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Cuando el Sr. Lee dijo que te ves bonita cuando lloras, no sabías que hablaba en serio.
Pero, ¿qué podrías esperar del propio Sr. Lee Donghyuck?
"Te ves tan jodidamente bonita cuando lloras así", arrulló el Sr. Lee, muy serio. "Vamos, bonita, sigue llorando por mí".
Sus labios se envolvieron alrededor de tu clítoris mientras su mano viajaba hasta tus tetas, palpando la carne y pellizcando tus pezones en el proceso. "Joder", maldijo por lo bajo, las vibraciones enviando escalofríos por tu columna vertebral. Su mano volvió a caer hacia él y empujó lentamente los dígitos en tu coño, curvando muy bien los dedos. Después de todo, prácticamente te conocía como la palma de su mano.
Gritaste por él mientras chupaba tu sensible capullo con más fuerza, disfrutando de la forma en que tus sollozos eran tan fuertes para él. "Papi~" te quejaste entre sollozos, "Me voy a correr".
Dándole una nalgada a tu trasero, amasó la carne en la palma de su mano. Sus manos estaban ásperas, probablemente por trabajar en su oficina por mucho tiempo. "Es muy amable de tu parte avisar, linda", susurró, su voz ligeramente apagada mientras su lengua frotaba tu raja de arriba abajo. "Vamos entonces, córrete como la chica buena que sé que eres".
Él sonrió cuando escuchó más sollozos salir de tu boca, clavando sus uñas en tu trasero. Tus gritos nasales resonaron por toda la habitación mientras te agarrabas de las sábanas del Sr. Lee. Tu orgasmo te invadió, fue como si te hubieras olvidado de absolutamente todo excepto del mismo Lee Donghyuck. En este punto, te habías olvidado de todo, especialmente de la vergüenza que sentías, aquí estabas con tu trasero enrojecido en el aire.
"Bonita bebé", murmuró para sí mismo, sumergiéndose de nuevo en tu coño a pesar de tus gemidos de protesta. Honestamente, todo lo que quería era que lloraras más. "P-Por favor papi se siente muy sensible" gimoteaste, ahogándote con tus propios sollozos, luchando por siquiera formar pensamientos.
"Shh, está bien, bonita" gimió el Sr. Lee, distraídamente "Todo bien está bien, bonita" murmuró en voz baja.
Tragaste saliva, llorando aún más porque la sensación de placer nunca se detuvo. No estaba ayudando que el hombre detrás de tus sentimientos fuera innegablemente un hombre perfecto.
¡Tú también llorarías si te pasara a ti!
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