Capitulo 11

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Max.

Ya eran las doce del medio día y ya estaba desesperado en la puerta de la universidad.

Esto es un error ¿cierto?

No debí haberle dicho para salir. Si quiero salir con ella no me malinterpreten pero... simplemente no puedo... No quiero romper mi promesa. Tal vez si hoy salgo con ella puede que sea la última.

¡Claro! Le diré que conseguí novia o que me iré lejos no lo sé. Algo me inventaré. Pero tiene que ser ahora, si dejo que esto avance será peor. Y no quiero hacerle daño. Ha sufrido lo suficiente y no se merece alguien como yo.

Me pase las manos por el cabello frustrado y caminé hacia el auto cuando escuché que todos los alumnos estaban saliendo.

¡Oh dios!

Y si ¿salgo corriendo? Aún tengo tiempo no me ha vist...

¡Mierda! Esta preciosa—con su ropa holgada de siempre pero hermosa—,llevaba una sudadera grande con unos vaqueros, el cabello recogido en una cola con algunas hebras sueltas, a lo lejos se veía que no tenía mucho maquillaje, creo que es algo que me gusta de ella. Que es sencilla y es tan...

Estaba embobado cuando ella aprecio frente a mi con una sonrisa tímida y las manos en la sudadera.

–Hola—dijo con esa voz tan dulce.

–Hola—le devolví la sonrisa.

–¿Vamos?—pregunto divertida al verme tan embobado.

Asentí rápidamente y agarre su mochila para meterla en el asiento trasero.

Entrando dentro del auto pude detallarla bien y me fijé que llevaba unos pendientes muy bonito y una cadenita con unas llaves. Su maquillaje era súper ligero esos labios rosa...

¡Céntrate Max!

Decidí mirar al frente y encender el motor. Ella a mi lado parecí divertida.

–¿Que te divierte tanto?—pregunte entrecerrando los ojos a su dirección.

–No es nada—dijo soltando una risita y encogiéndose de hombros.

–Ya.

Mire al frente divertido también y empecé el recorrido.

Pero...

Oh, no.

¿A donde la iba a llevar?

Que hago ¿le pregunto?

No, eso sería fatal.

Y ¿Si la llevo donde iba con Yera?

No, definitivamente no.

Mientras me debatía mentalmente donde llevarla ella me pregunto algo que no sabía de qué hablaba sinceramente.

–...¿cierto?—pregunto.

–¿Eh?—dije mirándola confuso.

–No me estabas escuchando, genial—desvío la mirada hacia la ventana.

–Yo... no.. es que...—suspiré—, Es que no se donde llevarte...—susurré.

Ella me miró enseguida aumentado su sonrisa y empezó a reírse.

–¿Enserio?—asentí y me sonrió—¿Te parece si vamos al café que está cerca de mi casa?

–Si, donde sea—sonreí—¿Me indicas donde es?

–Pues...yo..—sonrió maliciosamente—, ¿Podría manejar tu auto?

–!¿Que?!—abrí los ojos como platos—, Sabes manejar ¿cierto?

Desde que te vi ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora