2. Tsunade

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"Paso a paso"

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No es que recordara mucho de la aldea, quizá es que no había querido recordar en primer lugar, incluso cuando fue inevitable con todas las cosas que se había llevado dentro.

Fue un viaje para sanar sus heridas lejos del lugar que le había hecho daño, y repentinamente había encontrado la cura cuando volvió. No es que estuviera sorprendida. No es que estuviera arrepentida tampoco.

Era obvio entonces que se encontraría con la gente que había dejado atrás cuando decidió partir junto a una maleta llena de recuerdos y una niña que no paraba de llorar por la muerte de su tío. Aunque para ser justos, ninguna de las dos había dejado de llorar.

La sorpresa, sin embargo, es lo mucho que ha pasado el tiempo. No cambió lo superficial. Ni siquiera cambió significativamente el ambiente en Konoha, o las calles, o las costumbres, o las tumbas.

No fueron los muertos los que la habían traído de vuelta, sino los vivos. La nueva Hokage no podía pasarse los días pensando en la gente que se fue, incluso si era lo único que quería en algún lugar en el fondo de su mente, constantemente, el no estar aquí.

Así que, si su memoria no le fallaba, el hombre delante de ella había sido un mocoso adolecente cuando se fue. No más grande que Shizune, no más alto que su hombro. El corte de tazón y la sonrisa siguen exactamente iguales, y respecto a todo lo demás...

— ¡Tsunade-sama! ¡He venido a presentarme ante su derrochante e inigualable belleza! — Gai salta sobre sus pies, agitando su corte infantil y haciéndola reír con sus palabras.

Era un discurso halagador, pero ese era Gai, lo que probablemente significaba que era capaz de hablar por horas sobre belleza subjetiva y cosas cursis. No habló mucho con él antes, pero conoció a Dai, y algunas veces los vio juntos entrenando sus vueltas en el parque gritando alentadoramente cada número. Un maestro de la dedicación.

Gai no se detiene a pesar de la sonrisa de Tsunade, continuando con su discurso emocionado y alegre sobre millones de primaveras. Es bueno con las palabras y Tsunade tiene que darle eso cuando resalta lo bien que se ve, o lo hermosas que son sus pestañas, su cabello, incluso la curva de su cuello. Gai no menciona nada sexual sobre cuerpo porque probablemente es un caballero como su padre, o quizá no ansía la muerte. Podría ser cualquiera de los dos.

— ¡Es un honor tenerla de vuelta! ¡Mi corazón salta emocionado por usted! — el discurso probablemente tiene que ver con lo agradecido que estaba por haber salvado a Lee.

Tsunade no lo sabe pero siempre es agradable oír palabras buenas sobre ella y lo deja parlotear con la misión en su mano algunos segundos, mirando la forma en la que las cejas de Gai se mueven o lo muy relleno que parecía el traje por todas partes. Ahora su rostro también parece demasiado duro. Era una buena quijada, sin duda era duro de golpear.

— ¡Su presencia es como un resplandor en mi amanecer! — Gai termina, suspirando y lanzando una mirada demasiado intensa a Tsunade, regalándole un guiño y un pulgar animado en una pose dulce.

— Gai, realmente has cambiado muy poco, muchacho — la risa de Tsunade es suave y le extiende el pergamino.

La mano de Gai lo recibe. Es tan alto ahora, y grande, y Tsunade casi lo confunde en el viejo recuerdo cuando Gai pone una expresión increíblemente seria.

— Cambié más de lo que cree, Tsunade-sama, ahora soy un hombre.

Las palabras están llenas de determinación, pero Tsunade no entiende exactamente a lo que se refiere y Gai no le da un segundo más para pensar, guiñando otra vez y cegándola con su sonrisa de dientes brillantes antes de salir corriendo por la puerta principal de su oficina.

14 parejas para Maito GaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora