Capitulo 9

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Max

Después de escribirle a Ania que iba a por ella me duché lo más rápido y emocionado posible,

La promesa...

Había prometido no volver a verla después de darle el obsequio.

Pero como podria decir que no cuando me dedico esa mirada... Ese brillo en sus ojos.

¿Debería llamar para decirle que no iría?

No seas idiota.

No, no podía hacerlo.

Es que ese era el problema. Que si pudiera hacerlo.

Pero no quería...

Queria ir a verla.

–¡Joder!—resople debajo de la ducha—, Porque tiene que ser todo tan complicado ¿Eh?

¡Genial! Ahora estaba hablando solo y de paso en una ducha.

Salí de la ducha con la toalla envuelta en la cintura. Y me encuentro con mi mamá apoyada en el marco de la puerta y con los brazos cruzados.

–¿Que hay mamá ?—indague mientras secaba mi cabello con otra toalla.

–¿Vas a cenar en casa hoy?— preguntó con una mirada juzgante.

Ella sabia que la mayoria de veces o comia donde mi abuela, o donde cualquier chica que me encontrara solo que eso ella no lo sabe.

–Por supuesto que sí mamá—me acerqué para darle un beso en la frente—, Hoy voy a cenar contigo ¿Si?

No pudo ocultar la emoción y el brillo de sus ojos.

–¿Enserio?—pregunto con cierta duda—, ¿vas a salir luego?

–Si mamá, me gustaria que me ayudaras a elegir mi ropa porque voy a ir con una chic..—me callé de golpe.

Ella arqueó un ceja y me sonó divertida— ¿Una chica? ¿Enserio? Guau.

Le puse mala cara por sonar tan sorprendida.

–A ver hijo no es que quiera sonar ofensivo pero... —alzó las manos en señal de rendición—Nunca habías salido con una chica o que me dijeras que te ayudaría con tu ropa y eso.... Siempre solo desapareces.. .—fue bajando un poco mas la voz y sonaba triste.

–Mamá mira... Yo se que tu no la pasa nada bien y creeme que quisiera hacer de todo para cambiar pero...

–No puedes....—termina por mi—Hijo claro que puedes, yo siempre estaré contigo, tienes a tus abuelos...

–Lo se mama... Prometo que intentaré cambiar ¿Si?

Ella asiente y me dedico una sonrisa triste.

–Promete que no consumirás nada hoy por favor...

–Aunque te sorprenda mamá, llevo dos días sin consumir nada.

Sus ojos se abren como platos y comienzan a llenarse de lagrimas así como empieza a temblarle el labio inferior y me da un abrazo.

–Oh hijo... —se separa de mí y se limpia las lágrimas que le habían rodado por su mejilla—¿Y como es ella?

Sabía que estaba hablando de Ania sin que la nombrara.

Desde que te vi ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora