Séptimo capítulo

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<\3— Perspectiva Rodrigo

Me sentía tan tonto, tan tonto por creer que podía enamorar a Iván, por creer que podía hacer que la olvide, pero no fue así, por las malas me di cuenta que yo no era suficiente para él, que él nunca sería feliz conmigo.

Cerré la puerta de nuevo y salí corriendo, no quería verlo, no ahora.

— ¡Rodrigo, esperá, es un malentendido, déjame explicarte!

Sentí un jalón del cuello de mi remera, que me hizo detenerme, volteé y estaba Iván agarrándome de ambas muñecas, evitando que me marche de ahí.

— Rodri... no es lo que pensás.

...

— No importá Iván, como sea nunca fuimos nada, no tenés porqué darme explicaciones.

— Rodrigo...

Alcé la mirada, y miré directo a los ojos a Iván, pude ver como unas lágrimas se acumulaban en sus ojos, antes le hubiera pedido perdón, y lo abrazaría, pero no podía hacerlo ¿por qué lo abrazaría? si el que necesitaba el abrazo ahora mismo era yo.

<3— Perspectiva Iván

Me di cuenta, justo en ese momento, en el momento en el que Carre ya se había ido de entre mis brazos. Fue el momento en el que me di cuenta que estaba enamorado de él.

Pero ya era muy tarde, ya lo había perdido, él ya se había cansado de mi, de esperar una respuesta de mi parte, respuesta que nunca le pude dar, lo vi saliendo por esa puerta, yéndose.

Y todo por ella, todo por un amor que nunca valió la pena, por algo falso y sin sentido. No debí aceptarle el beso, es más, en el momento en el que entró a mi casa debí correrla, no debí escucharla, no debí caer en la tentación de sus labios. Unos labios amargos y sin sentimientos.

Volví al departamento, viendo a Irlanda sentada en el sofá, tranquila, sin culpa alguna.

— ¿Podés largarte de aquí? —Le dije, no quería verla, no ahora.

— Pero Iván, aún no hemos disfrutado lo suficiente. —Dijo, mientras se levantaba del sillón y se acercaba a mi, poniendo ambas manos en mis hombros, intentando darme un beso. La empujé de inmediato, provocando que cayera al suelo sentada.

— Dios Iván, ¡¿así tratás a una dama?!

— Vos no sos una dama, ni siquiera merecés llamarte mujer. Vete de aquí, ahora.

De mala gana, Irlanda se levantó del piso y se marchó, azotando la puerta.

Subí corriendo a mi habitación, dejándome caer en la cama, hundiendo mi cara en la almohada, soltando un grito, dejando a las lágrimas navegar libremente por mis mejillas.

Me sentía tan tonto, tan tonto por no darme cuenta de sus sentimientos, mucho antes que todo esto pasara.

𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙𝐎𝐍𝐄𝐒 ──carreraxspreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora