y envueltos en bolsas plásticas...  

-¿Nadie te vió?-pregunté con un brillo extraño en los ojos

-No..fuí muy rápido...-soltó el pelirrosado, cuyos ojos empezaron a adquirir ese familiar color negro y rojo, propio de nuestra raza

Mis ojos muy pronto tomaron aquella tonalidad enfermiza, mientras sentía como mis dientes se empezaban a afilar, para empezar el acto. Saqué un miembro, sin tomar muy en cuenta era y enterré rápidamente los dientes en aquella pieza de carne. El sabor de dejó un regusto en la boca, a la par de que desgarré un poco aquella pieza, hasta que casi pude sentir el hueso rozar mi lengua. Pasé la lengua por mis labios, los cuales estaban salpicados en sangre y un gruñido gutural escapó de mi garganta

Mi nombre es Makoto Tachibana, soy estudiante de Literatura en la universidad de Tokyo, tengo 19 años y soy un Ghoul

Solo una mordidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora