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"No puedo esperar hasta que nos relajemos". Sus palabras resonaron en tu mente mientras hacías las maletas para pasar el fin de semana con el tan encantador Sr. Jung.
Es un tipo maravilloso, lo juro.
Miraste distraídamente sus hombros, te dio la espalda mientras cocinaba. Si en realidad estabas consciente, pensaste que podrías haber estado babeando por él.
El Sr. Jung sabía, sabía absolutamente que había un par de ojos sobre él. Cuando se dio la vuelta, ahí estabas tú, mirándolo sin pensar. Una suave sonrisa apareció en su rostro cuando colocó el plato con queso asado frente a ti. Incluso cuando caminó alrededor de la mesa para llegar a ti, tus ojos no lo dejaban mientras estaba parado frente a ti.
Esos ojos brumosos tuyos taladraron su alma. En el momento en que aplastó tus mejillas, parpadeaste un par de veces como si hubieras estado bajo hipnosis.
"¿Estás bien?" cuestionó, haciéndote un puchero juguetonamente.
Asentiste con la cabeza, "Mhm". Pero los ojos del Sr. Jung se estrecharon hacia ti, podía ver cada pequeño pensamiento que tenías en tu mente. Su suave sonrisa se convirtió en una amenazante.
Con una evaluación de tu rostro, lo descubrió.
"Parece que quieres que te folle ahora mismo".
Decir que te tomó por sorpresa habría sido una subestimación, ¿era tan obvio? "¿Eh?" dijiste, todavía claramente sorprendida.
Tomando tu cara entre sus manos otra vez, hizo un puchero juguetón de nuevo. "Pequeña maldita descarada, pensé que habíamos acordado tomar las cosas con calma".
Tenía razón, cuando admitiste tus sentimientos hacia él hace solo unas semanas, querías tomar las cosas con calma. "Solo dime cuando estés lista" tarareó antes de darte un beso en la mejilla. "Siempre estaré listo" bostezó, subiendo las escaleras.
Ahora eran las nueve de la noche y decidiste ser muy atrevida y entrar en la habitación del Sr. Jung solo para verlo sentado en el borde de su cama, desplazándose sin cesar a través de su teléfono. Luciendo solo una camiseta sin mangas blanca y un pijama, el Sr. Jung te miró. "Mira quién está aquí, ¿finalmente estás lista?" se rio disimuladamente mientras asentías, caminando tímidamente hacia él. Riendo entre dientes, te indicó que te sentaras entre sus muslos. Acariciando tu mejilla, te sonrió cariñosamente.
Inclinándose hacia tu lado izquierdo, dejó escapar un ligero suspiro de diversión: "Quiero que te quites la ropa y me la chupes". Él sonrió casi maliciosamente ante tu reacción, observándote como un halcón mientras te quitabas cada centímetro de ropa que tenías en tu cuerpo.
"Buena chica", elogió antes de bajarse los pantalones dejando que su polla se liberara. Tomando la base de su polla en la palma de su mano, tocó tu labio inferior con la cabeza. "Abre, bebé"
