Crazy Little Wonderland [Kokichi Ouma x Reader] © RoseSanae55

IV

Capítulo dedicado a: SaraLabrid

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—¿El relicario? —cuestionó el peliverde ante la petición del Sombrerero. Miu se encontraba en su compañía, al igual que la Liebre de Marzo. Debido a que la "breve espera" a la que se refería el Conejo Blanco tardó más horas de las que esperaba, el pelimorado decidió moverse por su cuenta. De igual modo, dos toques en el suelo y la susodicha aparecería.

—¿Es que se ha vuelto a perder? —cuestionó con sorna al recordar lo mucho que se había quejado la última vez que supo del objeto. El de hebras verdosas rió por lo bajo, pero dio una negativa moviendo su cabeza.

—Afortunadamente no, aún lo tengo en custodia. Si ese es su capricho puede llevárselo. —le permitió abiertamente, haciendo luego un gesto con su mano, tras lo cual una puerta extraña emergió del mismo suelo. Miu chilló y dio un brinco hacia atrás, sorprendida de ver una puerta diferente a la que ella había ocupado en su primera estancia en el Prado, pues para llegar al bosque, tuvo que superar el desafío del área antes nombrada, y el Guardián de dicho sitio fue testigo de sus esfuerzos.

La puerta se abrió instantes después, revelando una cámara que parecía no tener techo alguno, en cuyas paredes se mostraban numerosos espejos, de todas las formas, tamaños y ornamentos. Tal vez podría buscar aquel relicario por horas y no daría con él aún así.

—Ah... ¿Tengo que ir a por él o puedo pedirle que venga por su cuenta? —cuestionó, a lo que la Liebre de Marzo rió por lo bajo.

—Lo mejor si le llama, el relicario venga de buena gana. ¿Por qué no lo intenta? —comentó la peliazul en broma.

—¿Eso ha sido una mofa por tu parte? Creo yo que un libro relataba lo bien que sabía el estofado de liebre.

—¡¿E-Estofado?!

—Era broma, mujer. Relájate. —le restó importancia rápidamente.

—Ignorando su pequeña comedia. No dudo yo que el relicario venga por su cuenta si le llama, eso sí, si es que sabe exactamente qué reflejo porta.

—Sabia que ustedes y sus métodos rebuscados eventualmente me llevarían a esto... —musitó por lo bajo, sumiéndose en sus pensamientos luego. —La última vez que lo vi su reflejo fue el de una persona, pero no sé su nombre.

—El Tiempo se escuchó sorprendido de saberlo. Una Alicia, además. —argumentó la Liebre.

—Pero claro, no sabe su nombre. Llamarla "Alicia" tampoco será válido porque aún no le corresponde dicha etiqueta. ¿Prefiere ir a buscarlo usted mismo? —inquirió el peliverde.

—Si no tengo más remedio... Pequeño espejo problemático...

—Lo que yo le decía hace ya dos milenios. No hace más que causar problemas.

—Pues aprenderá a comportarse cuando le ponga las manos encima... —susurró el de baja estatura antes de adentrarse en aquella cámara plagada de espejo en compañía de los tres restantes.

Era fascinante la gran cantidad de espejos que se extendían hacia el infinito superior de aquel lugar. Las paredes seguían extendiéndose por todo lo alto presumiendo espejos variopintos. Era un sitio de total admiración para Miu, que no conocía la importancia ni el valor de aquellos objetos de cristal pulido. Sin embargo, su sorpresa no acabó allí, pues tan pronto el pelimorado se posicionó frente a uno de ellos, el espejo pareció distorsionarse de forma extraña, cambiando su apariencia y colores para materializarse en algo nuevo. Ante él se encontraba la imagen difusa de un libro, objeto al cual el joven dio una negativa silenciosa antes de que el espejo volviese a su forma original.