La purga empeoraba con cada día que transcurría, el Conejo Blanco iba y venía, informando de las malas noticias al Tiempo y a cuando habitante del bosque hallase en su camino, queriendo evitar más pérdidas de las ya existentes. Aún así, tras cierto tiempo, la frecuencia con la que los naipes peinaban las zonas en busca de supervivientes que interrogar, comenzó a disminuir drásticamente. La reina estaba frustrada, tanto que comenzaba a rendirse con su meta. Aún así, los protectores del pequeño sombrerero no le dejaban abandonar la torre del reloj como medida ante una posible trampa. ¿Y si la reina buscaba pillarles con la guardia baja y dar el golpe de gracia? Sabiendo lo traicionera que podía llegar a ser, no estaban dispuestos a cometer tan grave error. Los días avanzaban a paso lento y tortuoso para el pequeño de hebras moradas, quién aún se cuestionaba cuándo podría dejar aquel aburrido encierro de una vez. Pero los días se volvieron meses, y los meses se tornaron en años... Muy largos años... Era raro.
Sí, se le hacía muy raro de ver el hecho de que su apariencia si variase con el paso de los años, más el Tiempo y el Conejo Blanco preservaban su aspecto. Como si fuesen inmunes al paso de los años. Del Tiempo era de esperar, ¿pero del Conejo también? En cualquier caso, ya no era de sorprender, después de todo, llegados a un punto determinado, su apariencia dejó de cambiar incluso si los años seguían pasando. Había dejado de contar las horas, los días, meses y años después de cierto tiempo y comenzó a restarle importancia a su curiosidad por el exterior que estaba más allá de su alcance. Solo dejaba que todo fluyese naturalmente, como el caudal de un río sereno. Su idea era vaga y única: Si no hacía absolutamente nada, no se vería forzado a tener que tomar decisiones tediosas, ¿verdad?
Incluso con todo el tiempo transcurrido desde aquella noche en la que vio por primera vez lo que era un espejo y sus capacidades, no había olvidado ni por un segundo lo que dicho objeto le mostró mientras huía en sus travesuras. ¿Para qué tomar decisiones cuando el futuro que anhelaba podría llegar por su cuenta? Desde que aquel razonamiento se metió en su cabeza, no había hecho absolutamente nada más que esperar.
—¡De prisa, de prisa! —exclamó una voz chillona e infantil, sacando al de hebras moradas de su trance. —¡Debemos avisar al Tiempo! ¡Apresura, anda, corre!
—¡Señor Tiempo, señor Tiempo! ¡¿Se encuentra usted aquí?! ¡Es urgente! —exclamó una segunda voz, consiguiendo con sus palabras que el interés obligase al pelimorado a acercarse a la puerta de su habitación, abriéndola levemente, lo suficiente para espiar a los intrusos que clamaban tener tantas prisas. En la pequeña sala que se hallaba al otro lado de la puerta pudo ver a dos personas pequeñas, grandes y peludas colas marrones se agitaba con desesperación mientras un par de orejas peludas se movían frenéticamente sobre sus cabezas, rastreando cualquier posible sonido que indicase la presencia del personaje a quien buscaban.
—¿Qué ocurre? ¿A qué viene este ajetreo en mis aposentos? —interrogó el Tiempo, haciendo acto de presencia.
—¡Mi señor, esto es grave! ¡El Ratón ha mentado la posibilidad de que algo esté ocurriendo en sus terrenos!
—¿El Ratón? ¿El mismo Ratón dices? ¿Qué puede estar pasando?
—Solo han transcurrido algunas horas, pero ha dicho que "alguien sospechoso ha llegado a través de la madriguera".
—No es posible... ¿En estas circunstancias? —musitó el pelimagenta, un expresión de preocupación total adornaba su rostro. —Iré enseguida. Avisad al Guardián del Prado y al Gato de Chessire. Que no permitan que el intruso se pasee a sus anchas hasta saber sus intenciones. —ordenó, los pequeños seres con colas peludas acataron la orden rápidamente y dejaron la torre del reloj tan rápido como llegaron a la misma. Mientras el Tiempo seguís musitando cosas incomprensibles, el de hebras moradas decidió salir de su pequeño escondite.
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Crazy Little Wonderland [Kokichi Ouma x Reader] © RoseSanae55
Fiksi Penggemar[REMAKE] Muchas personas odian su vida actualmente, no vamos a mentir al respecto. Deciden aceptar la realidad antes que sumirse en las fantasías para que el golpe que haga trizas ese mundo no acabe por derrumbarles a ellos también. La fantasía no p...